lunes, 12 de octubre de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Equipaje liviano

Equipaje liviano

El operador ya había entrado y salido un par de veces del recinto en cuya puerta se leía “solo personal autorizado”. En aquella espera, rodeado de la aridez de ese remoto lugar; recuerdos de risas y abrazos compartidos abrumaron los ojos del alma. Esperaba una caja cuyo contenido tiene alto valor sentimental y cuyo peso, a decir de los expertos en ese tipo de entregas, era de unos 2 kilos aproximadamente. El gusto por la comodidad y haber transitado uno que otro aeropuerto y varias aerolíneas, han afianzado mi preferencia por viajar con equipaje liviano. Cruzar el océano con solo 1 maleta de carga por pasajero luce algo mezquino, pero el caminante de cielos y nubes, lo mismo que de la vida misma, va aprendiendo a cargar lo esencial. Ya era mediodía, mis ojos seguían expectantes de la salida de aquel operador con acceso al lugar restringido. Luego de dos horas y algunos minutos se abrió la puerta y, esta vez, traía consigo la caja. Sin mayores explicaciones la puso en mis manos y, efectivamente, era liviana…las cenizas de lo que hasta hacía solo unas horas era un cuerpo de 26 años, envoltorio de aquella amada alma. La joven y atlética figura se redujo a un equipaje liviano. Toqué el incinerario, imaginando un contacto cercano de despedida con mi sobrino, y cuidadosamente lo coloqué en manos de su hermana. Pensamientos y emociones encontradas pasaron por mis ojos, instantes en los que el infinito recuerda nuestra finitud sobre esta tierra que nos fuera encomendada para administrar. Me motiva a escribirte hoy compartir que la vida nos muestra, en diversas formas y maneras, que nuestro equipaje para la vida sea tan liviano como nuestro apego a cosas materiales. En los eventos que miro por las noticias, en la crisis de valores a escala global, en la ola de literatura que sobre emociones y conducta ha proliferado; veo que el despertador de la vida suena para sacarnos del letargo con el que hemos convertido a nuestras almas en algo similar a nuestras casas: un montón de cosas acumuladas, buena parte de las cuales ocupan espacio sin tener uso o importancia. Aquel cofrecito incinerario me recordó que hasta la esencia final de nuestro cuerpo se reduce a polvo, lo que en lugar de ser visto como tragicomedia invita a llevar vidas livianas durante este recorrido que llamamos vida. Si alguien me dijera que las arenas en el reloj de mi vida solo cuentan granos para 1 semana ¿Qué haría? ¿Asistir a esa importante reunión agendada? ¿Pasar los días quejándome? ¿Echarme en la cama? En un video titulado “El cambio” Wayne Dyer dijo algo que atesoro: “la vida se trata de no estar en un sitio deseando estar en otro”. La armonía del alma implica estar en el sitio en el que nuestra existencia descubre su propósito, y cuando el alma vive en esa dimensión, en ese nivel, entiende que el equipaje requerido para su recorrido es mucho más liviano que antes. Refiriéndose a las cosas materiales alguien escribió “nada trajimos a este mundo, y nada nos llevaremos de él”. Una reflexión para nuestro tiempo es la de contar las horas de desvelo que nos aquejan y evaluar si la causa de los mismos tiene su origen en el apego por cosas materiales o al estado de conciencia espiritual que procura quitarse las muchas cargas que le hemos puesto encima. Los dos kilos de aquel cofrecito son despertador para mí y recuerdan lo que fue escrito “…del polvo fuiste tomado, y al polvo volverás”. Quiero terminar estas sentidas líneas compartiéndote algo dicho por Jesús al referirse a la forma en que veía su apego a las posesiones materiales o su actitud ante las circunstancias que enfrentó: “Mi yugo es fácil y ligera mi carga”. ¿Sabes? Uno de estos días nuestros cuerpos serán, de una forma u otra, un par de kilos de polvo; lo que en lugar de causarnos pesar nos anima a quitar peso al alma. En la medida que vayamos aprendiendo a caminar, cuidando este maravilloso envoltorio que nos ha sido dado, pero manteniendo la mirada puesta en nuestro valor espiritual (nada tiene que ver con lo religioso) iremos disfrutando lo liviano de nuestro equipaje, nuestro morral o “mochila para el universo” como la llama Elsa Punset; y liberaremos nuestros hombros intelecto-espirituales de la “carga” como la llamara John Bunyan en su “progreso del peregrino”. Es mi oración que, para cuando llegue el momento en que manos amigas reciban lo que pueda quedar de este envoltorio, haya dejado en modo algún motivo para que otros sean invitados a disfrutar la vida nutriendo el ser interior con lo Divino y aprendiendo a llevar un equipaje liviano durante su propio recorrido y hasta su viaje a casa. Feliz día.

lunes, 21 de septiembre de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Imitadores

Imitadores
Por José Gil
Me dirigía al taller para hacer revisar mi camioneta que, nuevamente, tenía uno de esos ruidos que anunciaban que la falla, fuese cual fuese, urgía reparar, bien porque el ruido evidenciaba un daño severo o porque rebasaba la paciencia de mis oídos. Llegaba al cruce de dos calles de tráfico fluido y me detuve por la luz roja del semáforo. Miré por el retrovisor que dos motorizados se acercaban y se disponían a pasar por el espacio que quedaba entre mi vehículo y la acera. Cuando ya estaban bien cerca vi que llevaban uniforme de policías, lo que, hasta cierto punto, relajó la alarma de seguridad en mi cerebro. En una ciudad como Maracaibo estar atento es mandatorio, incluso de uniformes. Redujeron la velocidad y conversaban. Ocurrió algo que motiva, en parte, a escribirte hoy. Uno de los uniformados, pocos metros delante de mí, se pasó la luz roja sin sonar alarma o encender alguna luz distintiva que justificara la infracción. Flagrantemente, el uniformado para hacer cumplir la ley violaba una norma básica, en sitio concurrido, hora diurna, a plena vista. ¿Qué ocurrió luego? El otro patrullero le siguió en su infracción, réplica instantánea de un acto que, si bien puede ser visto como insignificante, anuncia que la suma de muchas “pequeñas” vilezas evidencia una sociedad envilecida. Seguí mi recorrido y recordé una investigación que había leído sobre las llamadas “células espejo”, generadas en y por nuestro cerebro, causantes de nuestra capacidad para reproducir acciones y emociones. Esas microscópicas amigas nos hacen llorar cuando vemos a alguien llora, reír o hasta caminar de cierta manera observada. Ser testigo de aquella conducta y nuestra capacidad para imitar acciones y emociones me ha hecho considerar: ¿A quién imito? ¿A quién trato de emular con mis acciones? Vi recientemente a una comunicadora pateando a un par de inmigrantes que, huyendo de la guerra en Siria trataban, frenéticamente, de entrar a Europa. La explicación de la avergonzada reportera fue que “por el caos del entorno reaccionó de forma equivocada”. Los expertos nos dicen que imitar es una forma primaria e instintiva de aprender, imitamos desde niños, luego le sumamos nuestro carácter y criterio, con lo que vamos forjando una conducta, un comportamiento personal que llega a ser colectivo. El problema surge cuando nuestro entorno está plagado de malos ejemplos, pues la conducta puede copiarse con la misma eficacia que las redes sociales comparten fotos o videos que se hacen “virales”. Risible tragicomedia del siglo XXI la llamada rebeldía en la que tantos reclaman su derecho a ser “ellos mismos” sin imitar “viejos” patrones, pero suelen terminar creando “nuevos” patrones que otros imitan rápidamente. Una corriente social de no alineados a la moda vieja, que, imitándose entre sí, crean una moda nueva. Prescindimos del objeto de imitación, pero conservamos la práctica de imitar. Tenemos un desafío como individuos y colectivo: procurar valores y conductas de un estilo de vida más elevado. ¿Dónde se pueden hallar esos valores? La mejor respuesta: en ti, en mí. Cuando la degradación parece inundar lo colectivo solemos esperar que “del cielo” venga un rescate, o miramos a los lados buscando a otro que imponga orden. La historia ha mostrado que tal espera es un grave error. En realidad, el primer paso es detener mi tendencia personal, instintiva, de imitar sin pensar, de imitar conductas que me degradan, dar el primer paso comienza con mi propia vida, mi convicción, mi deseo de que la bondad se extienda. Luego podré esperar que otros imiten y eso no es algo que se impone. La bondad no se impone o sería una vileza disfrazada. Con demasiada facilidad caemos presa de imitar lo que la mayoría haga y eso suele ser causa que nos degrada. Me gusta pensar que la Divinidad ha puesto en nosotros elementos físicos y emocionales para ser consecuentes unos a otros, para la solidaridad, para nutrir un sentido de afecto colectivo que nos permita respetarnos en acuerdos y desacuerdos. El peligro es que descuidamos la nutrición de nuestra mente con valores y principios de altura, y una persona, familia o sociedad con mente desnutrida será presa fácil de la violencia y los miedos. Fuimos diseñados para la grandeza, pero si descuidamos nuestros valores intelecto-espirituales terminamos degradados a un nivel sub-animal. Deseo terminar estas líneas con el eco de aquel llamado desde mi ser interior ¿A quién imito? ¿Quién goza de la confianza, respeto o admiración como para imitarle? Pregunta que exige una respuesta personalísima. Cierto hombre envió una carta a sus amigos en la que incluyó una frase que luce, al menos para mí, como una excelente respuesta “sean imitadores de mí en la medida que yo lo soy de Jesús”. No se refería al utilizado por mercaderías religiosas sino al Jesús que modeló una vida de altura espiritual en armonía con Dios, consigo mismo y sus semejantes, para que por su ejemplo, nosotros también, alcancemos la altura para la que fuimos diseñados. El reloj de la historia parece estar sonando su alarma, llamando a mantener encendida la luz de la bondad. No pocos consideran que vivimos la antesala a eventos tormentosos a escala mundial, que incitaran a miedo, odio y violencia…entonces percibo la voz de la vida en su desafío ¿Imitarás el caos de lo degradado o mostrarás la luz que ha sido puesta en ti? Feliz día. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Aplaudiendo al chef

