martes, 20 de agosto de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Esperanza para vencer

Esperanza para vencer

En solo 1 semana he visto acontecimientos que quieren minar mi alma con desesperanza. A solo unas cuadras de mi residencia un joven, no sé si por temeridad o ira (o evocando a aquel anónimo que detuvo un tanque militar en plaza Tianmein en 1989) trató de contener a un pelotón de policías que venían a repeler a quienes habían matado 43 de sus compañeros…cayendo abatido, en una escalada de violencia que pone en tensión a todo Medio Oriente y Norte de Africa. 
Hacia solo dos días la organización no gubernamental Médicos Sin Fronteras (MSF) había decidido abandonar Somalia, luego de dar ayuda humanitaria durante 22 años, pues sus integrantes están siendo literalmente masacrados por los enemigos del bien. En Pakistán, a menos de 100 kilómetros de su capital, han surgido grupos que asesinan niños y maestros que pretendan recibir o dar educación. 
En Venezuela ocurren más asesinatos que en Irak o Afganistán, en Estados Unidos hay escuelas que requieren detector de armas para tratar de contener violencia que, de cuando en cuando, muestra la paranoia del odio. Pareciera que las buenas noticias van en camello mientras las malas en jet. ¿Qué hacer? Los políticos dan sus propuestas, los militares las suyas, religiosos, inversionistas, sociólogos, todos opinan. 
Muchos siguen incluso ciertas ideologías y están dispuestos a “lo que sea” para imponer su “salvación” a la sociedad. Lo cierto es que con distintos niveles de intensidad, y con distintas evidencias sociales, parecieran existir tantas cosas que promueven cinismo, conformismo, amargada y derrota. 
¿Qué hacer? La respuesta la tuve frente a mis ojos, esta semana también, labrada en un trozo de madera en un antiquísimo monasterio, en Wadi El Natrum, al sur del Cairo en Egipto: esperanza. Levantado en zona árida, ese monasterio muestra áreas verdes, sencillas y laboriosamente cuidadas. En un silencio y quietud que inexplicablemente deja por fuera hasta la abundancia de moscas de la zona, colgada en una vieja pared de áspero frisado, estaba una tabla con una inscripción que llamó mi atención, aunque no entendí su mensaje, hasta que me fuera traducida posteriormente. 
Es una referencia al último libro de la Biblia, y más o menos dice: “Las ovejas ya no tendrán miedo, ni llanto, ni dolor, pues serán resguardados cerca del trono del Rey”. Que desafiante mensaje, hecha por quiénes levantaron esos monasterios. Fueron creyentes de los primeros siglos, despiadadamente perseguidos y asesinados, que se vieron forzados a refugiar donde ni siquiera el odio los pudiera encontrar, donde nadie quisiera tomarse la molestia. En lugar de construir un lugar para la amargura o castillos para armar ejércitos vengadores, levantaron sitios para la oración, la meditación. 
Con sus manos levantaron huertos para continuar viviendo, en condiciones muy limitadas, pero valientes, para continuar expandiendo “las buenas noticias” de Dios. Fue un tiempo cuando los malos y violentos parecieron acorralar a los justos, pero ¿Cuál mensaje honramos hoy, el de los perseguidores o el de los sembradores de esperanza? Muchos sedientos y perdidos del desierto hallaron refugio entre aquellas paredes. 
El tiempo ha sido testigo de algunas perversiones que ocurren en toda organización humana, pero esas viejas edificaciones gritan en silencio que cuando parece que todo está perdido es momento de que los que quieran y aun puedan se unan para rescatar lo bueno que hay en el mundo, en cada uno de nosotros, el deseo de hacer las cosas bien en una segunda o tercera oportunidad, que aunque el ambiente sea hostil y la bondad parezca ser la enemiga publica número 1, vale la pena sembrar bondad incluso en el desierto. 
A eso es lo que llamamos ESPERANZA. No es un sueño sin acción, es una visión para la vida, la esperanza de comenzar de nuevo motivó esas construcciones, dio fuerza a sus primeros ocupantes para vivir y...pudieron dar esperanza de vida a quienes de otro modo habrían perecido en las arenas del desierto. Me parece que algunos, no sé si todos, pasamos momentos y circunstancias en que todo nos dice “ríndete, estas perdido, los malos ganaron, no hay nada que puedas hacer, no vale la pena”. Alguien escribió que no puedo hacer todo lo que se necesita, pero si hacer todo lo que pueda. La biblia contiene muchas palabras de esperanza, para la vida venidera, pero partiendo de la presente. Esperanza no se trata de que yo espere a morir para luego vivir. ¿Sabes cuál es una expresión muy repetida en los salmos? “Espera en El Eterno”. La confianza en Dios de aquellos peregrinos fue su fortaleza para vivir con esperanza, para no cansarse de hacer el bien, a costo de comodidades e incluso su integridad física. 
Estoy agradecido porque en la misma semana de violencia, también he estado cerca de lo que me recuerda que “Dios consolará a sus hijos que sufren, y un día ya no habrá muerte, ni llanto, no dolor”. Entre tanto llega ese día, no nos fatiguemos de cultivar lo que parezcan pocas frutas en un desierto, ni de regarlas para mantener el verdor donde la sequía parece abrazar, pues con nuestra actitud estamos acumulando vida y esperanza para nosotros, y para otros que la dan por perdida. Algunos voluntarios parecen levantarse para ir de nuevo a dar clases a niños donde aún lloran a los que murieron, médicos y enfermeras puede que retornen si tan solo hay valientes que ayuden con la seguridad, padres vuelven a enviar a niños a escuelas donde hubo masacres, y gente hermosa que he conocido habla de avanzar dejando atrás a los sembradores de odio. En lo que esas personas, de diferentes lugares del mundo,  coinciden, es en transmitir un mensaje con sus acciones: los portadores de bondad y la esperanza no nos rendiremos ante la maldad y la desesperanza. 
Me gusta pensar que el reino de los cielos está formado por constructores de esperanza, los que se atreven a reedificar lo destruido, y sembrar incluso en el desierto, si es necesario. Feliz día.

