domingo, 7 de diciembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: La niña y el pintor

La niña y el pintor
Por José Gil
Ese  domingo había ido a Ámsterdam para entrar a uno de sus principales museos, el Rijksmuseum, con gran expectativa por aprender algo de la rica historia artística de Holanda, plasmada en obras que datan desde los 1600, y que solo había visto en libros de educación artística en la adolescencia. El legado de Rembrandt, considerado el más notorio pintor holandés, y de los más importantes y famosos de Europa, me pareció realmente extraordinario. Una obra llamó en especial mi atención, “Los vigilantes de la noche”, los detalles de los tonos de colores y sombras parecen más de una fotografía tomada con una cámara moderna de alta resolución que un trabajo pintado a mano en 1642, realmente fascinante. Leí, ávidamente, la explicación sobre los detalles de esa obra, que presenta una interesante y jocosa curiosidad, pues detrás de varios personajes en la pintura se observa, parcialmente, el rostro de un joven que, según opinan los conocedores del tema, es el mismo Rembrandt, quien de ese modo legaría su propia imagen a través de su obra. ¿Qué le motivo? Pertenece al misterio de las emociones del ser humano, pero allí quedó plasmada su imagen. Fue un recorrido educativo que, además de recordarme la infinidad de cosas que ignoro, renovó mi admiración por lo que logra expresarse por esa cosa tan única llamada “arte”, que es como la sabia del alma sensible, en su deseo de expresar, en forma tangible, las emociones y sentimientos del ser. Recordé que según el relato bíblico, cuando Dios vio al ser humano insertado en la armonía creada “vio que era bueno en gran manera”. Su propia imagen y semejanza encapsulada en cuerpo y mente, diseñados para lo extraordinario. Al terminar el recorrido decidí ir a otro museo, relativamente cerca, en el que conocí algo de otro tipo de legado, otra historia, no jocosa, muy distinta, obra de arte legada por una niña que sufrió los rigores de la guerra: Anna Frank.  Emotivo ver algunas de las páginas escritas durante su cautiverio, caminar la angosta e inclinada escalera que conectaba los pisos entre aquellas estrechas habitaciones de la Ámsterdam de 1943, la falsa biblioteca que daba acceso al escondite. En solemne silencio leí en las paredes traducciones de algunos de sus escritos, indicando que debían guardar silencio casi todo el tiempo para evitar ser descubiertos. Escuché audios y vídeos de los 90, en los que dos sobrevivientes, que le conocieron, compartían algunas cotidianidades y hablaban de lo que Anna era…una niña, enfrentando la violenta y cruenta estupidez de la guerra. Ese museo es, en realidad, la casa donde 8 personas, entre ellas Anna, se ocultaron hasta ser descubiertos en 1943, no se sabe si delatados, y llevados a campos de concentración, donde la niña murió. El momento culminante, que me motiva a escribirte hoy, fueron unas líneas escritas por esta niña en su diario, algunas cotidianas, otras melancólicas y reflexivas, pero todas contentivas de una sensibilidad que expresa la nobleza de quien no se marchita aunque el odio y la sinrazón de la violencia le hostiguen. Frases como “a pesar de todo sigo pensando que la gente es buena”, “mientras puedas mirar al cielo sin temor, sabrás que hay pureza en ti, y que, pase lo que pase, volverás a ser feliz”.  Ahora, recordando el recorrido por la que fue su habitación, con aquellos recortes de fotos pegados en la pared y ventanas forradas con tela negra por dentro para no ser vista desde la calle, cierro mis ojos y repaso una parte de su escrito que recordaré “quiero que algo de mi perdure, después de la muerte”. Trascender, perdurar, legar, continuar viviendo, incluso después de la muerte. Solo el pincel de un alma impregnada de vida y amor puede dibujar un cuadro de esperanza desde una cruenta guerra y una humillante prisión. No me entiendas mal, no hago culto a la persona, la historia de Anna es la misma que vivieron cientos de miles de almas, pero su legado nos permite hoy, casi sesenta años después de terminada la guerra, además de recordar el sufrimiento de tantos, recordar la esperanza de algunos. Me hizo recordar unas palabras escritas al final de la biblia, donde dice“dichosos quienes mueren confiando en Dios, pues sus obras continúan con ellos”. Es la forma de decir que su legado perdura incluso después que ellos se van a casa. Estoy agradecido por haber estado en presencia de dos legados importantes del arte de mi especie; ambas ocupando su momento y sitio en la historia, pero lo que más atesoro es ser testigo del arte que sobrepasa a los demás, el que brota del alma cual semilla hecha árbol luego de morir en tierra: esperanza, plasmada en lienzo que no enmohece ni expira pues sobrevive incluso a su sembrador. Ahora me pregunto, y te animo a preguntarte ¿Cuál es nuestro legado? Porque todos, sin excepción, tenemos el diseño de la grandeza en nuestro ser, aunque con demasiada frecuencia nos dejamos vencer por el desánimo del entorno que nos toca vivir. Si este fuera mi último día sobre esta tierra ¿Qué me gustaría legar para que otros encuentren esperanza en un mundo donde su escasez de acentúa con el pasar del tiempo? Hay un artista en cada uno de nosotros, puesto allí por Dios, para que florezca y sea una referencia a nuestros semejantes. Ese es al artista dormido, puede que moribundo, que Jesús vino a abonar para que florezca. Una niña y un pintor me han permitido ver dos formas de querer dejar algo como herencia a quienes les sobrevivirían, y me anima pensar que si mi legado está impregnado de esperanza…no habré vivido en vano. Feliz día. 

domingo, 23 de noviembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Segundas oportunidades

Segundas oportunidades
Por José Gil
Esa mañana había salido con buen tiempo para tomar un tren que me llevaría a la ciudad de Voorburg, en la que a primera hora debía estar para cumplir un compromiso de trabajo. El día anterior había abonado saldo a una tarjeta de embarque en el tren y tenía suficiente saldo para hacer unos cuantos viajes sin problema. Al llegar a la estación pasé la tarjeta por el dispositivo de lectura y ubiqué el andén número 6, donde vi el aviso que confirmaba la hora y destino, ese era mi tren. Confiadamente subí y tomé asiento. Las puertas se cerraron y se inició el  recorrido, entonces ocurrió lo que me motiva a escribirte hoy. El controlador del tren vino para verificar que los pasajeros hubieran pagado su viaje y el primer pasajero que revisó fui yo. “Hay un problema” me dijo, y yo me sentí preocupado pensando en todo menos en lo que me diría después…”su tarjeta está bien y tiene saldo, pero este viaje no fue cargado al sistema”. Para ese momento ya algunos pasajeros miraban al cara de latino o árabe, posiblemente pensando que era un coleado. Si fuese uno de esos X-Men habría mutado mi rostro para esconder mi rubor…justo cuando yo venía tan confiado de que estaba haciendo todo bien. Sin inmutarse el controlador me observó severamente e hizo una pregunta “¿Se aseguró que la luz del dispositivo se encendiera al pasar la tarjeta?” Creo que mi estatura se debe haber recortado unos cuantos centímetros…”no recuerdo”. Una vez más me miró y dijo “¿A dónde se dirige?” Justo en el momento que por el altavoz se oía una voz metálica “la próxima estación Voorburg”. Era donde me correspondía bajar, pero un descuido antes de tomar el tren, me enfrentaba a una inusual vergüenza, sin contar una posible multa o algo más severo. No había prestado atención a la luz verde al pasar mi tarjeta. Desconozco si fue su percepción de que no le mentía o su sensibilidad ante un extranjero visitante, o ambas, pero la frase final del controlador para mí fue “debe poner más atención la próxima vez”, y sonriendo me advirtió “no pase la tarjeta al salir o será multado”. De modo que, avergonzado, viaje gratis, porque la autoridad del tren mostró gracia aunque también advirtió justicia. Me dio una segunda oportunidad, decidió confiar que la próxima vez yo mantendría la intención de hacer lo correcto pero además pondría atención a los detalles importantes. Ahora, me pregunto, cuál habría sido mi decisión si yo hubiese estado en los zapatos del controlador, en un país organizado hasta en mínimos detalles, cuyos pocos casos de delincuencia suelen estar asociados a “visitantes” y, tan temprano, toparse con un sospechoso de estar aprovechando su sistema y estilo de vida. ¿Qué habrías hecho tú conmigo? Algunas veces somos severos al emitir juicios a otros, pero una voz en nosotros tantas veces grita por benevolencia. Con demasiada frecuencia superficialidad y religiosidad  nos hacen sentenciar a algún “avergonzado” en el camino, cuando nosotros mismos hemos sido tantas veces beneficiado por segundas oportunidades. Una de las cosas más maravillosas de la vida se produce cuando una segunda oportunidad nos es regalada, aunque merecíamos vergüenza y multa. ¿Alguna vez tuviste esa rara sensación de caminar sobre una cuerda floja entre la vergüenza y tu destino? Puede que me equivoque pero me parece que todos, en el sentido espiritual, en algún momento, hemos estado en ese vagón, incluso algún santurrón que enviaría a todos al infierno. Viene a mi memoria historias cuando Jesús tuvo un encuentro con personas que estaban en un vagón del tren de la vida del que merecían ser expulsados, y ¿Sabes cuál fue su sentencia? “Ve, y no peques más”. A un religioso de su tiempo le preguntó si un acreedor perdonaba a dos deudores, el primero una gran deuda y al otro una más pequeña ¿Cuál amaría más a quien perdonó? La sabia respuesta: aquel a quien más se le perdonó. Si pudiéramos trascender al nivel de las oportunidades que hemos recibido disfrutaríamos una actitud de agradecimiento que nos daría una armonía interna que reyes y generales han buscado en las guerras equivocadas. Tengo buenas noticias para ti. La vida ofrece segundas oportunidades porque la persona con autoridad la ofrece: Jesús. Segunda oportunidad para recuperar una imagen deteriorada, sanar heridas, recuperar un dialogo perdido. Me gusta saber que el controlador del tren de la vida tiene la autoridad para bajarme, multarme y hasta hacerme detener…pero mira mi condición y me ofrece una oportunidad de hacerlo mejor. Me gusta pensar que la vida me dice “José, sé que puedes hacerlo mejor, eres libre, estas absuelto, ahora haz las cosas bien y pon atención para hacerlo mejor…aprende y avanza”. El Dios en el que creo tuvo firmeza de carácter para expulsar a quienes robaban en su nombre, pero también la sensibilidad para decir a los que viajaban sin pagar “ve, y no peques más”. Soy un alma agradecida porque ese controlador de tren me permitió recordar, esa mañana de invierno, que alguien, en un caluroso día de primavera, me absolvió para que no viviera en vergüenza, sino disfrutando una segunda oportunidad. Ahora puedo incluso aprender suyo para dar segundas oportunidades en el camino. Agradece y disfruta tu segunda oportunidad, y extiéndela a otros. Feliz día.