Aplaudiendo al chef
Por José Gil
Por segundo día cenaba en aquel restaurant, complacido por una atención cálida y profesional que, gustosamente, quise volver a disfrutar. Un ambiente sencillo, amplio e iluminado, sin estridencia alguna. Podía escuchar a otros comensales, agradado de lo que parecía un acuerdo para que cada conversación quedara limitada a cada mesa. Como tantas cosas de la vida, la discordante excepción, una mesa a mi izquierda, desde la que se oiría el golpe dado por el hombre a la madera, produciéndose un ruido como si los vasos y platos se fuesen a romper. Un silencio, miradas de sorpresa y asombro, la mujer se levantaría e iría. Unos pocos segundos y de vuelta a disfrutar del ambiente, centrado en degustar comida y atención. Debe haber transcurrido poco menos de una hora cuando, de repente, se escuchó el encendido de un sistema de sonido y alguien se dirigió a los presentes para hacer un anuncio. El personal de la cocina había sido invitado a salir de su sitio de trabajo y presentarse a los clientes, lo que generó espontáneos y nutridos aplausos. Fue la confirmación que se había disfrutado comida y servicio, un trabajo bien hecho. Quien parecía el jefe de personal mencionó el nombre y país de origen de cada uno de los empleados, todos y cada uno aplaudidos. Al mencionar al chef principal…los aplausos fueron más audibles y una que otra voz eufórica lanzó elogios. Fue la primera vez que presenciaba algo así: aplaudir al chef. Como si el flash de una cámara en la noche iluminara mis pensamientos aquella vivencia me hizo pensar en quienes desde un lugar no siempre visible se esmeran en ofrecer lo mejor para servir a otros que puede ni lleguen a conocer personalmente. Pensé en los muy pocos platos que puedo preparar y mi reducida destreza para sazonarlos, así que con más ganas aplaudí. Más tarde, ya en la cama, pensaría en el trabajo de aquellas personas, en que disfrutamos su trabajo aunque rara vez conozcamos su rostro o nombre, y que sea algo inusual que pasen al frente para ser aplaudidos. El minucioso y privado trabajo de una buena cocina me hizo considerar algunos aspectos de la vida misma, que hoy me llevan a escribirte. Es un hecho en nuestra llamada sociedad moderna que tantos busquen fama o fortuna solo por el placer mismo de ser reconocidos o envidiados y; al otro extremo, el trabajo esmerado, honesto y discreto de tantos que no siempre es apreciado justamente. El ambiente de aquel restaurant disponía buena luz, sonido y una limpia mantelería; pero fue la comida la principal razón que nos congregó. Seguramente hubo esmero de quienes pusieron manteles y revisaron lámparas, pero si la comida era mala - como pasa a veces en la vida- todo habría sido inútil decoración. Entre tanto, chef y colaboradores, cuyo servicio marca diferencia entre un comensal feliz o alguien enfermo del estómago, trabajaban en lo discreto de la cocina. Traté de imaginar su emoción al ser puestos al frente para ser aplaudidos por quienes, si bien estaban pagando, agradecían lo que consideraron un trabajo bien realizado. ¿Me gustaría ser aplaudido? ¿Reconocido? En un sistema de valores que aplaude al más ágil, fuerte, rico, rápido o inteligente ¿Busco fama sin considerar mi esfuerzo o doy lo mejor de mí y dejo que la vida fluya el resultado que corresponda? ¿Entiendo que el reconocimiento que vale la pena es el que resulta de hacer las cosas bien en “la cocina” de la vida? Una desmedida ambición empuja hacia fama sin esfuerzo, preparación ni dedicación; lo que es semejante a servir platos sin aprecio por quien espera degustarlos. En ese punto de mis pensamientos vino lo que considero preguntas claves para mi vida ¿Cuál es mi motivación, quien es el chef y quien el comensal que espero deguste lo que sale de la cocina de mi vida? Alguien escribió a sus amigos lo que considero la mejor respuesta: “todo lo que hagan, háganlo con entusiasmo y dedicación, como si lo hicieran para servir a Dios y no solo a las personas”. Visto así hay debería haber una  actitud de grandeza en cuanto hagamos. Existen quienes ponen empeño y entusiasmo, los excavadores que han aprendido el hermoso arte de extraer los tesoros que la vida puso en su alma. Una persona, una familia, una empresa, una nación, es aplaudida en la medida que quienes la integran sazonan con entusiasmo lo que hacen para servir a otros. Esto es válido en el nivel material de las cosas y, aún más, en lo intelecto-espiritual. Exquisito el aplauso de almas agradecidas. Te invito en este momento a hacer un ejercicio mental: imagina que te encuentras en un lugar discreto, iluminado, sin estridencia alguna, en el que se encuentran almas agradecidas por tu servicio dado a ellas. Entre los presentes hay algunos que se regocijan por “algo especial” que serviste. Entonces, oyes una voz amiga por el sistema de sonido “aquí tienen a (tu nombre), de Venezuela, su servicio fue cortar vegetales y aderezar ensaladas…es un amado colaborador...amigo del cielo”. ¿Lo puedes imaginar? ¿Te emociona? A mí me emociona, atesoro esa esperanza más que todo el dinero del mundo. Veo a Jesús como el chef principal de la cocina de mi vida, veo almas cuyos caminos cruzan el mío como los comensales enviados para que les sirva, y a Dios como el jefe del personal. Pon lo mejor de ti en todo cuanto haces, comparte. Los aplausos llegarán en su tiempo. Has sido dotado para que prepares un platillo especial. Algunos en tu entorno pueden ni darse cuenta del amor invertido en cuanto haces, otros estarán conversando sus negocios y planes para la fama, puede que haya quien se levante y aleje, luego de golpear la mesa de su amargura…de todos modos esmérate en lo que haces, sirve como a quien sirve a Dios. Hay almas que agradecerán por tu vida con un sensible aplauso, incluido Dios. Nos vemos en la cocina. Feliz día.

lunes, 31 de agosto de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: El cuidador del oasis