jueves, 15 de agosto de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Perdón que libera

Perdón que libera

¿Alguna vez escuchaste la palabra shemitah? Es un concepto maravilloso. Leyendo el libro de Deuteronomio llegué al capítulo 15, donde se le menciona. Hace referencia al hecho que en tiempos del éxodo Dios había establecido que cada 7 años hubiese el llamado “año de remisión” de deudas o “año sabático”. 
La idea original fue que cuando se hubiese prestado algún bien a un paisano, llegada la shemitah, o remisión, del séptimo año la deuda quedaba perdonada. Algunos prestamistas cuando veían que el deudor tardaba en pagar y se acercaba el año de remisión se enojaban y amargaban. Entonces en la lectura observo algo que me gusta mucho, Dios le señala a quien prestó de lo suyo que disfrute el shemitah, que lo vea como un acto de generosidad y no una carga, le recuerda que la abundancia que ha tenido -y de la cual ha prestado- es generosa provisión Divina. 
Shemitah implica “soltar el peso emocional de algo, soltar un ancla en el alma”. Dios quiso que el perdón fuera no solo un acto judicial para liberar al deudor por llegar el año 7, sino un acto para soltar la carga en el alma del adeudado, no anclarse emocionalmente por haber alcanzado o perdido lo material. 
Devastador efecto tiene la adicción a acumular riquezas, compitiendo con la amargura de quien siente que ha perdido riqueza. Shemitah recuerda no ser esclavo de las posesiones materiales. Es interesante que cuando Jesús inicio su ministerio dijo que había venido a proclamar “el año agradable a Dios” y se refería a la shemitah. 
¿Te das cuenta? Vino a mostrar la forma en que Dios no se ancla en nuestras deudas con EL, sino que está dispuesto y deseoso para soltar el peso de nuestra culpa, y shemitah implica que aprendamos a ser y hacer como El. Me parece que esa es la causa por la que Jesús enseñó a orar a sus seguidores “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a quienes nos deben”. 
Dios no es un perdonador amargado o mezquino. La pregunta ahora es ¿Tengo mi alma anclada para no perdonar? No se trata de subestimar el peso de una ofensa o deuda sin reclamo de justicia, sino de priorizar el liberarnos de lo que atenta contra en sentido de una vida llena de entusiasmo y agradecimiento. 
Cuánto daño se hace quien no puede perdonar, incluso su salud física y mental padece consecuencias. ¿Es mi disposición a perdonar a otros similar a la espero para ser perdonado? Me gusta saber que el perdón es un acto con el cual libero a quien me ofendió de la deuda moral, y me libero a mí mismo de amarguras y enojos que son peso al alma. Espero medites el asunto, y sea para tu beneficio. Feliz día.

lunes, 12 de agosto de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Enfrentando el desierto

