domingo, 20 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ALEGRÍA O AMARGURA

ALEGRÍA O AMARGURA

Había llegado ese día que durante años estuve deseando, estaba en la ciudad de Barcelona y esa noche iría a ver al Barza en el partido final de la supercopa. Ciertas circunstancias inusuales que permitieron aquello: un trabajo en otro continente, problemas de seguridad que obligaron a evacuarlo y tener que viajar a otro país que, para mi alegría, estaba lo suficientemente cerca como para que en menos de dos horas de vuelo yo estuviera aterrizando en España. Era temprano, así que fui a conocer la plaza Cataluña, hermosa con sus flores y fuentes de agua. Allí tuve una grata vivencia que quiero compartirte. Miles de palomas revolotean en la plaza y de inmediato supe porque: los visitantes lanzan semillas y es parte integral del encanto al turista ver la coexistencia amigable con estos preciosos animales. Ver el vuelo de tantas aves juntas que, sin temor a ser lastimadas por la muchedumbre, buscan ávidas las semillas, fue refrescante. Aquel momento me hacía sentir, aunque por razones diferentes, lo que esta escrito “Este es el día que Dios hizo, estemos alegres” Salmo 118:24. ¿Qué más podía pedir? Ir a un hermoso lugar para ver a mi equipo preferido y, como aperitivo, rodeado de una inusual belleza natural enclavada en el corazón de una metrópoli europea. Decidí comprar semillas para lanzarles y miraba las aves del cielo, que no trabajan, siendo alimentadas. 
Las palomas hasta se posaban en mi pie y alentaban al niño que habita en mí. Entonces hubo problemas, tuve compañía…otro niño, de unos 5 o 6 años posiblemente, que al mirar la gran cantidad de aves cerca de mi decidió que también era un día hermoso para él, solo que su alegría consistía en algo diferente…hacer volar las palomas. Imagínate, yo queriendo disfrutar la alegría que estuvieran cerca y este competidor queriéndolas ver volar. Comencé a esperar a que el niño se alejara y entonces lanzaba las semillas y las palomas venían, pero el energizado hombrecito regresaba como una flecha a hacerlas volar, sin darse cuenta que me estaba “amargando el momento”. Algo me hizo despertar de mi escaramuza infantil, la risa contagiosa del niño mientras corría, fue extraordinario escucharle carcajear y, entonces, me di cuenta que no las estaba espantando por maldad sino para sentirse que volaban alrededor suyo, sentir su roce; yo quería verlas quietas y comer mientras él quería verlas volar, pero ambos queríamos disfrutar la compañía. Los dos niños en esa escena, el cincuentón y el párvulo, podían compartir espacio y tiempo, aunque procedentes de diferentes circunstancias, sin que cada uno viera al otro como un obstáculo a su felicidad. Entre vuelo y vuelo las palomas comían y, finalmente, mis semillas se acabaron, yo continué mi camino a ver a mi equipo y el niño fue a hacer volar palomas en otra parte de la plaza. Los dos niños en duelo hace un momento, no volvimos a vernos. He estado pensando la facilidad con que nos dejamos robar la alegría en la vida, entre miedos y perjuicios que suelen ser verdaderos asesinos de la alegría y felicidad. No exagero, la ciencia médica explica que 8 de cada 10 enfermedades tienen su origen en ansiedad, rabia, miedo y soledad, personas cuya alegría fue secuestrada. En cambio me gusta tanto un pasaje en mi biblia que dice “Un corazón alegre pone hermoso el rostro” y agrega “el alma alegre tiene un banquete continuo” Proverbios 15:13 y 15. Es mi actitud la que marca una diferencia entre disfrutar con alegría el día de vida que me ha sido dado, o amargarme por lo que no sale como deseo. Soy yo quien decide, con mi actitud. Si permito que mi alegría dependa de lo que otros hagan o dejen de hacer, digan o dejen de decir, difícilmente tendré un corazón alegre; pero si puedo saber y sentir que la alegría es una condición del alma que disfruta el día a día y deja a otros que disfruten el suyo, puede que me ahorre amarguras y daño en alma y cuerpo. Algunas personas piensan que es “el otro” quien le roba su alegría. ¿Qué tan fácil me resulta alegrarme o enojarme? ¿Soy un entusiasta o un agua fiesta? ¿Sabías que entusiasmo viene de “en-Theos”, que significa en Dios? He visto personas quienes dicen creer en Dios pero, francamente, pareciera que los demás le estorbamos. Puede que desean estar tanto en el cielo que la tierra les amarga, lo que por cierto es religiosidad no espiritualidad. Un alma alegre en este mundo de imperfecciones es un indicador de cuan agradecido estoy con la vida, muestra que no tengo que esperar morir para ser feliz, que ante lo corta que es la vida hoy es el mejor día para alegrarme y abrazar lo que la vida me ofrece HOY, especialmente si confío en Dios. Necesito alimentar mi sensibilidad para entender que sin alegría la vida es como una plaza sin sonido de risas de niños y pronto se marchitará. Este es el día que Dios me da para vivir, estaré alegre. Doy gracias por este día que me es regalado y, aunque no todas las circunstancias en mi entorno son gratas o apacibles, he decidido dejar de sabotearme a mí mismo, ser constructor de mi alegría y disfrutar la de otros. Feliz día.
Por: José Gil.