El cuidador del oasis
Por José Gil
Recién pasaba del mediodía, la temperatura besaba los 40 grados centígrados, para aquella hora esperaba haber avanzado más en el recorrido, pero habiendo aprendido que la mejor forma de viajar es sin prisas, tomando pausas que mente o cuerpo pidan, me detuve sin gruñir la necesidad de ir al baño. Mientras llenaba el tanque de combustible, pregunté al empleado si había baño: “si, adentro en la oficina”. Debe haber notado en mi rostro la duda para entrar al concurrido y reducido espacio, así que agregó: “puede usar el de atrás, el viejo”. Con algo de humor le di las gracias y comenté “no hay problema, los hombres hacemos de pie” y mientras ambos reímos me dirigí a la parte trasera de la estación de gasolina. Estacioné mi camioneta a la derecha de la puerta del baño, dejando una distancia prudente con un enorme camión estacionado al frente. Al acercarme a la puerta observé a un hombre sentado en un murito, pensé que sería el conductor del camión o quizás esperaba a alguien. Bocanadas de aire limpio antes de entrar al lugar, preparándome para la precariedad de higiene que suele sufrirse en estos lugares en carretera. Sorpresa! pues encontré un baño impecablemente limpio a pesar de su clara antigüedad. Puse poca atención a un familiar sonido de fondo pues pensaba pasar solo unos pocos segundos antes de seguir mi ruta. Me disponía a lavar mis manos cuando noté que el hombre visto afuera ahora estaba de pie en la puerta. Aseado, erguido, de aspecto apacible. Se inició un dialogo en el que, una vez más, lo invisible produjo un encuentro de almas que transitan el sendero de la vida en búsqueda de respuestas, y que motiva el que te escriba estas líneas de hoy. Le pregunté si era quien limpiaba aquel lugar y respondió “si, y mantengo las duchas”. Inmediatamente me di cuenta la causa del sonido de fondo del lugar…habían tres puertas con la inscripción “DUCHAS”, y una de ellas estaba siendo utilizada, por quien inferí era el chofer del enorme camión. Espontáneamente dije al cuidador “usted tiene un oasis aquí, le felicito por lo que hace”, manteniendo limpio aquel sitio en una calurosa carretera, donde el viajero pueda tomar una pausa para refrescar su andar. Percibí humildad al decirme “no crea señor, el agua sale muy caliente a veces y no sé qué tanto se puedan refrescar”. Igual es agua limpia, le dije; y de seguro los conductores de largas distancias la aprecian. Mientras caminaba de salida le pedí que me siguiera, quería regalarle algo. Las propinas representan el ingreso para la vida de quienes proveen este noble servicio y aquel hombre estaba haciendo un buen trabajo en un sitio que, seguramente, la mayoría preferiríamos visitar solo cuando el cuerpo no pueda esperar. Yo había sacado algo de efectivo de un cajero automático y aun tenia los billetes juntos, de modo que –discretamente- tome uno y lo extendí a aquel cuidador de oasis de carretera. Agradeció, lo recibió y se alejaba cuando noté que miraba el billete en sus manos y se volvió hacia mí. Me hizo una pregunta para la que no estaba preparado: “Disculpe señor, pero ¿Es usted un místico?”. Debe haber notado la sorpresa en mi rostro pues de inmediato explicó el motivo de su pregunta. El billete que le di tenía una numeración terminada en su año de nacimiento, y él estaba de cumpleaños, me dijo que llevaba varios años trabajando allí, compartió su nombre completo, y de inmediato sacaría su cedula de identidad, mostrándomela, supongo que para dar veracidad a sus palabras. Le dije mi nombre completo, sonrió y dijo “tenemos el mismo nombre señor, un buen nombre”. Sus ojos se humedecieron al decirme que un sobrino había ido a verle, viajando desde una lejana ciudad, para felicitarle y decirle “su familia le ama tío, no se sienta solo, lo esperamos”…en ese momento de su historia supe, de alguna forma, que no había sido casual mi salida tardía, mi repentina necesidad física, que usualmente yo habría preferido usar el baño de la oficina, las palabras de aquella anciana amiga un día antes al referirse a “la presencia Divina y propósito para compartir lo espiritual” de mi existencia. En milisegundos supe que lo invisible me había invitado a estar allí a esa hora, para compartir de lo mucho que me ha dado y para confirmar su grata compañía. Mi entrada a aquel sitio fue oportunidad para decirle a un caminante de la vida, uno solitario que creía haber sido olvidado, con toda la convicción de lo que soy capaz, lo que la vida me ha ensenado…y me escuché diciéndole “amigo José, nunca estamos solos, siempre estamos en compañía de lo Divino, incluso en este sitio donde has estado apartado…Dios te anda buscando”. Una pausa, un silencio, dos hombres mostraron discreta emotividad, propia de momentos cuanto lo infinito evidencia su contacto en forma palpable. Mi alma agradeció haber sido bendecido con la humildad y servicio prestado por el cuidador de un oasis de calurosa carretera; la emoción de haber sido, en alguna forma, colaborador de su propia búsqueda del camino a casa; y la afirmación que la bondad se origina en lo invisible de la vida y aguarda, pacientemente, que permitamos ser un medio para materializar acciones y afectos visibles a nuestros ojos y la de nuestros semejantes. Fue escrito que “lo que se ve fue hecho a partir de lo que no se ve”. Quiero despedirme recordándote que en el andar de la vida, nuestras almas, lo mismo que nuestros cuerpos, suelen necesitar un lugar para refrescarse; que existen quienes se dedican a tener buen cuidado de que podamos disfrutar ese refrigerio espiritual y, en especial, que también nosotros podemos ser portadores de un mensaje Divino a los que, por causas de su propio andar, pueden haber llegado a sentir que estaban abandonados…recuérdalo, recuérdales, que no lo están, lo Divino nos busca. Feliz día.

viernes, 14 de agosto de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Los guardaespaldas

Los guardaespaldas
Por José Gil
Salía de aquel restaurante y observé dos hombres sentados a la puerta, traje y corbata, uno de ellos llevaba colgando de su cuello lo que parecía una placa de identificación policial. Eran escoltas, guardaespaldas. Apresuré el paso para alejarme de su entorno, presumiendo que portaban armas para el resguardo de quien paga sus servicios. Mientras me alejaba mis pensamientos recordaron la inseguridad y violencia imperante en Venezuela. Las cifras de muertes violentas son, prácticamente, un parte de guerra, y algunas personas han decidido contratar servicios de guardaespaldas. Recordé aquel viaje de trabajo a Perú, a finales de los años 90, cuando grupos paramilitares aun secuestraban y asesinaban. La sorpresa cuando, a pesar de mis rasgos y acento indiscutiblemente hispanoamericanos, la empresa había asignado 2 escoltas que, desde mi arribo y hasta la partida, me acompañaron. Aun sonrío al rememorar aquella mañana cuando, visitando un templo, uno de ellos vino para pedirme que nos fuéramos porque habían visto un auto sospechoso entorno. Medito esas vivencias pasadas y presentes, que parecen no tener espacio ni tiempo entre su ocurrencia, y la voz que dicta desde el ser interior susurra para hablarte sobre otro tipo de guardaespaldas, dos para ser especifico. Sobre ellos escribió un rey y, en sus propias palabras, le seguían continuamente. Interesante que él vivió bajo amenaza de muerte por enemigos externos y en su misma familia; sin embargo, en lo que muchos consideran su escrito más destacado, se refirió a los que eran dos guardaespaldas a tiempo completo. David escribió “…ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…”.  La expresión “seguirán” implica la idea de custodiar, acompañar como protectores a tiempo completo, 24x7 como suele decirse. Un joven pastor de ovejas que se convirtió en rey, acumulando en su camino profundos amores y terribles enemigos. Al momento de escribir la joya espiritual que legó en el Salmo 23 menciona, por su nombre, a los que consideró sus dos más cercanos y fieles guardaespaldas: el bien, la misericordia. A juzgar por la biografía que se dispone de David, vivió muchos días de aislamiento, menosprecio, traiciones y persecuciones. Sin embargo, aquí tenemos a alguien haciendo balance de su vida y proclamando que la vida le ha rodeado de bondad y misericordia. ¿Te das cuenta? Hay una poderosa lección de vida para ti y para mí en esta expresión del salmista: con nuestra actitud y percepción de la vida escogemos que tipo de guardaespaldas emocional y espiritual nos acompaña. David tenía una especie de amnesia selectiva para olvidar malos tiempos. Algunas almas suelen ver la mitad vacía del vaso, otras aprecian el valor de la mitad que contiene el fluido que sustenta la vida. Cuando el miedo cierne la sociedad ha convertido casas en celdas, blindado sus autos y hasta contratado guardaespaldas. No los culpo, sus vidas caminan sobre cuerdas flojas, lo mismo que sus emociones. Permíteme preguntarte algo: en el plano intelecto-espiritual ¿Quiénes son los guardaespaldas de tu vida? Cuándo haces el balance de lo vivido y lo compartes a propios o extraños ¿Te refieres al bien y la misericordia que has presenciado y disfrutado o al miedo de la violencia imperante? Yo decido, tú decides, quienes te escoltan puertas adentro del ser. La presencia Divina para el escritor del Salmo 23 fue algo muy superior a rituales o cliché religiosos, era un asunto de compañerismo cotidiano…”todos los días”. Incluso los días cuando fue poco apreciado en su seno familiar, días cuando se escondía en una cueva asquerosa, días de burla de su primera esposa, días de traición de su hijo, desobediencia del comandante de sus tropas, odio de vecinos al norte y sur, hasta días de dolor y llanto por sus hechos vergonzosos. Su testamento emocional y espiritual es el de un alma que proclama la supremacía del bien y la misericordia; recibida de lo Divino y compartida con sus semejantes, que le dieron victoria sobre la oscuridad del miedo, el odio y la ignorancia. En días como estos, donde tantos parecen necesitar guardaespaldas, cuyas razones de contratar tal cuidado puede que ni queramos conocer, vale la pena preguntarnos ¿Quiénes escoltan mi alma en este recorrido que llamo vida? Te invito a que permitas a estos dos guardaespaldas del cielo acompañarte, disfruta su presencia, llena tus pensamientos y emociones con ellos, me gusta saber que el mundo invisible tiene estos poderosos aliados a mi servicio…si es que aprendo a disfrutar su compañía. Es mi deseo y oración que el bien y la misericordia te escolten hasta la llegada a casa. Feliz día. 

