lunes, 15 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Esperanza de regreso

Esperanza de regreso
Por: José Gil
Me encontraba en aquel estudio cerca de la Plaza Altamira, en Caracas, listo a tomar la foto que necesitaba para un trámite de trabajo. Delante de mí había otras personas esperando, me pareció que todas en sus 20 y tantos, excepto una niña de unos 2 años, a quien su padre trataba de convencer que mirara la cámara. Sus ojos se abrían mientras miraba en la dirección contraria…no pude evitar reírme. Finalmente, el fotógrafo dio paso a los más decididos, 5 personas en total, el quinto era yo. Al terminar de tomar todas las fotos, incluida las de la niña, el técnico tenía en la pantalla de su computadora las imágenes de todos para procesar fondo e imprimir. Fue cuando ocurrió lo que motiva que te comparta estas líneas. Se dirigió a los fotografiados preguntando el país al que viajarían…España, Inglaterra, fueron respuestas de quienes me antecedían. El color de fondo y tamaño de la fotografía dependía del destino. En ese momento repasé mentalmente una noticia que había leído el día anterior sobre 1.5 millones de personas que han salido del país en la llamada “estampida lenta”, durante la última década. Una mezcla de emociones rondó mi alma, por un lado pensar que gente joven vaya a explorar el mundo más allá de la esquina. Por otro lado, nostalgia de tiempos cuando Venezuela fue refugio de tantos que buscaban mejores oportunidades de vida. Españoles, italianos, portugueses, árabes de distintas regiones, llegaron a estas tierras, añorando la suya, pero entendiendo que no quedaba mucho para ellos allá en ese momento. Vinieron, algunos se quedaron, otros regresaron y, hasta ahora, hay quienes van y vienen compartiendo espacios tiempos, y entendiendo que hogar no es un pedazo de tierra que posees sino el lugar donde eres bienvenido. En fracciones de segundos recordé momentos en que he salido a trabajar, haber conocido personas y lugares en los que confirmé la compañía de lo Divino, cuidando y animando, alguna lagrima de despedida…pero sobre todo, recordé la emoción de un reencuentro, un abrazo, un bienvenido de vuelta a casa. Pensando en esas cosas encontré en mi vieja Biblia esta frase: “hay esperanza de un porvenir, dice el Dios Eterno, los hijos volverán a su propia tierra”.  Inmediatamente me apropié de esa promesa. Me gusta saber que existe una tierra, un sitio, una mezcla de aromas, paisanos, calles que pueden hasta ser polvorientas y plazoletas sencillas, que hacen suspirar a quien se encuentra lejos de lo que siente “suyo”, en especial si la causa de alejarse no es la falta de aprecio sino la individualísima búsqueda que cada alma debe completar para madurar esa versión de sí mismo, sellada en su ser interior. Hay momentos cuando ver que otros se van nos hace sentir, a quienes nos quedamos, que los ganadores, los exitosos, son ellos; y los que se quedan son perdedores. Eso no necesariamente es así. Quien te escribe ha vivido ambos lados del viaje y entiende que el éxito no depende del sitio en que estés, sino de la actitud con que exploras y el entusiasmo en cuanto haces. Deséale lo mejor a quien parte en su exploración de vida, y mantén la esperanza de un reencuentro. No te creas desleal por irte, no te veas como perdedor si te quedas. Alimenta la esperanza de reencuentro. Hay algo que se apodera de mi mente en este momento: la esperanza de que los hijos volverán a su propia tierra. Pienso en las veces que por el retrovisor de mi camioneta veía a mi abuela parada a la puerta de su casita en la montaña, dirigiendo la señal de la cruz hacia mí, en su creencia que eso me protegería. Créeme que lo que me protegió y acompañó fue su sonrisa y sus ojos iluminados de….esperanza por mi regreso, y siempre regresaba, hasta que ella se fue a casa…donde por cierto también nos reencontraremos. Para algunos, ver alejarse a un ser amado abraza la esperanza de poder ir a verle, pero para otros solo hay esperanza de que vuelva a “casa”. ¿Sabes? Me parece que Dios nos permitió salir un día de “Su” casa, no porque quisiera que nos fuéramos, sino porque no es posesivo ni controlador, permitiéndonos tomar nuestro propio camino, aunque nos alejara suyo. Que interesante que sea ese mismo Dios quien haya motivado palabras de esperanza de retorno a casa, nuestra casa, donde pertenecemos. Fíjate en algo maravilloso, no existen las casualidades, mientras escribía esto recibo por mi teléfono una imagen que tiene escrito “Dios te guiará”, basada en Proverbios 3:5-6. Sin duda alguna, Dios nos guía a casa y eso alimenta mi esperanza de reencuentro. Agradezco a la vida por conservar la demente esperanza de que habrá un retorno, un regreso de quienes hoy se van…del mismo modo que un retorno a una vida en armonía con Dios, quien nos guía de vuelta, en el tiempo y al paso que cada uno de nosotros decidamos tener. Mantén la esperanza de un mejor porvenir, asegúrate que tú, igual que yo, estamos siendo guiados, pon tu mirada en Jesús…y síguele, el conoce el camino de regreso. Anhelo que, un día, regresaran los de España, los de Inglaterra, los que fueron a Colombia. Puede que no todos retornen, pues el propósito de vida de algunos les será mostrado en otra geografía lejos de la natal, otros volverán y otros compartirán afectos; pero por encima de todo, anhelo el retorno a una perfecta armonía con Dios, que es nuestra casa de origen...y destino final. Feliz día.