miércoles, 16 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: VENCIENDO LA MUERTE…

VENCIENDO LA MUERTE…

Hacia unos días había estado en el llamado “valle de los reyes” cerca de la ciudad de Luxor, antigua Tebas, cuna y tumba de faraones con nombres tallados sobre roca y decorados con oro; bien por sus construcciones, batallas o riqueza. Ramsés II, Akhenatón, Tutankamón y Tutmosis son referidos como ecos del poder que en tiempos milenarios gozaron. No menos famosas algunas de las reinas como Nefertiti y Hatshepsut, de las que poco o nada sabía. 

Ahora estaba en el museo del Cairo y observaba la otra parte de la historia de esos reyes y reinas, sacerdotes y caporales de esclavos. Ahora veía sus sarcófagos, las cajas donde fueron sepultados. Destaca la decoración que rodeaba a los difuntos famosos de la época, eran los que tenían los mejores autos, la mejor vestimenta y hasta los mejores sitios en sus lugares para fiestas y reuniones religiosas. Pero todos, sin distinción, llegaron al valle por el que necesariamente grandes y pequeños, esclavos y reyes, libres y siervos, hemos de cruzar, un valle llamado muerte. Ni el oro, ni la fama, ni las proezas pueden evitar el encuentro con el enemigo llamado muerte. Un sentimiento de finitud me acompaña desde estas visitas, recordando haber leído que “la vida es como una neblina”, y que “toda la gloria del hombre es como hierba que pasa”. Me incomoda pensar en la muerte, y entiendo que no sea un tema agradable para conversar socialmente, por lo que suele ser reservado para funerales o si se trata de alguien reconocido en las noticias. Meditaba esto y recordé lo que escribió cierto joven cuidador de ovejas “aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré…”. No estoy seguro si se refería a los valles pedregosos donde la carencia de agua anuncia muerte y los cuervos rondan al peregrino, o si se trataba de sitios estrechos donde podría haber una emboscada para la manada o su cuidador; pero la frase que destaca ante mis ojos es “incluso ante la muerte no tendré miedo”. Como especie buscamos formas y maneras de postergar el encuentro, si yo mismo he sido bendecido en más de una decena de oportunidades cuando caminé los bordes del valle pero fui “inusualmente” liberado por la misma mano en cuya protección confiaba David. Algunos buscan inmortalizar su nombre con obras grandiosas o épicas batallas, pero la muerte intimida cuando el grande o pequeño deben atender –individualmente- a su llamado. ¿Cómo vencer lo inevitable? Existe la respuesta, proviene del mundo invisible y solo puede ser percibido por quienes tienen visión espiritual, quienes saben que “lo que se ve fue hecho a partir de lo que no se ve”. El salmo 23 me recuerda el secreto para vencer la muerte “no temer”, la expresión más repetida de Jesús a sus seguidores fue “no temas”, y es que vencer la muerte no consiste en evitarla sino en no temerle, en mantener una actitud de confianza y valor, incluso ante lo misterioso que envuelve el manto del valle de sombras. ¿De dónde procede esa confianza para vencer la muerte? La respuesta: “El perfecto amor echa fuera el miedo”. El perfecto amor da acceso al poder para vencer la muerte. Cuando el temor es sustituido por la condición de un alma que confía lo suficientemente en el amor de Dios como para no temer a nada, ni siquiera al valle de sombras. Se habla de amor y amar, pero la verdad es que muchos de esos amores minan la mente de miedos, angustias y esclavitud, pues no son el “amor perfecto” que procede de un alma  impregnada de Dios para dar sin pedir, para entregar sin cobrar, para ofrendar lo mejor en beneficio del prójimo, sea un hijo de sangre o un extranjero herido a quien se rescata luego que religiosos le ignoraron a la orilla del camino. Debe ser por eso que la Biblia dice “Dios es amor”, pues es la fuente de la que el alma que bebe aprende a amar la vida mientras pierde el temor a morir. Un alma que se sabe amada es capaz de cruzar el valle tomado de la mano invisible de quien le ha pastoreado en su camino a casa. Ya terminando te digo que sigue sin gustarme la idea de morir, y no creo estar contento con que uno de estos días sea mi tiempo. Sin embargo, en mis recorridos he visto y conocido lo suficiente para mirar esa poderosa mano invisible que me acompaña y guarda, con un amor que alimenta mi confianza. Estoy aprendiendo a amar a Dios sobre todas las cosas, tarea renovadora para un alma naturalmente egoísta, y expresar ese amor a mis semejantes, mi prójimo. El amor es capaz de vencer todo, absolutamente todo, hace posible lo que parecía imposible o impensable. Estoy agradecido a la vida por estar aprendiendo a ver destellos del amor de Dios para mí en cada tramo del camino, y a dar espacio en mi alma a ese amor para enfrentar al último enemigo terrenal, de pie, como un valiente, no por mis armas o poder, sino por confianza en mí cuidador. ¿Te asusta la muerte? A mí también, pero dale oportunidad al amor como Dios lo da, y encontraras el poder para vencerla con una vida libre de temor. En el cielo no habrá muerte, ni lágrimas, ni tristezas, pues no habrá temor, porque el amor allí manda; disfrutemos destellos de esa condición de este lado de la vida también. Feliz día.
Por José Gil.