martes, 14 de julio de 2015

TU REFRIGERIO ESÌRITUAL DE HOY: Mi amigo el tiempo

Mi amigo el tiempo
Ese día fui a visitar la que fuese casa de Christian Huygens, algo que había deseado desde hacía meses y, finalmente, lograba. Tenía curiosidad por conocer el lugar en el que vivió aquel astrónomo y estudioso de las matemáticas que en el siglo XVII observó los anillos de Saturno e inventó el reloj de péndulo. La vida me tenía guardado un regalo que atesoro y deseo compartirte en estas líneas. Estando en la planta baja de aquella casa, ahora museo, miraba el ingenioso dispositivo con el que Huygens calculó el movimiento oscilatorio, clave para su invención del reloj de péndulo y base para la medición moderna del tiempo. Al terminar de escuchar la explicación subí al segundo piso, sorprendiéndome que en realidad sea un ático. Al pie de la escalera un aviso recomendaba usar uno de aquellos cascos amarillos, para proteger la cabeza de golpear los soportes del techo de madera, que a baja altura van de lado a lado del reducido espacio. Un cuadro añejo, algunos manuscritos antiguos y una ventana con vista al verdor del jardín en verano y nieve de invierno. En ese reducido ático, en aquella remota casa de campo, en aparente soledad, su alma invirtió tiempo y fuerza para extender las alas del pensamiento, llevando adelante su frontera personal y la de toda su especie. Supe que el frio era algunas veces tan intenso que debió ir al pueblo donde tenía mejores condiciones materiales. Luego volvía al ático, donde llegaría a generarse el tic…tac que permitió medir el tiempo en forma novedosa. Permíteme ahora compartir dos enseñanzas de aquella vida que pueden enriquecer la nuestra. La primera es que invirtió buena parte de su tiempo en cosas transcendentes pero en forma pausada: intentando y fallando, sin rendirse, evaluando si la cuerda era muy corta o el peso muy grande, perseverando, hasta materializar el tic tac silencioso de su mente a la medida del tiempo. La segunda es que su aparente soledad no le convirtió en un alma amargada o avara, cosa común entre quienes justifican su vileza argumentando ser así porque bebieron las amargas aguas de la soledad. Me gusta pensar que quienes extienden las alas del alma son los que han aprendido a pensar en el tiempo como un amigo, percibiendo el tic tac como anuncio del paso transitorio por un mundo maravilloso, diseñado y ensamblado para explorarlo y maravillarnos. Miro la cicatriz en mi pecho y entiendo que muchos tic tac invirtió el alma cuyas manos realizaron la operación que prorrogó mi andar terrenal; el verde del campo desde la carretera y aplaudo a quien invierte tantos de sus tic tac en limpiar y emparejar el pasto; camino por una calle limpia y entiendo que alguien decidió poner algunos tic tac para mantener un entorno ordenado; sé que el piloto requirió muchos tic tac para tener su licencia que le permite transportar almas por los cielos; ni decir de los tic tac del educador que prepara lo que ha de impartir a sus alumnos del próximo curso. Sin embargo, también es cierto que el frenético ritmo de vida moderna mueve a tantos a intentar acelerar el tiempo (como si fuera posible), lo que concibe locura y violencia: apúrate, corre, empuja, compite, arrebata, deja que el próximo lo arregle, la vida es corta y si “pierdes” tanto tiempo no la disfrutarás. Perciben el tiempo como angustia, trampa y castigo. Sumado a esa tragedia el ocio es mano que mueve la cuna de quienes perciben el tiempo como una prisión. Se mueven entre el enfado en cuanto hacen y la sin sazón, pues nada les satisface. Sus “buenos” momentos se limitan a los fines de semana, para luego sumergirse en una amarga auto compasión de lunes por la mañana. Mirar el tiempo de esa manera es tierra de cultivo a cinismo, insensibilidad, retraso, corrupción y violencia que puebla el lado oscuro del reloj de tiempo de la especie humana. En cambio, las almas que perciben un infinito, que trasciende a su propio paso por esta tierra, aprenden a ver al tiempo como aliado, amigo, tic…tac…que les susurra tienes el tiempo que necesitas… asegúrate de llevar el paso y la actitud correcta, no mires a los lados, cada quien viaja a su paso, sigue el tuyo, es una caminata para aprender y dar durante el recorrido. No estoy diciendo que todos debamos ser inventores afamados, astrónomos o matemáticos; pero es fundamental saber que todos hemos sido dotados para dar algo, para sumar una parte, pequeña o grande en apariencia. Puede ser una palabra a un alma en un momento crucial, un abrazo a algún triunfador o herido del camino, un ejemplo silencioso de sembrador, un aplauso, incluso un amoroso regaño dado a tiempo. Pero si desde el ático que la vida nos ha dado para crecer lo que vemos es soledad y un espacio reducido…difícilmente lograremos disfrutar el tic tac del alma. Cuanto bien le haría a nuestra sociedad disfrutar el paso del tiempo en lugar de quejarnos de su “acelerado” ritmo. Si quien atiende en el supermercado o recibe las solicitudes para tramitar un documento público viese al tiempo como amigo…cuanta felicidad podríamos disfrutar y compartir. ¿Te parece que la vida es corta? ¿Cuántos años te gustaría vivir? Ah! pero entonces hay que evaluar si preferimos llegar a esa edad o vivir menos pero con buena salud; si tendremos alguien a nuestro lado; si en casa o ancianato; si habrá dinero para los gastos; y así...hacemos del tiempo un fantasma atemorizante bajo una cama de la que el sueño suele ausentarse. Estoy convencido que el tiempo que nos es dado sobre esta tierra es un regalo Divino y, visto como amigo, alcanza para aquello que nos ha sido encomendado como código en el ADN del alma. Dos pasajes preferidos en mi vieja biblia, el primero una oración “¡Enséñanos a contar bien nuestros días, para que en el corazón acumulemos sabiduría!” (Salmo 90:12). El segundo resume el aprendizaje de la sabiduría que procede de lo alto: “Todo tiene su tiempo, y para todo lo que se quiere debajo de los cielos hay un tiempo: tiempo para nacer y tiempo para morir, tiempo para plantar y tiempo para arrancar lo plantado, tiempo para matar y tiempo para curar, tiempo para demoler y tiempo para edificar, tiempo para llorar y tiempo para reír, tiempo para lamentar y tiempo para bailar, tiempo para esparcir piedras y tiempo para juntar piedras, tiempo para abrazar y tiempo para abstenerse de abrazar, tiempo para buscar y tiempo para perder, tiempo para conservar y tiempo para desechar, tiempo para romper y tiempo para coser, tiempo para callar y tiempo para hablar, tiempo para amar y tiempo para aborrecer, tiempo para la guerra y tiempo para la paz.” (Eclesiastés 3). Sea cual sea el tiempo que cruza el péndulo en tu vida, deseo de todo corazón que sientas su tic tac como amigo para tu momento de explorador en el camino. Feliz día.

lunes, 6 de julio de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Estrellas fugaces