Enfrentando el desierto
Desierto Wadi Degla, al sur del Cairo

Como parte de una excursión geológica de reconocimiento fui a un recorrido por el desierto Wadi Degla, al sur del Cairo. Aunque acostumbrado al sol marabino, esta temperatura y lo inhóspito de Wadi Degla me hicieron apreciar la compañía de mis dos experimentados colegas. Fue en horas del mediodía, al llegar a un trecho donde el camino se hace polvoriento y las rocas alrededor dejan sentir el calor abrazador, cuando vino a mi mente la historia de aquel joven que habitó en el desierto, al sur de donde yo estaba caminando. Criado como príncipe aunque hijo de esclavos, Moisés decidió huir al desierto, huyendo de su crimen, de su miedo…de sí mismo. Descansé unos minutos bajo la sombra de una roca, y traté de imaginar qué pensaría el príncipe prófugo mientras cuidaba ovejas ajenas, ahora sin comodidad ni renombre, en la soledad del desierto. Cuando llegó tenía 40, ahora era de 80 años, había pasado lo que podríamos llamar “sus mejores 40 años” en estos parajes…solo pensarlo me impresiona. Condiciones como estas ponen a prueba la mente y, me pregunto, si en alguna hora del mediodía Moisés acariciaría la idea de estar solo, que a nadie le importaba, que desde su nacimiento había sido un problema, el que no hablaba bien, el recogido de los ricos, y así auto flagelándose…como suele ocurrir cuando una mente lastimada en el camino se enfrenta a la soledad. Sin embargo, fue en esos momentos de soledad, carente de servidores y en humillación, cuando Dios se manifiesta a Moisés para decirle que no estaba solo, que los ojos del Altísimo estaban sobre él, que las circunstancias presentes, en lugar de derrumbarle, podía usarlas para forjar el carácter que requería el guía de una misión imposible. Hay tres cosas que son impactantes de ese encuentro narrado en el capítulo  de Éxodo.
SIN REPROCHES
Me llama la atención que Dios no comienza reprochándole al joven prófugo de la justicia su crimen, ni le explica que se encuentra en el desierto por su temperamento iracundo. No hay reproches en el encuentro y el llamado.
DIOS PERSONAL
Lo siguiente es que Dios se le presenta y le dice que cuando se refiera a su persona le llame “YHVH”, y agrega que a nadie le había dicho antes ese nombre. ¿Qué tal? El Altísimo del cielo se presenta como estrechando la mano de un prófugo y le dice “gusto conocerte, soy Dios, tu protector, el Creador”. Ni idea de cómo se pronuncian esas cuatro consonantes, dejemos eso a los teólogos estudiosos, lo que quiero resaltar es que le dio su “nombre”. Fue en el momento duro de enfrentar el desierto cuando Moisés tuvo el encuentro que cambio su vida y la historia de la humanidad. Conoció a Dios de una forma personal.
VISION Y MISION DE VIDA
Como resultado de ese encuentro Moisés recibió una visión y una misión para la vida. Si lees te darás cuenta que su actitud puso a prueba, desde el primer momento, la paciencia de Dios; lo que me parece se debió a que su estima personal había sido lastimada de distintas maneras durante su vida. Eso creo no sea exclusivo de Moisés. Pero el Dios con quien este hombre se encontró es un especialista en convertir la visión y misión de un solitario lobo del desierto en el campeón de la libertad de esclavos.
Conclusión:
Otras personas de la historia enfrentaron literalmente también el desierto, incluido el mismo Jesús, para quien implicó enfrentar al enemigo de las almas, cuya tarea es desanimarnos para que caigamos en el desierto sin conquistar la visión y misión para nuestra vida. Esto me trae a una última reflexión, ¿Alguna vez has estado en el desierto? No en Wadi Degla o algún otro territorio del planeta, me refiero al desierto en el que el alma siente sed, calor y soledad. En cierto modo ¿Sientes que estas cruzando tu desierto? Déjame decirte algo, no te desanimes, no te entregues, no escuches esa voz que te seduce a sentarte a la sombra a lamentarte y amargarte. Permite que Dios te muestre cuan hermoso y valioso eres, y acepta el desafío de pasar la prueba del desierto para alcanzar lo mejor de tu existencia. No quiere decir que tengamos que buscar intencionalmente enfrentar traumas para avanzar en la vida, sino que a pesar de que haya traumas podemos y debemos avanzar. Lo que hemos vivido, enfocado con visión espiritual, puede ser una fortaleza para nuestra vida presente y futura, e incluso para que podamos ser guías de otros peregrinos del desierto, que aún no han encontrado la fuente que brota de la roca de la vida. No digo que tú y yo vayamos a ser famosos en el mundo, puede incluso que tu vida y la mía se trate de rescatar a una sola alma perdida en las arenas del tiempo, pero para esa alma, para ti y, sobretodo, para YHVH, vale la pena tu vida. Feliz día. 

