martes, 31 de octubre de 2017

“La Reforma”

por José Gil

Un 31 de Octubre en 1517, hace hoy 500 años, ocurrió un hecho que marcó el inicio de lo que la historia vino a llamar “La reforma”. Un monje católico, luego de haber leído y estudiado la Biblia, escribió una serie de principios que, aunque honraban la enseñanza bíblica, contradecía las tradiciones de la poderosa iglesia romana. Pueden decirse muchas cosas sobre la convicción de aquel joven monje, sobre su valor, sobre incluso su fe; pero algo que debería llamar nuestra atención es su determinación a actuar en forma consecuente con su conciencia.

Persecuciones, rechazo social, burlas y hasta miedo a estar cerca de su entorno. Esos fueron algunas de las consecuencias de lo que Lutero debió afrontar como resultado de enfrentar al perverso y destructor poder de la iglesia romana…pero lo hizo.

Si hubiese estado buscando aplausos y fama los habría tenido por montones si se retractaba pues el vaticano lo habría exaltado. Si su meta era la fortuna o el poder estuvo cerca de príncipes, algunos incluso que le protegieron de furtivas persecuciones, quienes de seguro lo habrían enriquecido si les hubiera pedido tal cosa. En cambio, primero Lutero y luego su esposa se despidieron de esta vida rodeados de una austeridad que rayaba en la ruina económica.
Hoy, no es mi intención exaltar o propagar el culto al hombre; sino invitarte a recordar el legado histórico de ese hombre y reflexionar. Como individuo, como parte de un entorno social, ¿Cuáles son los valores y motivaciones que mueven tu esencia? ¿Qué dice la voz en tu ser interior que tenga un valor que incluso supere tu individualidad? El mundo atraviesa por una espesa neblina en lo espiritual y moral, ¿Qué se puede hacer? Quiero que sepas que hace 500 años, un monje comenzó un proceso del que ni el mismo pensaba llegaría a transformar al mundo…y fue su determinación a saber que cuando la maldad avanza los justos deben dar un paso al frente y actuar.  ¿Ves al mundo derrumbándose? ¿Ves a tu país en manos de maldad que gobierna apelando al poder de la tiniebla misma? ¿Observas como los malvados se enriquecen mientras la honestidad y justicia son perseguidos y humillados? Entonces es tiempo de reflexionar si nos sometemos al poder de un sistema de valores perverso o alzamos la voz y clavamos nuestras convicciones en las puertas que cobija la maldad.

Aplaudo el Legado de Lutero, pero mi aplauso es también un reclamo para lo que yo esté haciendo para que la voz de la justicia no siga encerrada mientras los villanos del momento destruyen y roban no solo la riqueza material de nuestros semejantes, sino incluso su esperanza y dignidad. La persona que inspiraba a Lutero, Jesús, dijo “si estos guardaran silencio las piedras hablarían”. Es tiempo que dejemos nuestra voz a las piedras. Lutero lo entendió, es nuestro turno.

lunes, 30 de octubre de 2017

Mi Oración

por Jose Gil

Quiero compartirte una oración personal, y que mi ser interior me pide regalarte para que, si lo decides, leas en voz alta para ti y para los de tu cercanía. Para mi es una expresión personal que bien pudiera ser personal para todos quienes habíamos olvidado que somos amados...

Eterno Padre, Señor del cielo y la tierra, quiero en esta hora expresarte mi agradecimiento al saber que eres la fuente que provee y sustenta la vida, mi vida.


Gracias porque, aunque mi comprensión del misterio de vivir es limitada, veo claramente tu amor y poder, como una poderosa mano que ha mecido la cuna de mi existencia desde antes de ser formada y hasta este día.


Quiero, en esta hora, bendecirte y agradecerte por mis ancestros, mis padres cercanos y lejanos; los que me abrazaron y los que nunca conocí; los que me amaron más que a sí mismos y los que no llegaron a tener un pensamiento grato para mí.