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: La plegaria del valiente

La plegaria del valiente
Por José Gil
Caminaba por el centro de la ciudad de La Haya, era Domingo, temprano, y muy pocos transeúntes se veían por aquella usualmente concurrida calle. Aprovechaba que el sol regalaba algo de calefacción gratuita y la tranquilidad y silencio del entorno. Antes de llegar a una esquina vi a mano derecha un montón de mis artículos preferidos: libros. “Librería central Americana” decían unas letras color azul en la entrada. Estaba abierta, así que entusiasmado entré. Mis ojos recorrían algunos títulos, algunos de los cuales no entendía por cierto, cuando encontré un estante con el título “libros en español”, y me dispuse a mirar títulos y autores. Benedetti, Borges, Allende, figuraban entre los destacados. Fue curioso mirar “El largo camino hacia la libertad” de Mandela al lado de otro libro, escrito por cierto personaje de la política norteamericana cuyo nombre me reservo…sonreí y conversé puertas adentro de mi alma, si coexistieron en el planeta ¿Por qué no en una librería? En cierto momento tomé del estante un libro y leí, al principio de uno de sus capítulos, una frase que, de inmediato, hizo conexión conmigo: “Nunca estas solo, no tengas miedo aunque el camino se haga largo”. Tal frase inscrita en la biografía de un joven que enfrentaba un cáncer terminal me recordó el porqué de cuando en cuando mi alma se pone de pie para aplaudir a guerreros, a valientes que, anónimamente, libran una batalla más digna que muchas de las absurdas que la historia -y quienes la escribieron- han querido elevar para alimentar patrioterismos superficiales. La batalla en la que cada alma enfrenta sus gigantes, sus demonios, sus pruebas…como lo queramos llamar. Me fascinó que incluso en su hora menguada ese joven, lo mismo que tantos otros, descifran la clave para derribar al Goliat en su Valle de Elah. No estamos solos. Nunca, jamás estamos solos. Cuando leo algunos de los escritos que algunos de tales valientes han dejado percibo algo en común, un sentido de lo eterno, de lo que permanece, de algo que trasciende a la vida física. Lo llamo alma, y cuando el valiente enfrenta al gigante, sus acciones, tanto o más que sus palabras, son una plegaria que dice “no estoy solo, venceré”. Ahora déjame decirte lo que me motivó a escribirte estas líneas. Una cosa que ya no es tan inusual para mí es que, apenas unas horas antes de entrar a aquella librería, había participado en un dialogo sobre la soledad y el valor, sobre el vacío y miedo que puede producir en un alma el sentimiento de soledad. Entendí que no estaba allí por casualidad. Estaba allí para encontrar una respuesta que compartir, procedente no de quien disfruta el andar en una cómoda y segura ciudad de Europa, sino de un joven que enfrentó a un gigante llamado cáncer sin perder el valor. ¿De dónde viene la fuerza de este tipo de valientes? De su confianza en Dios. Cínicos y mercaderes de fe han poblado estantes de la baratija de la historia, pero la sección de valientes suele estar ubicada en autores anónimos cuya intención no fue vender, dominar ni manipular sino que la victoria era el destino de su alma, aunque no contaron con compañía humana en muchos de sus tramos. Mientras caminaba de regreso para plasmar estas líneas recordé una de los pasajes más atesorados de mi vieja Biblia, son palabras que Dios dice a un solitario joven procedente de una familia disfuncional, desechado en muchos aspectos, pero con un corazón valiente. Dios le dijo a ese joven: “Aunque tu padre y tu madre te abandonaran, yo nunca te abandonaré ni te dejaré”. Pienso en mi madre, enviudando con 37 años, sin trabajo, dinero ni profesión, justo el mismo mes que la casa alquilada en que vivíamos se derrumbara, ya tiene 73 y proclama a vecinos y amigos que “nunca ha estado sola”. Pienso en aquella amiga cuyo esposo fue asesinado frente a su casa, en quien injustamente fue humillado y echado de su trabajo para enfrentar una crisis económica que había llevado a algunos incluso al suicidio…si, la soledad es un gigante temible y terrible, pero entonces el alma valiente eleva su plegaria: “no estoy solo, venceré”. ¿Sabes? Nunca estarás solo o sola, naciste con los ojos de Dios sobre ti, una compañía que se manifiesta a través de otras almas, pueden ser familia, amigos o los samaritanos del camino, pero siempre has estado en compañía, siempre. Pienso en Jesús diciéndole a sus seguidores que “los ángeles que cuidan a los niños ven el rostro del Padre cada día”. Estamos acompañados, la soledad nos pone en estado de sitio solo cuando sacamos la vida de su contexto intelecto-espiritual. La tristeza puede invadirnos en tiempos peligrosos. Pienso en aquel viejo profeta deprimido que pensaba ser el único que continuaba confiando de Dios. ¿Sabes la respuesta Divina? Ponte de pie y anímate, porque “yo te mostrare que hay siete mil que me son fieles”. Imagínate, Elías pensaba estar solo pero había siete mil valientes como él. ¿Imaginas cuantas almas valientes están ahora mismo, igual que tú, enfrentando su batalla mientras elevan su plegaria? No son plegarias de desespero, aunque algunos pasajes de la vida son feroces, son la plegaria de quien sabe que Dios la acompaña en dos formas: externa a través de otras almas y ángeles (sus agentes secretos infiltrados en territorio hostil), e interna, avivando esa confianza que nace dentro de nosotros. En este día mi alma aplaude de pie a los valientes del camino, a los que van dejando una huella que vale la pena seguir y celebrar, a los que anónimos se levantan contra la injusticia, el miedo, se esfuerzan a favor de recuperar la dignidad del alma. Me gusta pensar que, en sus propias palabras, algo en su ser interior les hace confiar “no estoy solo, venceré”. Quiero hacerme eco de esa plegaria: “no estás solo, vencerás”. Feliz día.

domingo, 26 de octubre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Lo inservible

