Pertenencia y propósito
Acababa de regresar de uno de mis viajes fuera del país, sentado en la sala del apartamento, disfrutando la compañía de familia y algunos invitados. No obstante disfrutar de una vida relativamente cómoda y exitosa, algo me inquietaba. Ignoro si otras personas que viajan con frecuencia experimentan lo mismo, estaba viviendo momentos en los que me sentía desubicado en espacio y tiempo. Te aclaro, disfrutaba el estar en mi apartamento, rodeado de gente amada, pero desde hacía algún tiempo tenía la sensación de no pertenecer a ninguno de los sitios en los que había estado, ni especialmente cercano a alguna persona…un sentido de desapego, de no pertenencia. Algunas noches despertaba y, por momento, no estaba seguro donde estaba o que hacia allí. Si existiese un detector de lunáticos me lo habría comprado aquellos días. Para mi bien, esa noche obtendría la respuesta a la causa de ese sentir y, para un escéptico como este servidor, la vida encontró una forma maravillosa de volver a colocar el GPS a mi alma hacia la dirección correcta. Uno de los invitados había llevado una serie de papelitos con un “mensaje personal” y nos pidió a cada uno de los presentes que escogiéramos uno sin mirar, sin hacer trampa. La jocosidad del momento, en el que adultos recordamos la niñez, se vio pronto superado con la emoción cuando cada uno de los presentes comenzó a leer en voz alta lo que decía su mensaje escogido. Todos y cada uno de los presentes expresó que el mensaje que había escogido tocaba algo de su vida personal en ese momento. Fascinante. El último en hablar fui yo, tomando mi papel…fue difícil contener mi emoción cuando leí lo que decía aquel papelito en mis manos: “No temas que yo te he redimido…tu eres mío”, tomado del pasaje bíblico en Isaías 43:1. A la velocidad del pensamiento recordé aquel viaje a Moscú para discutir temas de tecnología de producción pero el verdadero reto fue la neumonía contraída que puso mi vida en la cuerda floja; el breve recorrido por Lisboa mientras discutía con colegas del mundo el peligro el asunto energético y el calentamiento global; la entrevista con aquel corresponsal de la BBC en sitio discreto por el peligro que implicaba exponer cierta corrupción gubernamental en una poderosa petrolera estatal…tantos lugares, momentos y circunstancias en las que confirmé que una poderosa mano invisible me guiaba y protegía. ¿Qué había pasado entre aquellas vivencias y mi reciente falta de conexión con la vida e inseguridad? La respuesta fue enviada y entregada en mis propias manos: yo le pertenezco a Dios, quien me ha rescatado. En lugar de adoptar una actitud anímica de náufrago, nómada o indigente emocional de la vida, carente de pertenencia alguna, debía recordar que soy enviado a cumplir una misión como embajador del dueño de mi vida. Esa noche, con emoción, agradecí a Dios que me recordara quien soy, a quien le pertenezco y, como resultado, no tener miedo ni sentirme perdido o solo en esta casa grande que llamamos planeta. Han pasado años desde esa noche, cuya importancia para mi vida valoro más en este día, por lo que me atrevo a invitarte a que mires en tu ser interior y consideres ¿Miedo? ¿Desorientado? ¿Carente de propósito o lugar de arraigo? Hay buenas noticias para ti: la verdad es que se ha estado invirtiendo en ti para que, en tu paso por esta casa, seas parte importante del plan de Dios para rescatar nuestra condición como su creación. Puede que tu misión no se trate de viajes o peligros; quizá más bien seas llamado a resistir valientemente en la brecha de una sociedad inmoral o ser un honesto funcionario brillando dentro de una institución corrompida. Es posible que lo que te ha sido encomendado carezca de fama, fortuna o poder, una misión aparentemente pequeña, pero ¿Sabes? Cosas grandiosas reposan sobre el buen funcionamiento de los detalles…y puede que para tus semejantes lo que haces o harás no sea “la gran cosa”, pero ánimo, en el mundo invisible que es donde se origina el que vemos, tu nombre es conocido porque le perteneces a quien te llama para darte una misión especialmente diseñada para ti y tu para ella. Que verdad más extraordinaria saber que el sentido de pertenencia en la vida viaja tomado de la mano del propósito, y juntos se alimentan y fortalecen. En cierto momento unos discípulos de Jesús le contaban con emoción que habían recibido un poder que de forma milagrosa hasta hizo caminar a inválidos y ver a ciegos. ¿La respuesta de Jesús? “Siéntanse dichosos no por haber hecho esas cosas, sino porque sus nombres están escritos en el reino de los cielos”. Es una maravilla de la vida saber mi destino y misión, lo que hace que tanto el recorrido como la llegada a la meta produzcan un deseo de vida y entusiasmo que marca la diferencia en el alma. Te animo a ponerte en las manos de quien con toda autoridad te sigue diciendo “No temas que yo te he redimido…tu eres mío”. Feliz día.