viernes, 2 de agosto de 2013

DISFRUTA DE TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Familia de Dios

Familia de Dios

Caminaba por una calurosa calle del Cairo, regresando del trabajo, no lejos de acá había visto las pirámides, testigos mudos del paso de las arenas del tiempo ante las que ascendieron y cayeron faraones, pensadores y guerreros. Mientras avanzaba bajo el inclemente sol egipcio, con ruido de tráfico pesado, vi a varios mendigos echados en plena calle. Recordé lo visto bajo algunos puentes del exótico Paris, en el centro de Houston, barrios en Moscú, ni hablar de Rio de Janeiro o Caracas. Ciudades con su particular atractivo, y en todas he visto a los caídos, los desechados, bien por su propia cuenta o la de otros. Esta vez tuve una inusual sensación, tan cerca de donde se produjeron señales y prodigios para rescatar a un grupo de esclavos que aún carecían hasta de gentilicio; sin embargo, milenios más tarde, desde esta herencia de faraones y hasta las más modernas ciudades, hay quienes necesitan ser liberados, no del látigo del capataz de ladrillos, ni de una situación social o económica, sino de la esclavitud del alma, un sentido de miseria interior, soledad, una no-pertenencia, que se ha apoderado de tantos quienes parecen haber decidido que su vida no importa.
Terminada mi caminata, y tomando un café servido por una gentil empleada del lugar donde estoy, meditando, escuchando por un lado altoparlantes con un llamado en árabe a clamar al “Altísimo” en este Ramadán, y música en ingles de fondo…entonces, esa recurrente y apacible voz en mi mente...José, ¿sabes que yo amo a esta egipcia que te sirve, tanto como a su jefe tras el mostrador, al catire con cara de alemán sentado a tus espaldas, al asiático que está a tu derecha y los mendigos que viste en aquella calle polvorienta? Dime José ¿Cuál de ellos crees que sea mi familia? Te he permitido leer lo que he hablado y ver el mundo, dime ¿Cuál es la forma en que crees escojo a mi familia? ¿Su procedencia, su aspecto, su intelecto? ¿Cuál es mi familia?
Una sensación de gratitud me llena, recordando las palabras de Jesús, hablando a los desechados de su tiempo, los “perdedores”. No estaba en la sinagoga, pues había salido ante el acoso de religiosos que allí mandaban. En algún sitio sin renombre, abierto, donde abundaba la necesidad y faltaba prestigio; el Maestro pronuncia lo recogido en Mateo 12:50: “Todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo es mi hermano y hermana y madre”. Si alguna empresa estaba buscando reclutar personal para expandir su negocio o hacer publicidad, con toda seguridad no habría buscado candidatos en esa audiencia de Jesús, salvo que fuera para hacer alguna prueba de desodorante o rescatar a los que teniendo comodidad económica se trepaban a un sicómoro y dejaron un próspero negocio de pesca en manos de primos para seguir a Jesús. Eran aquellos por los que las probabilidades de grandeza histórica no alcanzaban ni para pagar el viaje en burro de Jerusalén al monte de las olivas. Entonces llegaron su madre y hermanos. Algún colaborador se acercó al Maestro a decirle, seguramente al oído para no interrumpirle, sobre la distinguida visita…su familia de carne y sangre.
Hay tres principios que Jesús incluye en sus palabras sobre su familia. Si no te aburrí con esta larga introducción permíteme decirte brevemente algo sobre cada una, y animarte a profundizar, a solas, en ellos.
ACCION
La familia de Dios se conforma por los que obedecen a Dios, quienes hacen su voluntad, lo que implica vivir conforme a los principios contenidos en su palabra. Quien actúa conforme a esa palabra se impregna del carácter mismo de Dios. Los rituales eran, y siguen siendo, la base de muchas creencias y religiones; y no deja de ser interesante que quienes más se opusieran a sus enseñanzas fueron personas ritualistas que se jactaban de ser descendientes de Abraham. La respuesta que recibieron fue “Dios podría levantar una descendencia de las piedras”. Sus palabras no buscan restar merito a la vida de Abraham, sino resaltar que ser familia de Dios es producto de confiar y disfrutar compañerismo con el Padre, no el haber nacido en una tierra o ser el bisnieto de algún notable.
SUJECION