Lo inservible 
Por José Gil.
La madre y hermana quisieron regalarle algo especial, para lo que hicieron lo que forma parte de una historia contada por TV. Su viejo auto, un Volkswagen de los 60, había estado abandonado en un viejo garaje durante 10 años. En varias oportunidades el joven había dicho, con nostalgia, que tenía el sueño de algún día manejar aquel auto. El deterioro era profundo, un motor trabado, su interior enmohecido y la pintura deslucida. Luego de un plan concertado, las dos damas llamaron a un especialista en recuperar autos que otros diagnosticaban inservibles. Te haré esta historia corta, por si eres impaciente como yo. En 21 días ellas llamaron al joven por teléfono, pidiéndole que fuera a verlas de inmediato por un asunto que tenía que ver con su viejo auto y requería urgente atención. Al ver su viejo escarabajo, restaurado y preciosamente acabado, el joven tuvo un emotivo y entusiasta agradecimiento con su madre y hermana…le habían devuelto lo que parecía inservible. ¿Te gustó la historia? Es real, a mí me encantó. Quiero ahora contarte, brevemente, otra, que representa millones de historias. Me refiero a las vidas de tantas almas, diagnosticadas inservibles por otros y que, en este mismo momento, están esperando que alguien tenga más que buenos deseos y tomen la iniciativa para brindarles una oportunidad de recuperar su brillo, su frescura, su razón de ser. Son demasiadas las almas abandonadas en chiveras espirituales, desgastadas, secas, zombis caminantes. Sobre ellos hay quienes hablan, sin acercárseles por supuesto, para luego etiquetarles como…inservibles. Aprendimos a ver a otras personas en función de su utilidad para nosotros, pero no como almas que pueden necesitar de nosotros. Para aderezar el asunto tenemos a tanto religioso que pasa al lado de los caídos del camino sin tomar el tiempo de atenderles, aunque en sus discusiones teóricas son capaces de partir un pelo de religión en varias partes. ¿Conoces a alguien cuya vida sea “inservible”? Son muchos los lisiados y caídos al lado del sendero que las almas caminan, muchos hasta sonriendo por fuera, pero su mundo interior paralizado. Déjame decirte, sin lugar a dudas, alguien ama profundamente a esa alma, una tía, un padre solitario, un excompañero de estudio, y puede que no sepan cómo o que hacer mientras miran que el deterioro continúa. Incluso si no queda nadie que resista amar o desear algo por tal persona, Dios le ama. ¿Conoces a alguien en esa condición? ¿Podría ser que una parte de nosotros se halle así? Viene a mi mente Simón, fascinante personaje en “El milagro más grande del mundo”, un trapero que recogía lo desechado, cuya vida y mensaje permitió recuperar al autor del libro mismo. Me pregunto ¿Qué nos ha pasado? Si estamos tan enredados en una vida “útil” en lo monetario, intelectual y religioso, pero poco o nada hacemos para ayudar a quienes hasta hace poco caminaban a nuestro lado y, por cosas de la vida, están en la lista de inservibles de una sociedad que se evalúa según tiene, sabe o produce. ¿Te gustaría ayudar? Es tan fácil, aunque lo hemos enredado mucho. No se trata de irte a vivir a un jardín y comer flores, tampoco de iniciar una campaña internacional o unirte a una organización. Se trata de que compartas esperanza llamando al especialista en dar esperanza y recuperar lo “inservible”. Se llama Jesús, aunque tiene otros nombres en otros idiomas y culturas. Pero ten cuidado, no es el que tienen por allí cautelosamente clavado en una cruz, pienso que por temor a que se baje, ni al que  pintan como recién salido de un salón de belleza en películas,  tampoco al que venden los mercaderes de fe para llenar sus bolsillos y manipularte. Es quien dice “he aquí yo hago nueva todas las cosas” y “abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad”. Creo que existe un Dios que ha señalado a Jesús para mostrarnos al experto indiscutible de recuperar las almas enmohecidas. Es el especialista en recuperar las almas en sus emociones, convicciones, pensamientos y afectos.  Quien te escribe agradece las llamadas que almas amigas han hecho en forma de oración, solidaridad, exhortaciones y consejos; apelando sencillamente al maestro de las emociones, al especialista para restaurar. Estoy agradecido por haber entendido que en la vida vamos siendo salvados de tantas formas y maneras, pero es el rescate del alma el más importante, y en eso la verdadera autoridad es mi amigo Jesús. ¿Lo conoces? Es fácil, solo debo buscar sus palabras en mi vieja biblia, meditarlas, confiar en sus promesas y vivir conforme a su armonía con el Dios Eterno, llegar a pensar, hablar y actuar como él. Haciendo esto podemos esperar ver algo maravilloso: la renovación del ser. En la primera historia que te conté el joven termina manejando, feliz, su auto, junto a su madre y hermana. Quiero terminar la segunda recordando lo que el padre dijo a su hijo mayor en la parábola del hijo prodigo: “es necesario hacer fiesta porque este hijo mío se había perdido…y ha sido encontrado”. Me gusta pensar en un Dios que celebra ver restaurado lo que había sido diagnosticado causa perdida, un amor que no se cansa de esperar lo mejor de nosotros, pues contamos con su especialista. Feliz día

lunes, 20 de octubre de 2014

TU REFRIGERIO ESIRITUAL DE HOY: VOLVER A REIR

Volver a reír 
Por José Gil.
Estaba conversando sobre el entusiasmo cuando una de las personas presentes me compartió una frase que atesoro con especial agradecimiento a la vida: “José va a ser eterno”. Ante mi solicitud de aclarar semejante expresión nos compartió que su hija le había dicho eso, luego de haber escuchado en un programa de ciencia que la medicina moderna sugiere que reír 15 veces puede agregar 1 día de vida. En ese punto los presentes reímos y yo di silenciosas gracias a Dios por haberme provisto de un entusiasmo que ha sido fiel compañero a través de días despejados y tormentosos. Según William Fry, psiquiatra estadounidense, 5 minutos de risa equivalen a 45 minutos de ejercicio ligero, asunto que me parece fascinante. Pensando en momentos de los que poco o nada feliz puedo decir vino a mi mente un pasaje de mi vieja biblia: “Un corazón alegre es como una buena medicina, pero un espíritu deprimido seca los huesos”, Proverbios 17:22. Fíjate en algo interesante: la alegría es medicina. Es fácil reír cuando las cosas marchan conforme a nuestros planes y deseos, pero cuando la adversidad aparece son muchos los corazones que sucumben ante la tristeza, amargura o el dolor. En el otro extremo encontramos a quienes ríen del mal o dolor de otros y, en muchos sentidos, el humor, para muchos, se ha convertido en burla, lo que desdibuja la dicha de una sana alegría y siembra raíces de odio entre el burlón y el burlado. Incluso hay quienes ríen ante bromas que destacan violencia, ilegalidad o inmoralidad. En otros casos, la vulgaridad ha sustituido a la alegría. ¿La diferencia? Aquella degrada, esta edifica. Entonces, pensando en los momentos de los cuales es difícil reponerse en la vida, y en la medicina que constituye la sana alegría, quiero compartirte esto: existe algo bueno por lo que aun vale la pena levantarse y luchar, con entusiasmo, con alegría, con fervor y con el alma encendida. Puede que estés enfrentando la tragedia o la incertidumbre en este momento, pero la alegría solo está esperando que la invoques para sanar tus emociones. Empieza hoy, sal del letargo de la tristeza recordando que eres un alma única a la que Dios ama profundamente. Conozco a tres mujeres cuyas parejas fueron asesinadas, dos de ellas debieron ser sometidas a intensos tratamientos y operaciones por cáncer y sus recursos financieros no eran precisamente holgados. Esas tres mujeres muestran un sentido de alegría y entusiasmo por la vida que tantos quisieran poder disfrutar….y pueden, pero necesitamos darnos la oportunidad de reencontrar la sencillez en la cotidianidad. Existen estudios que sugieren que los niños a los 6 años ríen unas 300 veces por día; pero un adulto lo hace entre 15 y 100. ¿Qué es lo que nos ha pasado? Nos hemos dejado robar la alegría, deprimidos por extender nuestro propio dolor; y nos hemos dejado engañar por quienes venden risas sobre la burla o la degradación del ser. Jesús mismo tuvo momentos para llorar al saber que un amigo había muerto y ante la insensibilidad y maldad de sus paisanos en Jerusalén, pero sus palabras resaltantes para sus amigos fueron “ustedes están tistes ahora, pero nos volveremos a ver y nadie les quitará esa alegría”. La tristeza y la depresión agitan y envejecen, literalmente, a la persona, mientras que la alegría sana, rejuvenece. Estoy convencido que los niños disfrutaban la compañía de Jesús porque su personalidad les era grata, era otro niño, uno que supo distinguir la responsabilidad de ser adulto sin dejarse robar el brillo de la niñez. Me causa risa las demagógicas propagandas electorales típicas de mi cultura, en las que el político habla sobre rescatar o salvar a los “niños pobres”, mostrando de fondo a niños en un barrio o barriada deprimida. Lo curioso es que, por lo general esos niños están corriendo y riendo…me pregunto quién necesita ser realmente rescatado. En este día quise compartirte que las noticias de sucesos y las tendencias financieras no parecen dar muchos motivos para reír, pero un alma que camina en armonía con Dios y se nutre de esa relación para el contentamiento y el entusiasmo, ha encontrado el secreto de la eterna juventud, con la cual su cuerpo puede envejecer y, eventualmente, apagarse, pero su alma siempre brilla, sabiendo que vale la pena volver a reír si vamos tomado de la mano con Dios. Feliz día.

lunes, 15 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Esperanza de regreso