viernes, 11 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: El DE ARRIBA, LOS DE ABAJO

El DE ARRIBA, LOS DE ABAJO
Esa mañana una colega envió un mensaje para invitar a una reunión de trabajo en el área del comedor de la empresa en Houston. En su invitación incluyo usuarios de otros países, claramente un error. Al cabo de unos minutos comenzaron a llegar respuestas de lugares como Sarawak, Kuala Lumpur, Cairo, Moscú, Lagos y Stavanger…todas con un sentido del humor que mostraba dos cosas, inteligencia y deseo de una breve comunicación con otros en similar circunstancia. Respuestas desde lugares remotos iban desde “si me pagan el pasaje con gusto” hasta “el vuelo siempre sale retrasado no me dará tiempo”. Otros más apegados a la normativa de seguridad del dato escribían “por favor no respondan a todos”. Me reí en especial con uno que decía “por favor no presionen la opción de responder a todos…como acabo de hacer yo”. Fue un incidente menor que, en el peor caso, pudo incrementar el flujo de correos intercambiados sin lesionar a nadie excepto a algún servidor de telecomunicaciones que debió trabajar un poco más o escanear por si había algún virus infiltrado, pero aquellos colegas “disfrutaron” un momento para compartir en forma cordial…incluso cuando lo que produjo la comunicación fue un error en la invitación. Eso me hizo pensar en algo…mi actitud cuando en la vida me encuentro en una circunstancia no necesariamente sencilla, en la cual pienso que no debería estar ni pedí estar.
¿Sería posible que pueda aprender a verla como una oportunidad de “compartir” circunstancialmente con otras personas que algo podrían aprender o enseñarme? No hay respuesta sencilla ni unánime a esta pregunta, depende de mí, de ti, de como vemos la vida y su multiplicidad de circunstancias. Pero una cosa es cierta, no siempre puedes estar donde deseas, en el momento que deseas o decides, y alguna vez toca estar donde no  esperabas o en momento inesperado. Entonces tenemos dos opciones, enojarse contra quien creemos produjo la circunstancia y amargar el alma, o mirar que oportunidad para comunicarte con quienes comparten la vivencia.
No puedo imaginar a Jesús, mirando alrededor y pensando ¿Que hago yo aquí? Debe haber un error, esta no es mi casa, esta no es mi gente, que ni se me acerquen…pero creo que con cierta facilidad se me olvida que en realidad no era ni su casa ni su gente. ¿Te parece que exagero? Pon atención a sus palabras en Juan 8:23 “yo soy de ARRIBA, ustedes son de ABAJO”.  Que forma tan sencilla de resumir la condición suya y nuestra: El de una dimensión perfecta en todo sentido, y nosotros los especialistas en arruinar cuanta perfección vemos. Hay algunos pasajes donde se nota su exasperación por la incapacidad de sus más cercanos para entender el A-B-C de su mensaje de restauración a nuestra especie. Sin embargo, nunca vemos a un Jesús amargado o dejándose vencer por nuestra perseverancia en hacer lo equivocado, incluso deliberadamente y hasta reírnos del asunto. No pretendo comparar la sencillez del error cometido por una invitación electrónica a los devastadores efectos de la maldad para el mundo, pero me gusta saber que a pesar de la gravedad del error, de la circunstancia inusual a la que fue expuesto Jesús, y de su trascendente carácter y espiritualidad, no vino a restregarme mi error en la cara sino a mostrarme el camino para ascender en mi vida. Me doy cuenta que bastó que viniera El que es de “arriba” para dar oportunidad de subir a todos los demás que estábamos abajo. Pretendo compartir este sentir con cariño y agradecimiento, mientras aprendo a ajustar mi actitud frente a los errores de otros. Feliz día.
Jose Gil