Llama la atención que quienes fueron a conversar con Jesús eran su madre y hermanos, de seguro había algún rasgo físico parecido entre el Maestro y ellos. Pero en sus palabras el destaca que su prioridad es “Mi padre que está en los cielos”. La ascendencia familiar destacada por Jesús fue la de quien está sobre él, y a quien se sometía gozosa y voluntariamente. El mensaje es claro, mi prioridad de vida la tiene El Padre, los demás vienen  luego. Me parece que uno de los problemas que tienen muchas instituciones religiosas es el de tanto intermediario entre los feligreses y el Padre. Entre Dios y las personas se ha pretendido insertar desde ángeles, santos, religiosos, filósofos; hasta amuletos y personajes que más bien pertenecen al basurero de la historia. Toda esa intermediación suele venir acompañada de exigir sujeción, sometimiento a la voluntad y hasta capricho de nombres e instituciones que podrán disfrutar el beneficio de manipulaciones y tradiciones históricas, pero carecen de piso espiritual. La afirmación de Jesús es base sobre la que descansan quienes aceptan ser su familia, “Mi Padre” sobre todas las demás personas y cosas. Haremos bien en recordarlo.
FRATERNIDAD
Nadie hubiese criticado que aquel joven de unos 31 años recibiera a su familia a su lado, o atenderles con algún privilegio. En cambio, sus palabras establecen su principio de fraternidad. Los que obedecen a Dios son “sus hermanas y hermanos”, ni por encima ni por debajo sino iguales en cuanto a su condición de tener al Padre dirigiendo sus vidas, sin imponerse entre ellos. Lo que llamamos “iglesia” debe ser la familia de Dios, no un club ni jerarquía. Me gusta saber que Dios tiene hijos cuya única distinción es su determinación a servirse unos a otros, y lo hagan con fraternidad. Hace días mostraban en un noticiero un viejo video de Michael Jackson y rostros de seguidores que deliraban cuando pasaba cerca. La sensación de estar cerca de un famoso parece dar un sentido de cercanía a algunos, aunque sigan ídolos con pies de barro. Los seguidores de Jesús no tenían esa conducta frenética, pero a su alrededor solía haber un gran tumulto. Es entonces comprensible que al llegar su familia se diera privilegio de acceso, sobre todo en esa cultura. Al parecer en ese momento el Maestro no era bien visto por su familia y hay versiones bien interesantes del motivo de su visita, pero estarás de acuerdo conmigo que algún presente pensaría “quien fuera parte de su familia”. ¿Te gustaría ser familia de algún famoso? Flashes de cámara, aplausos, reconocimiento. Eso no es nuevo. Lucas escribió en 11:27 que una mujer dijo en voz alta “bendito el vientre que te trajo”, ¿Sabes lo que respondió Jesús? “Antes benditos los que oyen y cumplen la voluntad de Dios”. Acá está el hombre que daba esperanza a los desesperanzados, que alentaba a los que pensaban que a nadie le importaba, diciéndolos que ellos son invitados a ser familia de Dios, pues la ascendencia con la Divinidad no consiste en proceder de cierta familia, ciudad o religión, sino de obedecer la voluntad de Dios, y que quienes así hacen son sus hermanos y hermanas, sus iguales, igualmente amados por el Padre. ¿Te anima eso? A mí me anima mucho.
Conclusión:
Jesús es un buscador de familia, a cuyos hermanos y hermanas ha venido encontrando en lugares como frente a una mesa cobrando impuestos y agarrando su tajada, a otros tejiendo redes de pesca entre la vulgaridad y los pleitos, en la soledad de un camino al lado de un pozo profundo, debajo de una higuera, oculto en una cueva, en autobús, tren y avión, algunos han llegado a ser aplaudidos y honrados, otros burlados, perseguidos y asesinados. En lo que todos se parecen es en que no volvieron a ser la misma persona desde que decidieron ser su familia.
Imagino a Jesús con su cámara…quiero tomarle una foto a todos, así que apriétense bien, hagan espacio para Aasiya, mi hermana egipcia que sirve ese delicioso café, también a Lee mi hermano de China experto en computadoras, pégate Marteen no te hagas el seco que te queremos sonriendo en la foto, levántense de esa calle hermanos que aunque les llamen mendigos quiero que sean mi familia…los quiero a todos en la foto porque los amo a todos, PERO recuerden, mi familia son quienes oyen y hacen la voluntad de mi Padre. Aja, quedó súper, pero no se me dispersen, quiero otra…yo en medio. ¿Lo puedes imaginar?
Esa voz apacible…¿Sabías que sigo buscando a mi familia José? He diseñado un sitio especial para cada quien, somos muchos pero conozco a cada uno en particular, y para cada una de esas particulares almas he estado preparando un lugar. Uno de ellos tiene tu nombre. Eres mi familia.