Estrellas fugaces
Por Jose Gil
Me desperté cerca de la 1 de la mañana, sintiendo un calor inusual. El silencio y oscuridad circundante dejaron entender lo que pasaba…la electricidad se había ido, de nuevo, en todo el pueblo. El viejo ventilador que, además de refrescar la habitación, ayudara a mitigar el ataque de los zancudos, estaba apagado. Linterna en mano salí del cuarto, encontrando que un gato se había coleado y plácidamente dormía sobre un mueble al lado de mi morral. No estoy seguro cuál de los dos se sorprendió más por el súbito encuentro. Ante la huida del gato -y la de mi sueño- subí a la terraza, procurando la briza del espacio abierto. La delicia de su frescura alejó el fastidio del incidente eléctrico y el sobresalto de aquellos diminutos ojos en la oscuridad. Estuve unos minutos siguiendo visualmente la sombra de la montaña al sur de aquellos parajes merideños, así como  la gran cantidad de puntos de luz en el cielo, resaltantes por la oscuridad imperante. Miraba el firmamento cuando, repentinamente, un halo de luz apareció y desapareció en un parpadeo. ¿Has visto alguna estrella fugaz? Fascinante. De seguro sabes que son fragmentos de roca procedentes del espacio que entran en la atmósfera del planeta a una velocidad tan alta que la fricción los calienta y transforma de solido a gas. El leve brillo que vemos en el cielo es lo que toma esa transformación. Tan emocionante como breve. En la niñez las veía con más frecuencia y, de adulto, una de las emociones al viajar a sitios como La gran Sabana ha sido observar el paso de satélites y las estrellas fugaces en su breve y fascinante brillo. Pensaba en esto cuando la voz que dicta desde dentro susurró la analogía que me motiva a escribirte hoy. ¿Has pensado la similitud de las estrellas fugaces con la vida de algunas personas? Me refiero a quienes parecen haber vivido corto, poco, parecieran haber sido arrebatados o interrumpidos, cuyo testimonio ha sido sin embargo refulgente e inolvidable. Pensaba en niños y jóvenes masacrados por decir “no” a los viejos y modernos emperadores de la historia, en entusiastas voluntarios hostigados por enseñar a leer y escribir a mujeres en ambientes de virulento machismo, médicos asesinados por llevar medicinas a regiones donde ignorancia y superstición imperan, aquel maratonista asesinado por un vendedor de droga, el estudiante universitario abatido por uniformados corruptos, los encarcelados injustamente, los desechados del poder pervertido…vidas hermosas interrumpidas. Pensaba también en los primeros seguidores de Jesús. ¿Sabías que fueron asesinados por ser sus amigos y solo uno de ellos alcanzó la ancianidad en exilio? ¿Alguna vez leíste que durante los 378 años que duró la inquisición las víctimas preferidas fueron genuinos seguidores de Jesús? No me entiendas mal, no trato de propagar el desánimo; sino que recordemos a quienes han dado un brillo breve pero impactante al fondo oscuro de la historia de nuestra especie. Su vida y legado son como esos meteoritos en la noche, breve según nuestra forma acelerada de medir el tiempo, pero profundo en la impresión que han dado a nuestras almas. Pienso en esa maravillosa analogía y me pregunto ¿Qué motiva el deseo de continuidad en mi vida? Sobrevivir es instinto pero tener propósito es lo que le da brillo, valor, a mi existencia. Pienso en los desafíos que se plantean a nuestra vida en sociedad moderna y, figuradamente, cuantos ojos abrazan la esperanza que “algo” resplandezca para iluminar el cielo oscuro que circunda aunque sea por instantes. Ese algo…somos nosotros. No se trata de pensar en inmolarnos para propagar un estilo de vida martirizada; aunque si tener el temple y dominio propio de preferir vidas breves y encendidas antes que abrazar una longevidad en tinieblas. Cuando pensamos en los padres y abuelos que antecedieron nuestro recorrido ¿A quién recordamos con mayor fascinación? Seguramente a quienes iluminaron el cielo de nuestra vida con ejemplo de amor, valor y honor; en especial si estuvieron dispuestos a pagar el precio de vivir en la luz cuando la tiniebla acechaba. Quiero animarte en este día a meditar cuanta grandeza, emoción y alegría podemos legar si nos atrevemos a ser luz de vida. Llama mi atención que en el relato del Génesis, en el primer capítulo de mi vieja Biblia, se habla de un caos y tinieblas, entonces “Dijo Dios, sea la luz…y fue la luz”. Un amigo de Jesús escribió “la luz en las tinieblas resplandece”, posiblemente al recordar como vivió y haberle escuchado decir “que vuestra luz alumbre delante de los hombres”. Fíjate que esas expresiones ponen más énfasis en el brillo que en el tiempo que alumbre; lo que no niega el valor de una vida longeva, pero lo deja en segundo plano al compararse al asombro de iluminar la vida para disipar las tinieblas. Me despido hoy pidiéndote algo: ¿Hay tiniebla intelecto-espiritual a tu alrededor? Medita si la causa por la que la vida te ha puesto en esa circunstancia y tiempo es para que…resplandezcas. Feliz día.

viernes, 3 de julio de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: El sultán y los dioses

El sultán y los dioses
por José Gil.
Por primera vez visitaba la ciudad de Muskat, de la que recuerdo el resaltante blanco en las paredes de muchas de sus casas, levantadas sobre roca caliza, abundante en la región. Desde aire y tierra me pareció fascinante el contraste con el oscuro color de las montañas al Oeste de la ciudad. Una amiga y colega me había buscado en el aeropuerto y explicaba que aquellas rocas oscuras eran producto de actividad volcánica ancestral y la región era una de las muy pocas del mundo donde se les podía observar en superficie. Aquella plática, aburrida para quien no guste de la geología petrolera, daría paso a otra cuya lección de vida deseo compartirte en estas líneas. Mientras me daba un tour por Muskat y mostraba sitios destacados para un visitante, entramos a tiendas modestas de artesanía local, notando en dos de ellas un cuadro pequeño con el rostro de un hombre joven. Pregunté a mi amiga de quien se trataba y me dijo que era el sultán de Omán, heredero único del poder político de aquella nación. Luego me dijo que, según le comentaban colegas omaníes, era respetado y admirado por las mejoras que introdujo en los servicios públicos, la sencillez de su discurso, su respeto a los beduinos y por mantener buenas relaciones diplomáticas con las demás naciones en la comunidad árabe y occidente. Pero para este visitante hubo otro aspecto suyo que sería el que más llamaría la atención. El sultán, portador de poderes plenipotenciarios en lo político y social, había decretado la prohibición de que su rostro fuera puesto en pancartas o vallas públicas. ¿La causa? Para el joven gobernante era una ofensa a Alá que el rostro de una persona ocupara un espacio prominente que pertenece solo a lo Divino. Al recibir esa información repasé mentalmente el recorrido y, efectivamente, había visto avisos e inscripciones por calles y avenidas, pero no el rostro del gobernante, excepto aquellos discretos en algunos negocios. Sentí pesar al recordar que, solo unas semanas antes, había estado de visita en una instalación petrolera en mi país, en la que alguna vez elaboré la tesis de grado para recibir el título de ingeniero; y en la que, ahora, se podía observar una imagen del tamaño del edificio de 4 pisos, con el rostro de cierto funcionario público. Pesar por un país cuya mayor parte de la población se autodenomina “cristiana”. Pesar al recordar que por avenidas y carreteras nacionales, oficinas de la administración pública y grafitis callejeros, se observa aquel rostro en lo que, indistintamente de como se le quiera llamar, se convirtió en culto a la persona. Bajo el brillante sol omaní, meditaba la paradoja de estar en un sitio donde quien ostenta pleno poder promueve el respeto a lo Divino; mientras en la otra se promueve sustituirle. No es una coincidencia que la pobreza y violencia caminen de la mano con prácticas que combinan la superstición, la sumisión y la usurpación del espacio Divino en el alma por el culto al hombre. La historia leída y mi experiencia me han enseñado que las sociedades que han avanzado en materia de civismo, respeto a la vida, ética y hasta riqueza, son aquellas que dejaron a un lado el culto a la persona, dándole primacía a los valores intelecto-espirituales. No me refiero a los valores del poder religioso tradicional (que es posiblemente el más perverso) sino a los valores que se forjan en el alma de una sociedad que aprende a considerar a su prójimo como a sí mismo, entendiendo que quien endiosa al hombre degrada su propia existencia y termina despreciando a los demás. Xenofobias, divisiones internas y hasta guerras han sido el legado del culto al hombre a lo largo de la historia de nuestra especie, y es que quienes usurpan el lugar de Dios en el alma son embajadores del infierno mismo. Ante tal paradoja que, por momentos, pareciera abrumarme, estoy agradecido por haber sido testigo, en aquella lejana región, en una cultura y religión que sufren sus propias dolencias; de una experiencia que recuerda mirar hacia arriba, lo superior, valorando las cualidades y acciones que trascienden y fortalecen a una persona, a una nación. Pero también me alerta sobre la variedad de dioses que son levantados en la sociedad. Hazte esta pregunta, si tu alma fuese una ciudad por la que algún invitado hace un tour ¿Que vería en sus parques y avenidas? ¿A quién se rinde culto en tu lugar secreto puertas adentro del ser? ¿Alguna pancarta tendrá el rostro de hombre? Puede que las vallas de nuestra alma destaque a alguno de los otros dioses modernos con nombres sofisticados: tecnología, negocios, placer, fama, poder, por citar solo algunos. Hace unos días el máximo jerarca de la religión católica emitió un escrito criticando el “culto a la tecnología”. Me pregunto qué resultado tendríamos comparando el tiempo que pasamos con la cabeza gacha mirando los teléfonos inteligentes (así llamados aunque en algunos produzca un efecto “idiotizante”) con las que invertimos en compartir en armonía con lo Divino, dando el primer lugar a lo que nutre al ser. Imagina por un momento que el invitado que recorre tu alma sea Jesús, quien observa y amigablemente dice “dale a Dios lo que es de Dios”. Existen personas que aseguran creer la existencia de Dios, pero sus pensamientos son fácil presa de artimañas tele-comunicacionales de los dioses modernos. En mi vieja Biblia leo que cuando Dios se manifestó a nuestros antecesores les dijo “soy celoso…no me compares ni sustituyas mi lugar por nada ni nadie”. Aprendamos a distinguir la diferencia entre la mediocridad de una vida sometida a ídolos humanamente fabricados y la grandeza de quienes caminan manteniendo su mirada en las alturas para la que fueron diseñados. Feliz día. 