Esperanza de regreso
Por: José Gil
Me encontraba en aquel estudio cerca de la Plaza Altamira, en Caracas, listo a tomar la foto que necesitaba para un trámite de trabajo. Delante de mí había otras personas esperando, me pareció que todas en sus 20 y tantos, excepto una niña de unos 2 años, a quien su padre trataba de convencer que mirara la cámara. Sus ojos se abrían mientras miraba en la dirección contraria…no pude evitar reírme. Finalmente, el fotógrafo dio paso a los más decididos, 5 personas en total, el quinto era yo. Al terminar de tomar todas las fotos, incluida las de la niña, el técnico tenía en la pantalla de su computadora las imágenes de todos para procesar fondo e imprimir. Fue cuando ocurrió lo que motiva que te comparta estas líneas. Se dirigió a los fotografiados preguntando el país al que viajarían…España, Inglaterra, fueron respuestas de quienes me antecedían. El color de fondo y tamaño de la fotografía dependía del destino. En ese momento repasé mentalmente una noticia que había leído el día anterior sobre 1.5 millones de personas que han salido del país en la llamada “estampida lenta”, durante la última década. Una mezcla de emociones rondó mi alma, por un lado pensar que gente joven vaya a explorar el mundo más allá de la esquina. Por otro lado, nostalgia de tiempos cuando Venezuela fue refugio de tantos que buscaban mejores oportunidades de vida. Españoles, italianos, portugueses, árabes de distintas regiones, llegaron a estas tierras, añorando la suya, pero entendiendo que no quedaba mucho para ellos allá en ese momento. Vinieron, algunos se quedaron, otros regresaron y, hasta ahora, hay quienes van y vienen compartiendo espacios tiempos, y entendiendo que hogar no es un pedazo de tierra que posees sino el lugar donde eres bienvenido. En fracciones de segundos recordé momentos en que he salido a trabajar, haber conocido personas y lugares en los que confirmé la compañía de lo Divino, cuidando y animando, alguna lagrima de despedida…pero sobre todo, recordé la emoción de un reencuentro, un abrazo, un bienvenido de vuelta a casa. Pensando en esas cosas encontré en mi vieja Biblia esta frase: “hay esperanza de un porvenir, dice el Dios Eterno, los hijos volverán a su propia tierra”.  Inmediatamente me apropié de esa promesa. Me gusta saber que existe una tierra, un sitio, una mezcla de aromas, paisanos, calles que pueden hasta ser polvorientas y plazoletas sencillas, que hacen suspirar a quien se encuentra lejos de lo que siente “suyo”, en especial si la causa de alejarse no es la falta de aprecio sino la individualísima búsqueda que cada alma debe completar para madurar esa versión de sí mismo, sellada en su ser interior. Hay momentos cuando ver que otros se van nos hace sentir, a quienes nos quedamos, que los ganadores, los exitosos, son ellos; y los que se quedan son perdedores. Eso no necesariamente es así. Quien te escribe ha vivido ambos lados del viaje y entiende que el éxito no depende del sitio en que estés, sino de la actitud con que exploras y el entusiasmo en cuanto haces. Deséale lo mejor a quien parte en su exploración de vida, y mantén la esperanza de un reencuentro. No te creas desleal por irte, no te veas como perdedor si te quedas. Alimenta la esperanza de reencuentro. Hay algo que se apodera de mi mente en este momento: la esperanza de que los hijos volverán a su propia tierra. Pienso en las veces que por el retrovisor de mi camioneta veía a mi abuela parada a la puerta de su casita en la montaña, dirigiendo la señal de la cruz hacia mí, en su creencia que eso me protegería. Créeme que lo que me protegió y acompañó fue su sonrisa y sus ojos iluminados de….esperanza por mi regreso, y siempre regresaba, hasta que ella se fue a casa…donde por cierto también nos reencontraremos. Para algunos, ver alejarse a un ser amado abraza la esperanza de poder ir a verle, pero para otros solo hay esperanza de que vuelva a “casa”. ¿Sabes? Me parece que Dios nos permitió salir un día de “Su” casa, no porque quisiera que nos fuéramos, sino porque no es posesivo ni controlador, permitiéndonos tomar nuestro propio camino, aunque nos alejara suyo. Que interesante que sea ese mismo Dios quien haya motivado palabras de esperanza de retorno a casa, nuestra casa, donde pertenecemos. Fíjate en algo maravilloso, no existen las casualidades, mientras escribía esto recibo por mi teléfono una imagen que tiene escrito “Dios te guiará”, basada en Proverbios 3:5-6. Sin duda alguna, Dios nos guía a casa y eso alimenta mi esperanza de reencuentro. Agradezco a la vida por conservar la demente esperanza de que habrá un retorno, un regreso de quienes hoy se van…del mismo modo que un retorno a una vida en armonía con Dios, quien nos guía de vuelta, en el tiempo y al paso que cada uno de nosotros decidamos tener. Mantén la esperanza de un mejor porvenir, asegúrate que tú, igual que yo, estamos siendo guiados, pon tu mirada en Jesús…y síguele, el conoce el camino de regreso. Anhelo que, un día, regresaran los de España, los de Inglaterra, los que fueron a Colombia. Puede que no todos retornen, pues el propósito de vida de algunos les será mostrado en otra geografía lejos de la natal, otros volverán y otros compartirán afectos; pero por encima de todo, anhelo el retorno a una perfecta armonía con Dios, que es nuestra casa de origen...y destino final. Feliz día.

domingo, 7 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Viajando en el tiempo

Viajando en el tiempo
¿Alguna vez has deseado poder viajar en el tiempo? ¿Desearías ir a algún momento específico de tu existencia? Me parece que todos, en mayor o menor frecuencia, hemos deseado volver a algún momento pasado; bien para recrear aquella vivencia que refresca al alma, o para enmendar lo que consideramos fue un cruce equivocado en nuestro camino. Una forma particular de viajar en el tiempo es mirando fotografías, en lo personal me fascina mirar las que, en blanco y negro, me llevan a un tiempo en el que la nostalgia parece susurrarme al oído que “antes era mejor”. Estudiosos de la mente humana sugieren que hay un deseo implícito del ser humano por volver a “algo”, a lo que deberíamos agregar que no todos logran decodificar y en su búsqueda se define nuestro sentido de la vida misma. A ese algo me gusta llamarlo hogar y tengo la convicción que fuimos diseñados para encontrarlo; sin embargo, no lo hallaremos como viajeros furtivos al pasado y mucho menos si recordamos para atormentarnos a nosotros mismos. Que interesante que en la Biblia hay un llamado para que “hagamos memoria de las maravillas que Dios ha hecho” (1 Crónicas 16:12). Somos invitados, alentados, a que nuestros viajes al mundo de los pensamientos sirvan para afirmar que nuestra existencia ha estado rodeada de la obra maravillosa de Dios y que eso nos nutra de confianza y optimismo para seguir andando. Una epidemia que azota a tantas alma es la de revivir, con demasiada frecuencia, viejos pesares que arrastran, agobiando y robando su presente. Anclados en una vieja herida, una pérdida o una despedida abrupta, son presa de dolor, rencor, tristeza y desgano por la vida presente. Me parece que, precisamente porque sabe que tendemos a pensar en la tragicomedia pasada es que Dios nos invita a recordar sus maravillas, disponibles para nosotros. En este punto alguien que entienda su vida como un océano de sufrimiento puede preguntar ¿Cuáles maravillas porque yo no recuerdo ninguna? Mira el cielo en una noche estrellada, observa el fondo azul tras nubes blancas, siente la brisa del mar mientras escuchas las olas besando la costa, el canto de las aves, la risa de un niño, la luz en la mirada de la abuela ante las flores que trajo su nieto, y tantas otras cosas para las cuales nos hemos hecho miopes. Existe una música universal que es renovada diariamente y, si nos pasamos añorando ir al pasado para escucharla de nuevo, es porque no estamos entendiendo que la orquesta no ha terminado de tocar. El viaje en el tiempo es posible solo en una dirección…hacia adelante, asunto afirmado por los profetas y confirmado por la ciencia post-Einstein. ¿Quieres viajar en el tiempo? Mira fotografías, observa la luz de estrellas en el cielo, emitida hace miles de días y años, que recorrieron el cosmos para llegar a tus ojos…hoy. Si tu mente está viajando al pasado te animo a no dejarla allá, tráela de regreso, al presente, al hoy, no te pierdas la armonizada melodía que la vida sigue tocando para ti, afina el oído del alma, la melodía Divina se renueva cada día; incluso cuando repite algunos acordes. Hay muchas cosas espantosas ocurriendo en el mundo, pero la armonía maravillosa de Dios no se interrumpe, al contrario, eleva sus notas para que quien se aproxime las escuche fuerte y claramente. Todos recordamos personas, momentos y lugares que siempre tendrán un sitio atesorado en nuestra memoria, ellos nos ayudaron, de una forma u otra, a llegar donde estamos y a ser quienes somos…pero sigamos nuestro andar sin anclar la mente. Me preguntas ¿La meta de ese andar? Llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, como expresa Wayne Dyer en “El cambio”, cuyo video te recomiendo mirar en la red. Me atrevo a decirte que hay una fuerza en ti que está luchando para quitar la camisa de fuerza que le hemos puesto con tantos clichés, ansiedades y mal entendida vida social. Es tiempo de comenzar a recuperar en el presente lo que nos hemos estado robando a nosotros mismos por algunas cosas de nuestro pasado. Me gusta tanto saber que incluso Dios prometió no recordar nuestras perversiones, cuando nos dice “yo hago todo nuevo, y de lo primero na habrá más memoria” en Isaías 65:17. Una afirmación contundente de que, incluso lo Divino, nos anima a vivir hacia adelante, no trayendo a nuestra memoria los asuntos que han sido borradas de la de un Dios renovador. Me anima este pensar, me anima saber que aunque ya estoy en el atardecer de mi vida, la vida sigue estando en el hoy y ahora, la luz sigue iluminando para que explore cada día el tramo de camino adelante, hasta llegar a casa. Feliz día.

lunes, 1 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Lo pasajero y lo duradero