domingo, 7 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Viajando en el tiempo

Viajando en el tiempo
¿Alguna vez has deseado poder viajar en el tiempo? ¿Desearías ir a algún momento específico de tu existencia? Me parece que todos, en mayor o menor frecuencia, hemos deseado volver a algún momento pasado; bien para recrear aquella vivencia que refresca al alma, o para enmendar lo que consideramos fue un cruce equivocado en nuestro camino. Una forma particular de viajar en el tiempo es mirando fotografías, en lo personal me fascina mirar las que, en blanco y negro, me llevan a un tiempo en el que la nostalgia parece susurrarme al oído que “antes era mejor”. Estudiosos de la mente humana sugieren que hay un deseo implícito del ser humano por volver a “algo”, a lo que deberíamos agregar que no todos logran decodificar y en su búsqueda se define nuestro sentido de la vida misma. A ese algo me gusta llamarlo hogar y tengo la convicción que fuimos diseñados para encontrarlo; sin embargo, no lo hallaremos como viajeros furtivos al pasado y mucho menos si recordamos para atormentarnos a nosotros mismos. Que interesante que en la Biblia hay un llamado para que “hagamos memoria de las maravillas que Dios ha hecho” (1 Crónicas 16:12). Somos invitados, alentados, a que nuestros viajes al mundo de los pensamientos sirvan para afirmar que nuestra existencia ha estado rodeada de la obra maravillosa de Dios y que eso nos nutra de confianza y optimismo para seguir andando. Una epidemia que azota a tantas alma es la de revivir, con demasiada frecuencia, viejos pesares que arrastran, agobiando y robando su presente. Anclados en una vieja herida, una pérdida o una despedida abrupta, son presa de dolor, rencor, tristeza y desgano por la vida presente. Me parece que, precisamente porque sabe que tendemos a pensar en la tragicomedia pasada es que Dios nos invita a recordar sus maravillas, disponibles para nosotros. En este punto alguien que entienda su vida como un océano de sufrimiento puede preguntar ¿Cuáles maravillas porque yo no recuerdo ninguna? Mira el cielo en una noche estrellada, observa el fondo azul tras nubes blancas, siente la brisa del mar mientras escuchas las olas besando la costa, el canto de las aves, la risa de un niño, la luz en la mirada de la abuela ante las flores que trajo su nieto, y tantas otras cosas para las cuales nos hemos hecho miopes. Existe una música universal que es renovada diariamente y, si nos pasamos añorando ir al pasado para escucharla de nuevo, es porque no estamos entendiendo que la orquesta no ha terminado de tocar. El viaje en el tiempo es posible solo en una dirección…hacia adelante, asunto afirmado por los profetas y confirmado por la ciencia post-Einstein. ¿Quieres viajar en el tiempo? Mira fotografías, observa la luz de estrellas en el cielo, emitida hace miles de días y años, que recorrieron el cosmos para llegar a tus ojos…hoy. Si tu mente está viajando al pasado te animo a no dejarla allá, tráela de regreso, al presente, al hoy, no te pierdas la armonizada melodía que la vida sigue tocando para ti, afina el oído del alma, la melodía Divina se renueva cada día; incluso cuando repite algunos acordes. Hay muchas cosas espantosas ocurriendo en el mundo, pero la armonía maravillosa de Dios no se interrumpe, al contrario, eleva sus notas para que quien se aproxime las escuche fuerte y claramente. Todos recordamos personas, momentos y lugares que siempre tendrán un sitio atesorado en nuestra memoria, ellos nos ayudaron, de una forma u otra, a llegar donde estamos y a ser quienes somos…pero sigamos nuestro andar sin anclar la mente. Me preguntas ¿La meta de ese andar? Llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, como expresa Wayne Dyer en “El cambio”, cuyo video te recomiendo mirar en la red. Me atrevo a decirte que hay una fuerza en ti que está luchando para quitar la camisa de fuerza que le hemos puesto con tantos clichés, ansiedades y mal entendida vida social. Es tiempo de comenzar a recuperar en el presente lo que nos hemos estado robando a nosotros mismos por algunas cosas de nuestro pasado. Me gusta tanto saber que incluso Dios prometió no recordar nuestras perversiones, cuando nos dice “yo hago todo nuevo, y de lo primero na habrá más memoria” en Isaías 65:17. Una afirmación contundente de que, incluso lo Divino, nos anima a vivir hacia adelante, no trayendo a nuestra memoria los asuntos que han sido borradas de la de un Dios renovador. Me anima este pensar, me anima saber que aunque ya estoy en el atardecer de mi vida, la vida sigue estando en el hoy y ahora, la luz sigue iluminando para que explore cada día el tramo de camino adelante, hasta llegar a casa. Feliz día.