Gracias por aquellos que dejaron huellas de amor y justicia y gracias por los que escogieron andar en sendas torcidas.


Gracias por los que me antecedieron y, percibiendo tu amor, lo abrazaron; y gracias por los que decidieron, erradamente, darte la espalda y caminar cual alma abandonada de sí misma.


Gracias por los que, en el árbol de mi vida, fueron perseguidos y menospreciados por vivir en fiel compañerismo contigo y gracias por los que, en su ceguera espiritual, llevaron injusta violencia a otros.


Gracias por los que por causa de la rectitud prefirieron caminar descalzos en bosques o navegar en canoas para llegar a sencillas moradas, y gracias por quienes prefirieron disfrutar confort y seguridad, muchas veces a expensas de la dignidad.


Trato de imaginar a todos ellos en momentos de regocijo o de lágrimas suspiradas; su tiempo de abrazar encuentros y de despedidas forzadas, gracias por todos ellos Padre.


Gracias por el amor y pasión que produjo, desde sus entrañas, las semillas de vida que, extendidas, dieron espacio al vástago cuyo espacio ocupo y disfruto, cual bendición del cielo, hasta hoy.


Te doy gracias por ese algo especial que recorre mis pensamientos y cuerpo al darme cuenta que tengo algo de cada uno de ellos, mi aspecto, un gesto, un tic, una forma de hablar o quedarme callado, una carcajada o un grito, hasta alguna emoción o parte de temperamento que no siempre fluye de la espiritualidad. En mis genes, como en mis emociones, llevo un poco de todos ellos. Gracias porque algo en mi sabe que, del mismo modo que en lo físico con ellos, tengo algo de semejante a ti, pues de ti procedemos. Gracias porque entender eso hace eleva mi espíritu luego de haber estado, demasiadas veces, en los pantanos del camino.


Hoy quiero expresarte Padre que no juzgo a mis antepasados, mi agradecimiento para ti, por sus vidas, es producto no de sus buenas o malas obras, sino por saber que les diste vida, que les amaste y acompañaste, que cada día susurraste su nombre al oído diciéndoles “aquí estoy contigo, te amo profundamente”, tal como lo haces conmigo. Algunos fueron renovados y plantados cual árbol cuya hoja no cae, y otros endurecieron su corazón.


Gracias porque tu amor nunca se doblegó incluso ante los que, obstinados en su error, pudieran haber escogido seguir enemistados contigo; permitiéndoles escoger su camino y destino eterno, hasta cuando fuera alejado de ti.


Gracias porque tu fidelidad empaña mis ojos con la alegría y agradecimiento de quien sabe ser receptor de un amor inmerecido que toca y transforma lo más profundo del ser y que, como un semejante de mi especie dijera, pertenece a la dimensión de lo milagroso.


Hoy, Padre, te doy gracias porque a través de mis antepasados me veo como rama extendida de un frondoso árbol, en las que se puede observar el paso del tiempo desde el primero de ellos hasta este momento de oración sentida, hasta mí.

Sobre todo, Gracias, porque aunque sea parte de una rama de aparente fragilidad y efímera huella…sé que soy nutrido desde -y estoy conectado con- la raíz del árbol de la vida…que eres Tú.


Mi camino, mi pensamiento, mi sentimiento y acciones son el producto no de lo que mis antepasados legaron en mí…sino de esa poderosa conexión de mi esencia espiritual contigo. Por eso, en este momento, les honro, bendigo su memoria y libero de mi ser cualquier peso que haya llegado a tener producto de lo que me heredaron directa o indirectamente, les honro sabiendo que todos ellos, sabiéndolo o no, me salvaron para que yo pueda existir.


Gracias YHVH, gracias Padre, gracias Dios, porque con este saber y sentir me apropio de esa promesa tuya “honra a padre y madre para que te vaya bien en la vida”. Dejo en tus manos el juicio de sus motivaciones y acciones en su tiempo de vida, y agradezco tu amor por el que, hoy, vivo. Amen.