sábado, 13 de junio de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Una flor para el desconocido

Una flor para el desconocido
Por José Gil

Caminaba por aquella angosta calle en una zona poco transitada de una conservadora comunidad. Mis pensamientos abrazaban la idea de avanzar para culminar un recorrido que, por cansancio,  se hacía algo pesado e insípido. Habían pasado más de 6 meses de una mudanza transoceánica y, en momentos como el de la caminata de ese día, el alma parecía estar absorta, procurando terminar el quehacer y el recorrido para refugiarse en el sueño; esperanzado en que, al despertar, habría nuevos bríos. En un momento me encontré caminando de frente a una anciana que empujaba un coche con un bebé y a menos de un paso detrás suyo aquella niña que, estimo, tendrá unos 3 añitos. He aprendido a poner especial atención en no mostrarme efusivo con niños en sociedades donde los padres, producto de tristes experiencias, encienden sus alarmas mentales ante cualquier desconocido que se acerca a sus pequeños. Esta vez sucedió lo contrario, y yo recibiría un hermoso regalo de la vida, que me dio bríos y entusiasmo con los ojos bien abiertos. Era primavera y los arboles de esa región, cuyas ramas se desnudan en invierno, comienzan a brotar flores coloridas, algunas de las cuales se desprenden por el viento. Dado lo angosto de la acera me moví hacia mi derecha para dar paso a aquel trio familiar que se aproximaba, parándome al lado de un árbol que retoñaba. En ese preciso momento noté que la niña había detenido su paso justo frente a mí, con sus ojos iluminados, sorprendiendo y haciendo sonreír al niño abrazado a mi alma. Al mirar sus manos extendidas hacia mí, allí estaba, una florecita, la había tomado en su caminata y, ahora, se la daba a aquel desconocido del camino. Desperté del breve monologo de hastió que me acompañaba y recordé aquella poderosa frase escrita por un poeta y guerrero: “Si tomara las alas del amanecer y me mudara al extremo del mar, aun allá me alcanzará tu mano y me sostendrá tu diestra” (Salmo 139). Ya no estaba absorto, ni frio. Las nubes grises de mis pensamientos se disiparon cuando la poderosa mano invisible que sostiene mi vida me hizo recordar vivir con agradecimiento y entusiasmo, por el regalo recibido de manos de la niña. He querido compartirte estas líneas con un sincero deseo, si te encuentras absorto en tantos aparentes sinsabores del camino, o tus emociones parecen dictar un aparente aislamiento en tu vida; recuerdes que el amor Eterno jamás te deja, siempre te acompaña y se expresa incluso a través de lo sencillo e iluminado de la vida a tu alrededor. ¿Puedes verlo? Pon atención a los asuntos aparentemente pequeños y sencillos de la vida y lo verás. Hasta en parajes áridos y distantes, donde los cactus y arenales decoran el horizonte, lo Divino se ha mostrado a quienes han cruzado circunstancias tormentosas. Ninguna cosa creada nos puede separar del amor de Dios, pero hay dos asuntos que necesitamos revisar para poder percibir ese amor: 1) Nuestras abarrotadas agendas de compromisos y actividades que enjaulan al niño o niña en nuestro ser interior. 2) Nuestros pensamientos de víctima o autocompasión que sugieren nadie nos ama y que es mentira el amor que la vida nos regala. ¿Cuándo fue la última vez que observaste las flores en los árboles o un amanecer sin antes mirar tu teléfono? ¿Recuerdas por cual lado salen más estrellas por la noche? Pero en cambio, sabemos hasta la marca de auto de algún cantante famoso, los tatuajes de algún afamado, donde perforar un pozo, como hacer una inserción para operar o la forma de administrar una gran cantidad de dinero para otros. Con razón hay tanta alma caminando absorta, que no alcanza a percibir toda la belleza y maravilla que aún persiste a nuestro alrededor. Nos hemos concentrado demasiado en lo material, producto de nuestros miedos. Quiero terminar estas líneas, mientras agradezco a Dios, invitándote a que consideres cuan acompañado o acompañada, genuinamente, te sientes en este momento de tu existencia. La mano Divina te ofrece flores para recordarte que sigue a tu lado, insistente, amorosa. La vida nos quiere guiar a ser los protagonistas de nuestra única e irrepetible historia. En nuestro recorrido abrazamos y dejamos de abrazar, edificamos y derribamos, bailamos y lloramos lutos…pero mientras el amor sea la fuente de la que bebe nuestra alma, continuaremos avanzando hacia el destino que nos llama amorosa y constantemente, siempre acompañados del amor de la vida. Solo viven quienes aman como la vida nos ama. Feliz día. 

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ¿Cuándo me voy?