Lo pasajero y lo duradero
Hacía meses que no iba el mercado “Las Pulgas” en el centro de Maracaibo, caminando por la calle que da acceso principal a sus pasillos. Observaba con asombro el gran número de locales cerrados, no sé si por ser tiempo de vacaciones escolares o por haber perdido su batalla contra la economía nacional. Iba de regreso hacia el estacionamiento cuando escuché “cuarenta mil millones…”. Aquel vendedor de loterías hacía, voz en cuello, una oferta difícil de ignorar, en especial considerando el sitio y las personas que suelen caminar esa parte del mercado. ¿Cuántas cosas podría hacer? ¿Cuántos problemas podría resolver el joven que compraba aquel par de pilas? En ese momento mis pensamientos trajeron a escena una noticia que había leído la madrugada anterior sobre cientos de ciudadanos que viajan, desde Alemania e Inglaterra, a Suiza; para ser asistidos al suicidarse. Debes estar preguntándote la causa por la cual se hayan conectado esa noticia y la oferta del vendedor ambulante. Sin duda que algo tendrá que ver mi tendencia a conectar todas las cosas; sin embargo, déjame compartirte algo que puedes meditar por tu cuenta. Me parece que debido a abrumadoras carencias materiales de nuestro país, somos empujados a pensar que con dinero podríamos resolver el problema o, al menos, nuestro problema. Pero que interesante que, al otro lado del Atlántico, con un mejor poder adquisitivo, libres de las taras sociales que acá nos mantienen en zozobra…muchos se suicidan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que unos 360 millones de personas sufren de depresión, de los cuales 1 millón se suicida cada año. Me parece son dos expresiones de una misma tragedia. Allá soledad y pena, acá una selva de empujar y gritar por lo material. No pretendo saber lo que abruma al alma al punto de hacerle perder el afecto por la vida misma, al punto de terminarla por suicidio o incinerarla diariamente en su afán por cosas. Pero una frase bíblica viene a mi mente: “…el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Fortuna, fama, poder; han sido erigidos como trilogía de dioses de la sociedad, tras cuya búsqueda las almas tienen la misma esperanza de vida que los ratoncitos de laboratorio a quienes ponen a dar vueltas en jaulas tipo bombo, donde corren y corren, pero nunca avanzan ni se liberan. Muchos parecen haber perdido el amor a la vida al ser testigos de tragedias, incluyendo las suyas. Otros están muriendo un poco cada día, entregados a una tragicomedia para conseguir lo que ya los primeros tienen. Una misma respuesta es enviada para ambos, que bien puede servirme en mi andar diario: lo que permanece de la vida es todo cuanto pensamos, hablamos y hacemos, en armonía con la voluntad de Dios. Ah! ¿Y eso cómo se come? Se refiere a vivir en armonía con Dios (no con la iglesia ni religiones, por cierto), con nosotros mismos y, como resultado, con nuestros semejantes. ¿Cuándo fue la última vez que tomé un tiempo para orar, leer algo de valor espiritual, meditar? No me refiero a ir al templo a que me cuenten cuentos entretenidos, me hagan sentir buena persona, o me den un regaño…me refiero a ese momento en el que, a solas, marco una clara línea que distingue lo pasajero de lo permanente en mi ser interior. ¿Qué es lo que mueve mi vida? Mi respuesta es mía, igual que la tuya pertenece al sumario de tu existencia. En cuanto a la tragedia que puedas estar viviendo, quiero despedirme por hoy con una frase de Ana María Frank, niña que vivió el horror de la guerra, huyendo, oculta del ejército invasor que ocupaba Holanda. Ante la crudeza de lo vivido acuñó una frase que aun retumba en las almas que alienta: “No pienso en toda la miseria, sino en toda la belleza que aún permanece”. Somos beneficiarios de un mundo maravillosamente diseñado, una vida que nos es regalada cada día, y la oportunidad de discernir entre aquellas cosas que hacemos, las pasajeras y las permanentes. Es nuestra decisión cuales, y en que magnitud, son las que motivan nuestro andar y definirán nuestro paso en la eternidad. Feliz día.

domingo, 10 de agosto de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Aprender… ¿De quién?

Aprender… ¿De quién?
Caminaba rumbo a aquel cerro que otras veces había subido como ejercicio cardiovascular, aunque también por la calma que los sonidos y el verdor que los parajes de montaña me transmiten. Había pocas personas y tráfico en la avenida a esa hora, de modo que disfrutaba un relajado silencio. Me acercaba a una esquina cuando los vi, aquellos dos jóvenes conduciendo motocicletas en dirección contraria a la mía, muy cerca el uno del otro. El primero hacia la pirueta llamada el “caballito”, que consiste desplazarse con la rueda delantera de la moto levantada sin perder el equilibrio (ni la vida). Escuché cuando el que fungía como instructor dijo al otro “no tenga miedo, levante y mantenga el equilibrio, si se va para atrás salte”. Como seguían avanzando salieron de mi campo visual, aunque seguía escuchando a lo lejos que el maestro seguía guiando a su estudiante. Aquella avenida terminaba pocos metros más arriba y dieron la vuelta en “U” pues en segundos volví a escuchar que venían acercándose hacia mí. Las dos voces comenzaban a sentirse próximas cuando un estruendo me hizo voltear en alerta…el alumno acababa de perder el control de su moto y cayó aparatosamente en la acera mientras el caballo metálico le golpeo y siguió arrastrándose y perdiendo piezas hasta detenerse. Vi cuando su cabeza golpeó contra la acera y su rostro reflejaba miedo y dolor, quedándome una mezcla de susto, asombro y tristeza. Su “amigo” se la aproximó y más tarde sería trasladado al hospital. Luego supe que su lesión fue grave, no sé si mortal, y que en esa ciudad ocurren frecuentes muertes entre jóvenes en su intento de hacer piruetas en motocicletas. Ese absurdo desperdicio de vidas jóvenes me hizo pensar en la falta de guía o nuestra errada elección de maestros de vida, trayendo consecuencias tristes que pueden llegar a ser…mortales. Las palabras de Jesús “si el ciego guía a otro ciego ambos caerán en el foso” retumban en mi mente. En un tiempo en el que charlatanería y basura visual y sónica inunda a muchachos y muchachas, una decisión crucial es que aprender y de quien. Mientras millones de dólares se invierten en alentar a activar la adrenalina como forma de emoción en la vida, a la sensualidad desbordada y a un menosprecio a una vida sosegada e intelectualmente nutrida, tenemos palabras de sabiduría que nos muestran de quien y que podemos aprender. En un momento de conversación con seguidores y detractores Jesús dijo “aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. ¿Sabes algo interesante? Es la única oportunidad en que el Maestro hace referencia a su personalidad, y lo hizo para destacar dos cosas: 1) Invitarnos a aprender de él. 2) Su enseñanza es mostrar una vida de mansedumbre y humildad. Manso es una palabra que se refiere a un caballo que cabalga sin tirar a su jinete, a una persona con el temple para vivir sin violentar el derecho de otros. Humilde es una condición del alma que voluntariamente se sujeta a su relación con Dios como forma de vida. Muchos siguen como maestros o guías a personas intelectual y espiritualmente ciegas, por lo que a diario somos testigos de violencia y vidas truncadas o lisiadas. Hoy, lo mismo que ayer, a mi vida hay voces que me invitan a seguir a quienes hacen las piruetas de la vida…y una voz que me sigue invitando a aprender a calmar la tormenta del alma y tener serenidad puertas adentro del ser. Pero ¿sabes? La decisión es mía. Yo decido las cosas por las que vale la pena vivir, y debo asumir las consecuencias. Seguir como ciego a los guías ciegos me llevará -literal o figuradamente- a terminar herido sobre una de las avenidas de la vida. Mientras una vida valiente que se inicia en la paz de una armonía intelecto-espiritual como la ofrecida por Jesús…es garantía que aprendemos lo mejor de la vida porque tenemos al mejor instructor. Feliz día.

lunes, 4 de agosto de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Kifah: Pan y jugar

Kifah: Pan y jugar
Kifah, niño sirio
-¿Dime que ocurre?
-La gente está enojada.
-¿Por qué? Fue la pregunta de la corresponsal de guerra a Kifah, un niño en las calles de la ciudad capital más antigua que permanece en pie en el planeta: Damasco. El rostro de Kifah cambió de serena a una mueca de dolor, clavando una daga de tristeza, posiblemente como la de esa ciudad, en mi alma.
-No hay pan. Respuesta con lágrimas pero sin mostrar desespero.
En el fondo se escuchan explosiones. La última pregunta de la corresponsal. ¿Qué te gustaría hacer?
-Comer y poder jugar con mis amigos en la calle. Una ciudad bajo bombardeos entre dos bandos de “adultos”, quienes dicen desear liberarla y los que dicen defenderla de invasores. Poco o nada conozco de los intereses tras esas absurdas matanzas, pero las palabras de aquel niño se hicieron sello en mi mente...una voz quebrada que desea “pan y jugar”. Me hizo pensar en las cosas que suelen quitarme el sueño o irritarme, y sobre todo lo que me produce satisfacción. Invierto tanto tiempo pensando en cosas que, ante asuntos realmente importantes en la vida, son vanidad. Muchas cosas en una siempre empacada maleta, tantas cosas que ya no uso pero si son tocadas o perdidas me inquieto, un teléfono inteligente (el tercero, pues me han robado dos), libros, ropa y paro de contar. No me entiendas mal, estoy agradecido por poder disfrutar todo eso, pero me pregunto si en mi afán de vida haya yo descuidado lo sencillo, lo natural, que resulta ser lo esencial. Me gusta lo que escribiera T.S. Eliot, al referirse a nuestra búsqueda de sentido de la vida: “…el final de toda nuestra exploración termina en el sitio donde comenzamos”. No sé qué pueda hacer yo por Kifah, pero una voz en mi ser me dijo “escribe José. Escribe y derrama tu alma, deja de llorar por momentos y cosas vanas perdidas, mira lo que está pasando a tus semejantes, eres un ser privilegiado porque puedes sentir y saber, porque puedes reír y llorar, asciende en la manera de dar prioridad a las cosas en la vida”. Palabras de Jesús han venido a mi mente “dichosos los que hoy lloran, pues ellos serán consolados”. No se refiere a llorones por una rabieta caprichosa o haber perdido un partido de futbol, se refiere al llanto de un alma que expresa una sed puesta allí en forma natural por lo Divino para que sepamos distinguir entre lo pasajero y lo duradero. He llorado por tantas cosas y circunstancias en la vida, la mayoría más por inmadurez mía que por la dureza del momento, pero puedo decir que incluso de las más triviales he recibido consuelo que ahora entiendo claramente ha sido enviado por lo Divino. Hoy estoy dando gracias a Dios porque un niño rodeado de muerte y destrucción, me ha dado una lección para recordar lo que me hace realmente humano: solidaridad, llorar -aunque desde la distancia- con quien llora, un niño que desea comer y jugar para que su vida tenga sentido y florezca. Sin embargo, puede que la mayor lección para mí en este precioso día es meditar si lo que realmente estoy considerando esencial para mi alma es vano o es lo genuino. Estoy orando por Kifah el niño de Damasco, y por todos los que, como el, no procuran lo superficial sino que anhelan cosas sencillas de la vida para disfrutarla a profundidad. Feliz día.

jueves, 10 de julio de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ¿Un rico en el cielo?