jueves, 3 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: UN INVITADO AGRADECIDO

UN INVITADO AGRADECIDO
Por José Gil
La gerencia había invitado a una celebración por el ascenso de algunos colegas del departamento. El Gerente de exploración -mi jefe- estaba allí, al igual que su jefe, quien daba unas palabras de reconocimiento a los promovidos de cargo en la estatal petrolera de Egipto. Entendiendo casi nada de lo que se decía, y con solo 4 meses en estas latitudes, decidí quedarme a la puerta del reducido salón en el que luego habría un almuerzo árabe tradicional. Me di cuenta que el Gerente hacia una seña hacia la puerta y pensé que era a otro líder a mi lado, pero era a mí, me pedía entrar y acercarme. Para un contratado, que apenas puede saludar en lengua local, y con poco tiempo, entré con una mezcla de pena y agradecimiento. No estaba preparado para una invitación a un sitio que en esta cultura es “privilegiada”. Ojos mirándome, los de quienes he podido ayudar en su trabajo y los de quienes sin saber lo que hago se mueven entre alegría y curiosidad de ver a un expatriado que colabora en una tierra donde pocos desean venir en este momento.
¿De dónde vino mi confianza? Primero déjame decirte que no vino de mi trabajo, no me entiendas mal, creo estar haciendo un buen trabajo, pero “para eso me pagan”. Tampoco de mi influencia, pues a nadie conocía antes de venir, no soy empleado, sino contratado para una tarea estrictamente técnica que no compite por posiciones de alto nivel gerencial. Mi confianza vino de la autoridad de quien me invitó a pasar, esa persona tenía el peso específico pare decidir y decidió que, por algún motivo, me quería ver al frente.
Estoy contento por ese inesperado momento que, una vez más, me hace agradecer a la vida por todos aquellos que me enseñaron lo que hoy es mi profesión. Me gusta confirmar que Dios bendice aunque me encuentre en África.
Con ese sentir recordé la enseñanza de Jesús, en Lucas 14, sobre no procurar los primeros asientos por nuestra propia iniciativa, pues somos “invitados” a una fiesta que no es nuestra, es mejor esperar a que la persona con la autoridad nos ubique. Hoy creo haber entendido un poco mejor que no es la religiosidad lo que me acerca a Dios, sino su autoridad para decidir donde me conviene estar ubicado en la vida con un buen propósito. Me ocupa más hacer aquello para lo que Dios me ha dotado en la vida, en lugar de tratar de destacar o competir con otros que tienen su propia responsabilidad y asiento. Doy gracias al Padre por los momentos en mi vida cuando me ha pedido que ocupe un sitio más atrás de donde yo me había sentado. También agradezco los momentos cuando he creído que debía guardar distancia y me ha pedido acercarme para alentarme. Creo en un Dios que levanta al alma sin exaltarle, y que le humilla sin degradarle. Es mi deseo que este sentir de agradecimiento me acompañe cada día en mi camino a casa, y ojala te ayude en tu paso que llevas en tu recorrido. Feliz día.