¿Cuándo me voy?
Aquella tarde decembrina había conversado telefónicamente con abuela, prometiéndole que viajaría de nuevo el lunes a visitarle. Pero durante la noche entraría en un vaivén de tiempos entre profundo dormir y corto despertar. En uno de esos despertares, casi sentada, dirigió una pregunta a mi madre: “¿Cuándo me voy?”. Al amanecer del domingo abuela partió. Una vivencia similar ocurrió recientemente, cuando un grupo de mujeres visitaba a una de sus amigas, hospitalizada por enfrentar un cáncer terminal. Una de las visitantes tomó las manos de la enferma y elevó una plegaria, quedando todas asombradas cuando la agonizante mujer se sentó en cama y preguntó “¿Cuándo nos vamos?”. Horas más tarde…se fue. Te comparto estas líneas mientras medito en la inminencia de nuestra partida de esta vida, indistintamente de cuan longeva llegue a ser. Tarde o temprano…nos tendremos que ir. Sin pretender saber lo que hubo en la mente de estas dos personas, algo parece haberles hecho percibir que debían irse. En muchos aspectos la muerte sigue siendo un enigma, pero incluso los más recalcitrantes ateos reconocen que muchos pacientes en fase terminal tienen “experiencias” difíciles de explicar sin incluir la existencia de una vida más allá de la presente. Pero no todos parecen estar atentos a la inminente partida, por lo que tantos, cometen descuidos que suelen obligarles a “irse” súbitamente. La misma mañana del día en que escribo estas líneas vi a una dama bajar, descuidadamente, del minibús que se había detenido delante de mí, en un lugar no autorizado. La dama no vio al motociclista que, violando la ley y el sentido común de manejo, adelantaba a alta velocidad por la derecha. El espacio que quedó entre ambos fue más pequeño que el de una pelota de futbol, fracciones de segundos y pocos centímetros faltaron para que “se fuera”. Apenas unas horas más tarde presencié como un camión que era manejado en retroceso impactaba a un motorizado derribándolo en la vía, salvándose por muy poco de “irse”. Quiero llamar tu atención sobre algo, sea que haya alguna circunstancia que nos sensibilice o un hecho súbito, somos pasajeros en este terminal llamado vida y, en algún momento…nos tendremos que ir. Esta realidad me hace pensar en aquellas palabras de Jesús a sus amigos “el tiempo de vida de ustedes se puede terminar en cualquier momento”, Juan 7:6. Lejos de extender una invitación a la tristeza o desespero, aquellas palabras llaman nuestra atención a vivir entendiendo que, eventualmente, las arenas del tiempo en nuestro reloj de vida terminarán de pasar al nivel inferior. Vale la pena preguntarme si la forma en que estoy viviendo considera el cuidado de mi vida física para evitar las imprudencias y descuidos que pueden adelantar mi partida, pero también si estoy poniéndole cuidado a mis cualidades intelecto-espirituales, mis emociones, mis motivaciones. Permíteme hacerte una pregunta, si supieras que te restan 24 horas de vida ¿Harías lo que tienes pensado hacer o cambiarias tus planes? Digamos que el medico te informa que debes someterte a una operación a la brevedad posible y tu probabilidad de salir de quirófano es 30% ¿Seguirías tu rutina actual de vida o harías algún ajuste? Déjame terminar estas líneas diciéndote algo: tú y yo nos tenemos que ir, eso es un hecho. Somos afortunados si no sabemos cuándo….pero igual nos iremos. Entonces ¿Qué estas esperando para vivir? No me refiero a la superficialidad del libertinaje ante lo corto de la vida, me refiero a que hagas aquello que tu alma dicta como propósito de vida. ¿Cuál es tu motivación en la vida? ¿La estas degustando en cuanto haces o la estas sepultando bajo una lista de asuntos intrascendentes? Nuestro tiempo siempre está presto, pero ¿Sabías que al hombre que dijo esas palabras le tomó menos de 35 años cumplir su propósito? El entusiasmo y la virtud fueron sus aliados, gran sentido del humor, sensibilidad por las necesidades de otros, virtud de acero y corazón de niño ¿Su secreto? Vivió de verdad, vivió para hacer lo que su alma le dictó, y milenios más tarde…seguimos asombrados de su vida. En tu caso y el mío no sabemos si nuestra partida será lo suficientemente anunciada como para percibirla en el cuerpo o súbita como para no dar tiempo ni de despedirnos de los amados. ¿Cuándo me voy? Dios permita que sea cuando haya culminado aquello para lo cual la vida ha invertido tanto amor, esfuerzo y tiempo. Piénsalo, espero nos veamos en casa cuando llegue el tiempo de…irnos. Feliz día.

lunes, 1 de junio de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: El perfume del alma

El perfume del alma
Por José Gil
Esa tarde me dirigí a aquella perfumería para comprar algunos regalos. Estaba acostumbrado al trato cordial aunque distante de aquella cultura, por lo que me llevaría una sorpresa. Llevaba puesto un suéter con la inscripción “Amo NY”, regalo de mi hijo que me había ayudado a combatir el frio de finales de invierno. Apenas entré a la perfumería la empleada me dirigió unas palabras en holandés, de las que nada entendí. Entonces, sonriendo, habló en inglés: “ya sabía que usted no era de por aquí, pues su rostro refleja radiante alegría, mientras nosotros siempre entramos así” y puso gesto de enojo. En realidad lograr que me ría no requiere un gran esfuerzo, pero aquel comentario de la vendedora logró por varios segundos que ella, los dos amigos que me acompañaban y yo formáramos un cuarteto de risa que no pasó desapercibido a otras personas en la tienda. Había escogido esa perfumería porque tenía todas las fragancias que me gustan, incluso las que escapaban de mi presupuesto. Me gusta escoger diferentes muestras, verter un poco en los cartoncitos de prueba y, si consigo alguna que me guste, aprovechar para perfumar mis manos. Ese día pensaba comprar varios, así que aprovecharía oler diferentes fragancias y, no lo dudes, rociarme un poco del que mejor me pareciera. Sin embargo, el comentario de la empleada movió mi pensamiento de los perfumes que buscaba al que llevaba en el alma. Desconozco que observó o percibió, pero más tarde, de regreso a la residencia, recordaría un pasaje de mi vieja biblia en el que me gusta pensar está la respuesta. “Un corazón contento hermosea el rostro” (Proverbios 15:13). Déjame aclararte algo, se refiere a una hermosura en el sentido de frescura, lozanía, vigor, no en el sentido de competir para un concurso de belleza con retoques tipo Photoshop o certámenes de caras para un comercial de TV. Agradecí a Dios por aquella vivencia, recordando que un fiel amigo del camino de la vida ha sido el contentamiento. ¿Sabías que la ciencia moderna sugiere que unos minutos de risa, genuinamente expresada por contentamiento, mejoran la salud e imagen personal? Si el estado de ánimo del alma emitiera un perfume, en una escala del 1 al 10, donde 1 es un delicioso aroma francés y 10 es algo cercano al ajenjo ¿Qué número sería el nuestro? La escritura no sugiere que yo deba ir por allí con mis encías frías por estar sonriendo todo el tiempo, sencillamente nos recuerda que si el lugar del ser en el que se originan las emociones fluye contentamiento, mostrará algo hermoso y notorio incluso a quienes nos rodean. Por el contrario, almas gruñonas y quejonas abundan, en especial cuando las sociedades padecen problemas y carencias que atrapan y amargan a quienes solo tienen visión para lo material en la vida. He notado que se ha vuelto común la expresión “nube negra” para referirse a personas de las que solo brota pesimismo y malestares. Por otro lado, hay quienes intentan perfumar su alma con perfumes baratos de euforias pasajeras que se esfuman tan rápidamente como las fragancias de mala calidad. Otros tratan vanamente de usar la religiosidad para embellecer la vida, que agrega olores a rigor y ritual pero no contentamiento. ¿Cómo impregnar al alma del perfume del contentamiento? Con pensamientos y lecturas de bienestar intelecto-espiritual, meditando, orando, incluso cantando, todo ello abona nuestra vida con un sentimiento de agradecimiento. Estoy convencido que contentamiento y agradecimiento van inseparablemente tomados de la mano. ¿Has percibido el perfume de un alma contenta? Con toda seguridad procede de alguien agradecido. En este día quiero animarte a pensar que tienes un perfume de emociones que brotan de tu alma y no pasa desapercibido para quienes están en tu entorno. Contentamiento,  ese estado emocional del alma que confía y disfruta la vida. Pon a un grupo de niños a jugar en la playa o la piscina, o patear unas pelotas de futbol con su papá en la montaña ¿Los puedes oír? ¿Sabes cómo están? Si, exactamente…contentos. Es mi deseo y oración tener un corazón contento, y que la fuente de ese contentamiento sea todo lo bueno, lo que hace que nuestra alma crezca y avance en nuestro peregrinaje por esta existencia. Eso producirá una belleza que ninguna aplicación digital ni producto de belleza podrá lograr. Feliz día. 

miércoles, 22 de abril de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: MIEL PARA EL CAMINO.