¿Un rico en el cielo?
Al escuchar la historia fue como si un velo fuese quitado en mis pensamientos y pudiera haber entendido algo que, aunque desde niño había escuchado, no había captado su relevancia. La persona sobre la que se hablaba había tenido varias oportunidades de mejorar sus condiciones de vida y abrir mejores oportunidades para sí misma y sus hijos…pero no lo hizo pues “sentía que disfrutaba un poder importante donde estaba y tuvo miedo al cambio…”. ¿Te suena familiar eso? Miedo al cambio. Cuantas cimas hemos dejado de avizorar y ascender en nuestra vida por miedo al cambio. Como una luz que se enciende vinieron a mi mente aquellas palabras de Jesús “difícilmente un rico entrará al reino de los cielos”. Palabras que han sido usadas y abusadas, en especial por mercaderes de promesas populistas y manipuladores de oficio. Aquella historia me abrió el entendimiento para notar que en lugar de referirse al aspecto material se nos estaba dejando lección sobre aspirar a un nivel superior de vida, lo que requiere dejar cosas atrás. El joven rico había preguntado lo que le hacía falta para entrar, disfrutar, una vida plena, el “reino de los cielos”; de modo que estaba básicamente aspirando a disfrutar de una plenitud emocional y espiritual que le había eludido a pesar de tener lo que muchos pensarían era lo que se necesitaba para ser feliz: una buena religión, estabilidad, respeto, comodidad y salud. La respuesta del Maestro no menosprecia el dinero ni pretende transmitir una crítica a poseer riquezas, sino más bien al caso particular del joven para quien haberse acostumbrado a vivir en su zona de confort le impedía aspirar a cosas superiores. “Vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme”. Es como si le hubiera dicho, pues ya que te has dado cuenta que hay metas superiores, que de poco o nada sirve una alforja llena si el alma está vacía…camina a mi lado y alcanzarás las alturas de la vida. La historia termina con el joven retirándose triste porque no pudo soltar su ancla. Si me preguntas te digo que pienso que aquel joven rico está en el cielo, pero lo que no estoy seguro es cuánto de su riqueza emocional perdió al no soltar lo material de su comodidad. ¿En que se parecen estas dos historias que te acabo de compartir? Fíjate que nada hay que reprochar a los personajes, pues ambos procuraban preservar lo que tenían, eso es quedarse en su zona de confort. Lamentablemente, ambos perdieron la oportunidad de ascender en su vida. Ahora deseo preguntarte algo: ¿Qué haces cuando debes enfrentar la necesidad de cambio que exige salir de tu zona de confort, del nido en que te has acostumbrado a una vida cómoda y “segura”? ¿Cuándo fue la última vez que elegiste plenitud antes que comodidad? Recuerda a Dios diciéndole a Abram “sal de esta tierra y de tu familia…”, era la invitación a salir de una vida de confort, y Abram lo hizo. ¿Resultado? Vivió en las alturas de la vida, a pesar de sus propias debilidades. Hoy lo llaman “padre de la fe” las tres mayores religiones monoteístas del planeta. Si tu vida se ha venido haciendo aburrida o vacía es porque has abandonado tus sueños y estás sentado a la sombra del árbol del conformismo. Siempre hallarás motivos para justificarte, pero de seguro en tu ser interior esa voz sigue diciéndote “vamos, demos ese salto de fe”. El peso social en nuestras decisiones suele ser decisivo para muchas personas, quienes prefieren acallar los gemidos indecibles de su alma para mantener un status, una condición de aparente éxito o cordura. ¿Qué haremos tú y yo? Nadie va a criticarnos si decidimos como los personajes de nuestra historia, nadie…excepto nosotros mismos. A sus 68 años un amigo, quien ya partió a la eternidad, me dijo que los momentos que mejor recordaba de su vida y le hacían sentirse que había valido la pena vivir eran aquellos en los que salió de su zona de confort buscando plenitud de amor y felicidad a su alma. Jesús fue su amigo y compañero hasta el último día. Ahora es nuestro turno de decidir si aspiramos a una vida plena o una vida cómoda…nosotros decidimos. 

jueves, 12 de junio de 2014

YA ESTA EN CIRCULACIÓN EL LIBRO CAMINO A LA MONTAÑA

Camino a la Montaña, escrito por José Gil, en el que el autor busca realizar un llamado a la espiritualidad, basados en hechos reales

El autor del libro expresó: «Lo que me motivó a realizar este libro fue que al viajar por diferentes partes del mundo me encontré mucha pobreza espiritual, y esos son los valores que debemos rescatar para que exista felicidad, y así dejar la envidia y el rencor».
Asimismo, Gil comentó que este es el primer libro, sin embargo, no descarta la posibilidad de escribir otro texto, pero relacionado al amor, donde buscará el reencuentro al amor propio, a Dios, a valorar todo aquello que se tenga alrededor. Su título podría ser Camino al Mar.

LO PUEDES ADQUIRIR EN LAS SIGUIENTES LIBRERÍAS:









jueves, 15 de mayo de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: UNA CAMINATA SOBRE NUBES

UNA CAMINATA SOBRE NUBES

Aquella tarde debía tomar, nuevamente, el vuelo desde Miami hasta Houston, volando sobre la zona Norte del Golfo de México.  Era temporada de huracanes, de modo que los vuelos salían en la medida que las condiciones climáticas lo permitían. Había realizado aquel vuelo tantas veces que ya era prácticamente una rutina, pero ese día me seria mostrada una importante e inusual lección de vida. Aun en tierra el piloto anunció que las condiciones en el destino final eran claras pero tendríamos algo de turbulencia en el camino. Así se inició un tranquilo vuelo, algunos pasajeros pusieron sus audífonos para su música o la TV, otros a dormir y yo a disfrutar mi lectura. Habría pasado cerca de una hora cuando el piloto, con voz calmada ratificó que nos acercábamos a “un poco de turbulencia”, indicando que todos tuviéramos cinturones de seguridad ajustados y la tripulación estuviese en sus asientos. Las nubes que, hasta hacia unos minutos lucían blancas sobre un fondo azul, se tornaron gris oscuro…el avión entraba en la tormenta. La TV seguía encendida y a mi alrededor parecía que los pasajeros seguíamos haciendo lo mismo, pero el silencio se hizo, por lo que las sacudidas del avión parecían sentirse más fuertes. ¿Crees que me asusté? No lo dudes. A cada sacudida tomaba el pasamano con fuerza y contraía mis músculos, como si eso fuera a aferrarme a lo poco valiente dentro de mí. Algunas expresiones de sorpresa -o susto- se dejaron escuchar, afortunadamente ninguna de histeria…creo que la mía fue silenciosa. Sin embargo, además de respirar hondo, hubo algo que me permitió mantener la compostura: el hecho de que ya el capitán había advertido que ese momento llegaría y que él también estaba en el avión. Con eso en mente, incluso durante los eternos minutos que duró la sacudida, logré hasta leer un poco, confesando que debí repetir algunas líneas pues la concentración me costaba más que lo usual. Minutos más tarde el avión parecía salir de su epilepsia y creo que hubieras podido grabar suspiros a coro entre los pasajeros. Una voz se dejaría escuchar, era la voz de la autoridad máxima del vuelo, el capitán, que anunciaba “damas y caballeros nos aproximamos al aeropuerto internacional George W. Bush en Houston, gracias por escogernos para volar y por acompañarme en esta caminata sobre las nubes”. ¿Cómo que una caminata? Debió decir una lavadora sobre las nubes…pero el alivio de haber superado la tormenta me hicieron reflexionar que, efectivamente, siempre estuvimos sobre las nubes, blancas o grises, pero eran nubes, y estábamos culminando la caminata. Menos de una hora más tarde ya yo estaba en mi destino final, equipaje en mano. He estado pensando en esa vivencia de miedo momentáneo, comparándolo a cuando Jesús caminaba sobre aguas tormentosas hacia la barca donde estaban sus amigos y ellos estaban tan asustados por la tormenta que creyeron era un fantasma. En lugar de ver a quien venía a ayudarles pensaron algo como “bueno, lo que nos faltaba, un fantasma, estamos fritos”. ¿Sabes lo que Jesús les dijo? “No teman, soy yo”. Las tormentas en la vida son inevitables y, suele ocurrir, que algunas cobran vidas, pero nuestro valor al momento de enfrentarla, y cruzarla, depende de la confianza que tengamos en las manos de quien hayamos puesto nuestra alma. En este vuelo que llamamos vida nos ha sido anunciado, previamente, que se cruzarán tormentas, pero el capitán de la nave promete que llegaremos a puerto seguro. Nuestras emociones y convicciones serán puestas a prueba en más de una oportunidad, y en ese momento se sabrá de que está hecha nuestra fe, mantén el valor, mantén la confianza en quien prometió estar contigo hasta el final. Si pretendes llevar una vida sin sacudidas emocionales o espirituales…no vueles, quédate en tierra. Cuando comenzaba a escribir estas líneas están informando sobre un joven de 19 años, Stephen Sutton, cuyo vuelo personal está siendo sacudido por la tormenta de un cáncer terminal. En su tormenta ha estado concentrado no en quejas ni amargura, sino en recoger fondos y compartir su experiencia para motivar a otras personas con cáncer. Leyendo lo que este pasajero de la vida está haciendo, en el umbral de aterrizar en su destino final, y una sensación de admiración y respeto inunda mi ser. Valor en la tormenta como quien entiende que la vida es una caminata sobre nubes…aunque algunas sean grises y la vida se sacude fuerte. Puede que tu vuelo apenas esté comenzando…pon atención a la voz del capitán. Puede que estés entrando en la zona de turbulencia…recuerda que ya sabias que ese momento llegaría…no tengas miedo. Puede que tu llegada a puerto final se acerque…pronto estarás en casa…confía en quien te acompaña y guía. Es mi deseo y oración que, a su tiempo, culminemos con entusiasmo esta caminata sobre nubes que llamamos vida, habiendo dejado testimonio que anime a otros a levantar vuelo. Feliz día.