lunes, 1 de septiembre de 2014

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Lo pasajero y lo duradero

Lo pasajero y lo duradero
Hacía meses que no iba el mercado “Las Pulgas” en el centro de Maracaibo, caminando por la calle que da acceso principal a sus pasillos. Observaba con asombro el gran número de locales cerrados, no sé si por ser tiempo de vacaciones escolares o por haber perdido su batalla contra la economía nacional. Iba de regreso hacia el estacionamiento cuando escuché “cuarenta mil millones…”. Aquel vendedor de loterías hacía, voz en cuello, una oferta difícil de ignorar, en especial considerando el sitio y las personas que suelen caminar esa parte del mercado. ¿Cuántas cosas podría hacer? ¿Cuántos problemas podría resolver el joven que compraba aquel par de pilas? En ese momento mis pensamientos trajeron a escena una noticia que había leído la madrugada anterior sobre cientos de ciudadanos que viajan, desde Alemania e Inglaterra, a Suiza; para ser asistidos al suicidarse. Debes estar preguntándote la causa por la cual se hayan conectado esa noticia y la oferta del vendedor ambulante. Sin duda que algo tendrá que ver mi tendencia a conectar todas las cosas; sin embargo, déjame compartirte algo que puedes meditar por tu cuenta. Me parece que debido a abrumadoras carencias materiales de nuestro país, somos empujados a pensar que con dinero podríamos resolver el problema o, al menos, nuestro problema. Pero que interesante que, al otro lado del Atlántico, con un mejor poder adquisitivo, libres de las taras sociales que acá nos mantienen en zozobra…muchos se suicidan. La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que unos 360 millones de personas sufren de depresión, de los cuales 1 millón se suicida cada año. Me parece son dos expresiones de una misma tragedia. Allá soledad y pena, acá una selva de empujar y gritar por lo material. No pretendo saber lo que abruma al alma al punto de hacerle perder el afecto por la vida misma, al punto de terminarla por suicidio o incinerarla diariamente en su afán por cosas. Pero una frase bíblica viene a mi mente: “…el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. Fortuna, fama, poder; han sido erigidos como trilogía de dioses de la sociedad, tras cuya búsqueda las almas tienen la misma esperanza de vida que los ratoncitos de laboratorio a quienes ponen a dar vueltas en jaulas tipo bombo, donde corren y corren, pero nunca avanzan ni se liberan. Muchos parecen haber perdido el amor a la vida al ser testigos de tragedias, incluyendo las suyas. Otros están muriendo un poco cada día, entregados a una tragicomedia para conseguir lo que ya los primeros tienen. Una misma respuesta es enviada para ambos, que bien puede servirme en mi andar diario: lo que permanece de la vida es todo cuanto pensamos, hablamos y hacemos, en armonía con la voluntad de Dios. Ah! ¿Y eso cómo se come? Se refiere a vivir en armonía con Dios (no con la iglesia ni religiones, por cierto), con nosotros mismos y, como resultado, con nuestros semejantes. ¿Cuándo fue la última vez que tomé un tiempo para orar, leer algo de valor espiritual, meditar? No me refiero a ir al templo a que me cuenten cuentos entretenidos, me hagan sentir buena persona, o me den un regaño…me refiero a ese momento en el que, a solas, marco una clara línea que distingue lo pasajero de lo permanente en mi ser interior. ¿Qué es lo que mueve mi vida? Mi respuesta es mía, igual que la tuya pertenece al sumario de tu existencia. En cuanto a la tragedia que puedas estar viviendo, quiero despedirme por hoy con una frase de Ana María Frank, niña que vivió el horror de la guerra, huyendo, oculta del ejército invasor que ocupaba Holanda. Ante la crudeza de lo vivido acuñó una frase que aun retumba en las almas que alienta: “No pienso en toda la miseria, sino en toda la belleza que aún permanece”. Somos beneficiarios de un mundo maravillosamente diseñado, una vida que nos es regalada cada día, y la oportunidad de discernir entre aquellas cosas que hacemos, las pasajeras y las permanentes. Es nuestra decisión cuales, y en que magnitud, son las que motivan nuestro andar y definirán nuestro paso en la eternidad. Feliz día.