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: UNA HIGUERA FRUCTIFERA

Una higuera fructífera

El verano se había extendido durante meses, sembradores y ganaderos de aquella usualmente verde región, entre montañas, vieron reducidas sus cosechas y dependieron -como pocas veces- de sus sistemas de riego para que la mesa en sus casas, y muchas otras incluso lejanas, pudieran recibir el fruto de la tierra. También quienes cultivan sus plantas en casa sentían el rigor del clima que, carente del agua de lluvia, tostaba y malograba preciadas flores y hortalizas caseras. Recuerdo una tarde en especial, cuando conversaba con mi madre sobre la higuera que está en el patio de la casa, sembrada hace más de 50 años por abuela, cultivada en la humildad y esmero del campesino andino merideño, cuya provisión depende, en buena parte, de su esfuerzo día a día. Aquella higuera ha sido testigo mudo de afectos y personas que, en el paso del tiempo, han dado su propia cosecha: mis primeros pasos, las pláticas con mi abuelo y su inseparable “compadre”, el tío Rafael, con quien parecía solo discutir y discutir pero de algún modo siempre terminaban riendo de sus vivencias mozas. Estoica, verde, esa apreciada higuera, ahora cuidada por mi madre, continúa dando fruto. Sin embargo, aquel verano había sido rudo, y entre lo longevo del árbol y la falta de lluvia, su regalo, deliciosos higos, el regalo milagroso de una tierra humedecida solo con agua almacenada, parecían haber mermado. Esa tarde, de pie ante la higuera, le pregunte a mamá si arrancaba los que ya maduraban, parte de los cuales usaba para preparar dulce en casa, otra la vendía o compartía…“no hijo, aun no, falta por madurar y debes darle su tiempo”, entonces me dijo esa frase que siempre recordare, “además, se quedarían sin fruta los pajaritos que vienen a comer”. El verano podía haber reducido cosechas y el fruto de la higuera, pero en su mente quedaba espacio para recordar alimentar las aves del campo. Los higos que esas hermosas aves comían, algunas de las cuales picoteaban hasta la última semilla, no eran vistos como pérdida para ella. He venido pensando que justo esos higos hacen que en el patio de la casa se escuchen cantos de diferentes aves a toda hora del día…una melodía incomparable que he disfrutado tantas veces, con una capacidad asombrosa de calma y alegría a la vez. Una sensación de abundancia me inunda al recordar esa tarde, especialmente como, cuando hoy, llueve y sé que los campos, aunque mermados, volverán a mostrar un verdor de montaña que hace volar al alma en esperanza hacia la tranquilidad. Generosidad incluso cuando hay escases, me hace pensar en palabras de Jesús al decir a sus amigos “lo que recibieron gratuitamente, compártanlo gratuitamente” y aquellas otras “vuestro Padre alimenta a las aves, que no trabajan”. Ambas frases hacen referencia a la generosidad, no al sentido de dar para recibir o dar lo que sobra, sino compartir incluso cuando implica reducir la porción que se considera propia. ¿Sabes? La belleza de aquellos parajes desaparecería sin las aves, sin los árboles y, especialmente, sin la generosidad. Del mismo modo, la belleza del Munro desaparecería si dejan de florecen las almas de los que dan sin esperar mayor recompensa que el saber que imitan el carácter generoso de Dios que “hace salir el sol sobre justos y pecadores”. Momentos en los que, volviendo a un estilo sencillo de vida respiramos profundo y hasta podemos susurrar “Guaohabía olvidado esta sensación de paz”. En esta hora, te animo a pensar, si nuestra vida es como una higuera, ¿estamos siendo fructíferos? Cierto, los tiempos son más duros que algunos del pasado, pero… ¿Te queda ánimo para compartir un higo más? Si lo estás haciendo eres una bendición, no lo dudes, un gesto, una entrega desinteresada, puede ser lo que se necesita para volver a escuchar el canto sonoro de almas que agradecen a Dios por lo recibido a través de ti. ¿Te imaginas? En lugar de la maledicencia y ruido de enojos que parecen haber minado las grandes ciudades, puede ser, uno de estos días lluvias de generosidad rieguen campos de almas…y la vida resurja. Es mi deseo que la higuera de tu alma sea fructífera, y que ese fruto abone tu propia vida y la de otros. Permite que la forma de dar de Dios moldee la tuya. Feliz día.
José Gil

viernes, 18 de abril de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Pertenencia y propósito

Pertenencia y propósito

Acababa de regresar de uno de mis viajes fuera del país, sentado en la sala del apartamento, disfrutando la compañía de familia y algunos invitados. No obstante disfrutar de una vida relativamente cómoda y exitosa, algo me inquietaba. Ignoro si otras personas que viajan con frecuencia experimentan lo mismo, estaba viviendo momentos en los que me sentía desubicado en espacio y tiempo. Te aclaro, disfrutaba el estar en mi apartamento, rodeado de gente amada, pero desde hacía algún tiempo tenía la sensación de no pertenecer a ninguno de los sitios en los que había estado, ni especialmente cercano a alguna persona…un sentido de desapego, de no pertenencia. Algunas noches despertaba y, por momento, no estaba seguro donde estaba o que hacia allí. Si existiese un detector de lunáticos me lo habría comprado aquellos días. Para mi bien, esa noche obtendría la respuesta a la causa de ese sentir y, para un escéptico como este servidor, la vida encontró una forma maravillosa de volver a colocar el GPS a mi alma hacia la dirección correcta. Uno de los invitados había llevado una serie de papelitos con un “mensaje personal” y nos pidió a cada uno de los presentes que escogiéramos uno sin mirar, sin hacer trampa. La jocosidad del momento, en el que adultos recordamos la niñez, se vio pronto superado con la emoción cuando cada uno de los presentes comenzó a leer en voz alta lo que decía su mensaje escogido. Todos y cada uno de los presentes expresó que el mensaje que había escogido tocaba algo de su vida personal en ese momento. Fascinante. El último en hablar fui yo, tomando mi papel…fue difícil contener mi emoción cuando leí lo que decía aquel papelito en mis manos: “No temas que yo te he redimido…tu eres mío”, tomado del pasaje bíblico en Isaías 43:1. A la velocidad del pensamiento recordé aquel viaje a Moscú para discutir temas de tecnología de producción pero el verdadero reto fue la neumonía contraída que puso mi vida en la cuerda floja; el breve recorrido por Lisboa mientras discutía con colegas del mundo el peligro el asunto energético y el calentamiento global; la entrevista con aquel corresponsal de la BBC en sitio discreto por el peligro que implicaba exponer cierta corrupción gubernamental en una poderosa petrolera estatal…tantos lugares, momentos y circunstancias en las que confirmé que una poderosa mano invisible me guiaba y protegía. ¿Qué había pasado entre aquellas vivencias y mi reciente falta de conexión con la vida e inseguridad? La respuesta fue enviada y entregada en mis propias manos: yo le pertenezco a Dios, quien me ha rescatado. En lugar de adoptar una actitud anímica de náufrago, nómada o indigente emocional de la vida, carente de pertenencia alguna, debía recordar que soy enviado a cumplir una misión como embajador del dueño de mi vida. Esa noche, con emoción, agradecí a Dios que me recordara quien soy, a quien le pertenezco y, como resultado, no tener miedo ni sentirme perdido o solo en esta casa grande que llamamos planeta. Han pasado años desde esa noche, cuya importancia para mi vida valoro más en este día, por lo que me atrevo a invitarte a que mires en tu ser interior y consideres ¿Miedo? ¿Desorientado? ¿Carente de propósito o lugar de arraigo? Hay buenas noticias para ti: la verdad es que se ha estado invirtiendo en ti para que, en tu paso por esta casa, seas parte importante del plan de Dios para rescatar nuestra condición como su creación. Puede que tu misión no se trate de viajes o peligros; quizá más bien seas llamado a resistir valientemente en la brecha de una sociedad inmoral o ser un honesto funcionario brillando dentro de una institución corrompida. Es posible que lo que te ha sido encomendado carezca de fama, fortuna o poder, una misión aparentemente pequeña, pero ¿Sabes? Cosas grandiosas reposan sobre el buen funcionamiento de los detalles…y puede que para tus semejantes lo que haces o harás no sea “la gran cosa”, pero ánimo, en el mundo invisible que es donde se origina el que vemos, tu nombre es conocido porque le perteneces a quien te llama para darte una misión especialmente diseñada para ti y tu para ella. Que verdad más extraordinaria saber que el sentido de pertenencia en la vida viaja tomado de la mano del propósito, y juntos se alimentan y fortalecen. En cierto momento unos discípulos de Jesús le contaban con emoción que habían recibido un poder que de forma milagrosa hasta hizo caminar a inválidos y ver a ciegos. ¿La respuesta de Jesús? “Siéntanse dichosos no por haber hecho esas cosas, sino porque sus nombres están escritos en el reino de los cielos”. Es una maravilla de la vida saber mi destino y misión, lo que hace que tanto el recorrido como la llegada a la meta produzcan un deseo de vida y entusiasmo que marca la diferencia en el alma. Te animo a ponerte en las manos de quien con toda autoridad te sigue diciendo “No temas que yo te he redimido…tu eres mío”. Feliz día.

sábado, 22 de febrero de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: PERDIDO, ENCONTRADO

PERDIDO, ENCONTRADO
Había terminado las reuniones de trabajo aquella tarde y la ciudad de Londres estaba iluminada por un inusual sol que produjo una muchedumbre en sus calles. Visitantes, como yo, y locales, como quienes me habían invitado a aquellas reuniones de trabajo, llenábamos la zona cercana al palacio de Buckingham y el llamado Big Ben. Son pocos los días del año que un sol así se puede disfrutar en una ciudad famosa por cielos grises. Me pareció buena idea comprar un ticket para recorrer lugares históricos en uno de esos autobuses de dos pisos que tienen la parte superior con vista panorámica del recorrido. Allí estaba yo, disfrutando de un paseo fascinante en una de las principales ciudades del mundo. Justo cuando nos acercábamos a uno de los puentes que cruzan el rio Támesis una ráfaga de viento hizo que la boina que llevaba puesta saliera volando por el aire y quedara en la vía. Durante unos segundos quise ser spider-man o uno de esos personajes ficticios con poder para recuperar mi boina, regalo de mi hijo, sin tener que abandonar el recorrido. Tomé la decisión de bajarme en la siguiente parada, unos 100 metros adelante, cuando el recorrido se estaba poniendo más colorido. Recordé el momento en aquella tienda cuando Josué  me hizo una broma y me entregó su regalo…el valor afectivo me animó a buscarla. Caminé con poca esperanza, pues alguien podría haberla tomado, o confundido con desechos, o estaría destruida por el paso de otros vehículos, pero cuando llegué al sitio allí estaba, justo en el lugar donde el viento la había arrojado. Por haber caída casi al centro de la vía no había sido pisada por otros carros y por mi rapidez no fue considerada basura que los recolectores habrían desechado de inmediato. La había perdido momentáneamente, pude haberla perdido para siempre, pero como era mía, la busqué y la recuperé. Había recuperado el regalo de mi hijo y podría ahora volver a mi recorrido con una sensación de alegría especial. Ese incidente me hizo pensar en que buscamos lo perdido cuando nos es valioso, cuando toca el afecto o sentido de valor que tiene el objeto. Pude recordar palabras que Jesús dijo a sus seguidores “yo he venido a buscar y salvar lo que se había perdido”. Si fuimos enviados a ser buscados es porque nos habíamos perdido de la mano de nuestro propietario, para quien somos preciados y valiosos; pues de otro modo nos habría dejado a nuestra suerte. A mí me movió el afecto por mi hijo y su regalo para dejar momentáneamente la comodidad y belleza de mi recorrido y estaba feliz de haber recuperado un objeto…cuanto más la alegría del Padre cuando ha recuperado un alma que se había alejado de su compañía y protección. Una frase que me ha acompañado desde el 2005, cuando la leí por primera vez, atravesando una crisis en mi vida: “Nada existe que haya sido perdido y no pueda ser hallado…si se busca”. Hoy puedo entender que la verdadera razón para buscar algo que se haya perdido es porque quien le busca le considera suyo y anhela recuperarlo…por eso me gusta tanto imaginar a Jesús diciéndome “José, no vine a instaurar una religión ni a imponer una ley, vine a buscarte porque deseo que vuelvas a tener compañerismo conmigo, vine a recuperar nuestro compañerismo hijo”. Un recuerdo recurrente que disfruto es cuando jugaba al escondite con mis hijos de 7 y 5 años, fingiendo que no sabía que estaban escondidos en alguna gaveta o debajo de alguna cama. Luego de una aparente búsqueda infructuosa, durante la cual les decía que los iba a encontrar, les decía en voz alta “no los encuentro ¿Dónde están?” A lo cual mi hijo automáticamente abría la gaveta o puerta y levantando su mano gritaba “aquí estoy”, cosa que molestaba por un momento a su hermana pero terminaba siendo motivo de risas para todos.  ¿Has perdido algo? ¿Te has sentido perdido tú mismo en algún momento? ¿Te sientes así ahora? Si algo perdiste búscalo con  amor y persistencia. Si eres tú mismo quien se siente perdido o desorientado en la vida, no lo dudes ni por un momento, estás siendo buscado con amor y persistencia, no te ocultes más, déjate encontrar. Estás siendo buscado por el amor más grande, del ser extraordinario, quien vino a rescatar lo que se había perdido.  Feliz día

jueves, 16 de enero de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ENFRENTANDO LA INJUSTICIA

ENFRENTANDO LA INJUSTICIA
Miraba por la ventana desde el auto destartalado en que cruzaba aquellos caminos polvorientos, mientras recordaba las circunstancias que le obligaban a cruzar la frontera por caminos verdes. Aquel viajero no había cometido delito alguno, pero estaba en la mira de un sistema corrompido, que incluso le hostigaba y extorsionaba para permitirle entrar “sin problemas” a su propio país de origen. La descomposición moral del sistema judicial estaba pasando factura y, de paso, le cobraba el encendido verbo con que denunciaba delitos del Estado a través de medios de comunicación nacional con proyección internacional. Ahora, era él y no sus denunciados quien estaba a un paso de prisión…o algo peor. Se le acusaba de usar dinero obtenido ilegalmente para conspirar contra un gobierno, asunto de extrema gravedad en cualquier parte del mundo. Mientras sentía el movimiento por las irregularidades de la trilla, que parecía haber sufrido un bombardeo, haciendo pausa en cada uno de los múltiples puntos de cobro de peaje en aquella región sin ley, meditaba sobre los riesgos y posibles consecuencias de querer ver, brevemente, a seres amados.  Entonces algo llamó su atención y le hizo ver con mayor claridad la injusticia que suelen enfrentar quienes procuran adecentar a una nación en tiniebla moral. En un punto del recorrido el “camino verde” y la carretera que conecta las dos fronteras quedan lo suficientemente cerca como para permitir ver una escena que, los antiguos griegos, presentarían como tragicomedia. No menos de un centenar de camiones cargados de gasolina y alimentos, entre otros, cruzaban con la mayor normalidad hacia la nación vecina. Todo ante la mirada de funcionarios cuyos sueldos son pagados por todos, incluyendo personas como…aquel viajero. Un sentimiento de frustración y enojo le abrazó en aquel momento, aquellos que fueron denunciados usaban el camino ancho construido para la decencia, mientras uno de tantos que pagaron para su construcción debía ocultarse entre matorrales. Pensando en esta historia que me ha sido compartida, en esta madrugada pienso en las palabras de Jesús en Mateo 5:6 “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia…”. No se refirió a tener sed de venganza, sino de justicia. ¿La diferencia? Quien busca venganza se va minando de amargura y ansiedad, pero quienes buscan la justicia se alimentan de una esperanza que les mantiene firmes en su lucha por alcanzarla. Creo oportuno decirte que quienes anhelan justicia en los términos Divinos no son unos “cara larga”, ni mucho menos amargados, aunque les toque enfrentar la injusticia de un sistema de valores distorsionados en su entorno. He conocido la historia de personas que han marcado la historia y admiro su sentido de justicia -y hasta el entusiasmo y humor- que mantuvieron cuando su crisis estaba en el momento más tenaz. Un joven príncipe llamado José tuvo la oportunidad de vengarse de la cobardía e injusticia de sus hermanos mayores, pero actuó con justicia. Un hombre llamado David vivía oculto, huyendo, en una cueva que era usada para hacer necesidades físicas, un sanitario público, y allí tuvo la oportunidad de vengarse de su perseguidor, pero no dejó que ese sentimiento lo dominara y fue llamado “un hombre conforme al corazón de Dios”. Un hombre llamado Saulo, luego Pablo, fue preso por causas injustamente durante años, pero en prisión escribió cartas sobre el gozo que hasta hoy ayudan a recuperar la esperanza a quienes la habían perdido. Una mujer llamada Fanny Crosby quedó ciega por la mala praxis de un médico, pero lejos de amargarse se convirtió en una escritora de miles de melodías de fe y esperanza que son entonadas en todo el mundo. Nelson Mandela encontraba tiempo para reír con sus compañeros de prisión en la implacable prisión de Robben. ¿Qué tienen en común esas personas? Tenían hambre y sed de justicia, no de venganza. Sus almas no se amargaron, nunca se rindieron ni arrodillaron ante las “injusticias” de la vida. Cruzaron la línea final de pie, con valor, sin amargura. La huella que estas almas han dejado en nuestra historia es digna de seguir. Ahora, para terminar, ¿sabes cómo termina la frase de Jesús? Termina diciendo: pues ellos serán saciados. Me parece que todos, en cierto momento, enfrentamos la injusticia, y quise decirte que ante esos episodios no dejes que la angustia, el miedo, el enojo, y ese instintivo deseo de venganza se apoderen de ti, no dejes que la amargura secuestre tu entusiasmo. Estoy orando por el viajero del relato, pidiendo fuerza para que la injusticia no quiebre su cuerpo ni alma…para que su hambre y sed siga siendo de justicia, y que sea saciada, lo mismo que la tuya. No te dejes quebrar por causa de la injusticia, no seas vencido por el mal, enfréntale, enfréntale con el bien. Feliz día.