Miel para el camino
Por José Gil

Aquellos 9 campesinos no tuvieron opción, debían regresar a buscar a su hermano, quien había quedado detenido al otro lado de la frontera, acusado de ser guerrillero. Viaje obligado por la carencia de alimento y el deseo de liberar a su hermano, aunque sabían que su viaje implicaba enfrentar un gran peligro. La condición de la autoridad Egipcia para liberar al detenido fue que llevaran a su hermano menor y corroborara una historia que ellos habían contado al negar ser invasores o ladrones. Su anciano padre les pidió que cuidaran a su hermanito, recordando la pérdida de otro hijo en un viaje similar y entendiendo que, al cruzar la frontera, quedaban a merced del deseo de un -aparentemente- caprichoso gobernante. Entre lágrimas y dolorosos recuerdos los 10 hombres se dispusieron a salir. Es entonces cuando el anciano les da una última instrucción: “lleven miel para el camino y como presente”. Uno de sus hijos detenido en el extranjero, enfrentando la quiebra por aquella prolongada sequía, su hijo amado había muerto, había enviudado, y ahora enfrentaba la posibilidad de que los hombres de la familia no volvieran, quedando con una multitudinaria familia, en una finca sin cosecha, sin recursos ni fuerzas para proveerles. Sin embargo, algo en su fuero interior había madurado, ya no era el joven embaucador que por engañar a su padre debió huir para nunca volver a ver el rostro ni sentir el abrazo de su madre, se había extinguido el embaucador cuyo propio hermano había jurado matar, aquel astuto criador de ganado a quien ni su suegro -otro experto timador- pudo ganarle en manipulación de negocios. Ahora, anciano, mirando lo pedregoso del entorno y viviendo aquella sequía que, puede haberle recordado soledades en su alma, instruía a sus hijos “lleven miel para el camino”. ¿Miel? ¿Para hombres recios? ¿Para el gobernante que ordenó detener a mi hijo, un campesino, acusándole de ser espía? ¿Yo enviando miel? ¿Creen que mi pierna cojea por no haber luchado en la vida? He vivido en cuevas, dormido sobre piedras, luché contra Dios mismo, mis soledades y rigores para ascender en la vida exceden a las de quienes me han criticado, he crecido solo y nadie me ha ayudado, mi nombre significa “príncipe”. ¿Miel?...Si, lleven miel para el camino, lleven suficiente para ustedes e incluso para quien parece amenazarme…no lleven armas como solían, no usen astucias como aprendieron de mí, no traten de sorprender al enemigo cuando esté desprevenido como aquella noche…lleven miel para el camino. Las nobles abejas no han dejado de libar miel, mi alma tampoco dejará de hacerlo aunque estos son tiempos desolados. ¿Conoces el personaje? Si, es Jacob. Puedes leer todos los detalles de esta fascinante etapa de su vida en el libro de Génesis, capítulo 43. Antes que lo hagas quiero compartirte algo que puede serte útil para el resto de tu vida: la importancia de fluir miel y no amargura en tu alma. Miel para los momentos difíciles de la existencia, dulzura del alma que te sustente e incluso alcance para compartir con quienes están a tu alrededor. ¿Has sufrido? ¿Te parece que la vida te adeuda por tanta lágrima derramada en soledades? ¿Te ha tocado subir cuestas empinadas entre espinas y cardos? Bueno, déjame decirte algo…visto en perspectiva eres un alma afortunada, siempre y cuando mires al rigor de la vida como la oportunidad para conocer, en carne propia, la diferencia entre la hiel y la miel. Lo que necesitas es decidir, luego de hacer balance puertas adentro del ser, donde nadie mira ni sabe ¿Qué llevarás para el camino que falta transitar? Puedes decidir llevar el resentimiento, la pena, la rabia, o todas juntas. ¿Alguna vez pensaste que era mejor acabar con todo de una “buena” vez? Muchas almas lo hicieron…se quebraron. En cambio, si has llegado hasta estas líneas es porque has decidido avanzar, pero la vida te regala el ir más allá que en modo de supervivencia, degustando la actitud que decidas llevar para el camino. Recuerdo una noche de Marzo, hace varios años, en la celebración del casamiento de mi hija, escuchando al ministro que les compartía palabras de estimulo. ¿Sabes la frase que recuerdo de sus palabras para la pareja que iniciaba un camino compartido? “Lleven miel para este camino que inician”. En una noche de celebración aquella frase puede haber pasado desapercibida, pero seguramente ha sido referencia para días posteriores. Puede que lleguen momentos, si es que no han llegado, en los que la euforia, el sentido de abundancia, incluso la salud parecen esfumarse, son las horas menguadas. Aun así, son momentos para recordar que debemos decidir si nuestra alma fluirá miel de esperanza que incluso sea influencia para los otros senderistas de la vida. Una sombra de pesimismo y amargura suele rodear a los resentidos del camino, a los que su balance siempre les da negativo, a quienes culpan a todo y todos por su condición. Sus palabras, acciones e influencia son amargas. Un alma que destila dulzura, aunque se encuentre en un desierto, llegará a ver milagros que la amargura jamás alcanzará a ver ni desde la distancia. ¿Piensas que los niños disfrutaban la presencia de Jesús porque fuera un amargado? Los niños sí que saben distinguir y disfrutar la miel de la vida. Un alma endulzada por la miel del amor, esperanza y entusiasmo cruzará desiertos pedregosos, verá el rostro que consideraba perdido, recibirá un perdón inmerecido e inesperado, tendrá provisión para el sustento y disfrutará una reconciliación y felicidad que la lógica y la razón atea no alcanzan a comprender. ¿Te cuesta creerlo? Los campesinos en la historia que te compartí recibieron todo eso y, déjame decirte algo, habían vivido entre aciertos y maldades, lo mismo que nosotros. Quiero terminar estas sentidas líneas animándote a soltar las penas de tu alma y dejar que la dulzura de la vida fluya, primero en ti, y alcance para otros. Endulza tus pensamientos, deshazte de sentimientos y palabras agrias contra ti mismo y los demás; atrévete a dejar que la voz del niño o niña en tu ser interior ría de nuevo…y se cumplirá una de las promesas más esperanzadoras que Jesús dio a sus seguidores: “El que en mi cree, de su interior correrán ríos de agua vida”. Feliz día.

lunes, 20 de abril de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Mentes Renovadas

Mentes Renovadas
por Jose Gil
¿Has escuchado decir “soy así, quien me quiera tendrá que quererme así”? ¿Sabías que nuestro cerebro tiene la capacidad de crear hábitos y anclarnos a ellos? Hace poco tiempo supe de investigaciones científicas sobre esa función cerebral: crear y deshacer hábitos. Un grupo de expertos explica que el cerebro humano funciona creando patrones de asociación entre lo que percibe del entorno y nuestra reacción interna, según lo que considere sea conveniente para nosotros. El cerebro crea una red de conexiones que asemejan carreteras de pensamiento de modo que, la próxima vez que perciba algo similar a la experiencia anterior, tratará de reproducir las mismas ideas (transitar la misma carretera de pensamiento) y; como resultado, producir las mismas acciones. A ese ciclo repetitivo lo llamamos hábito. Desarrollamos hábitos para la hora de comer, colores preferidos, dormir, ir al baño, caminos para ir al trabajo, y pare de contar. Repetir lo habitual da al cerebro un sentido de seguridad y comodidad que ahorra energía y produce relajación. De modo que, comodidad y seguridad (parte importante de nuestras emociones) son resultado de un cerebro que actúa por costumbre, y forma parte de una vida sana. Hasta aquí todo va bien, pero cuidado, lo que por un lado brinda seguridad y confort, puede en ser un peligroso obstáculo en circunstancias claves para nuestra vida. Los hábitos pueden crear resistencia a cambiar y eso podría ser contraproducente. Cada vez que enfrentamos la necesidad de un cambio se produce una tensión entre quedarnos en el hábito (zona de confort, seguridad, rutina) o asumir un nuevo conocimiento que exige actuar en forma no habitual, nuevas autopistas cerebrales. En la medida que nuestro pensamiento sea rígido mayor es el desafío. ¿Has visto a alguien en su intento por dejar de fumar? ¿Con que frecuencia cambiamos algo complejo como una posición filosófica, política, religiosa hasta algo sencillo como el brazo donde ponemos el reloj? Una pregunta que deberíamos hacernos ¿Estoy dispuesto a cambiar si mi nivel de conciencia cambia o me adhiero a mis hábitos negando cambio alguno? La respuesta puede marcar la diferencia entre un alma libre o prisionera, una mente momificada o una jovial. Es más fácil hablar o escribir sobre cambiar que hacerlo ¿Verdad? Al final de su investigación los científicos proponen la forma en que podemos ajustar o desalojar hábitos de nuestra vida. Por cierto, su respuesta coincide con otra que ha estado disponible durante siglos: re-educándonos con nuevos hábitos. Interesante, en el sitio donde se producen las reacciones que conectan nuestro mundo interior con el externo, hay una lucha entre viejo y nuevo, hábito y necesidad de cambio. Pensaba en eso y recordé dos frases leídas en mi vieja Biblia. La primera son palabras de Jesús a sus seguidores “no se pone un remiendo nuevo en un vestido viejo” (Mateo 9:16). Advertía así a sus amigos que tratar de tapar los vacíos en alguien con pensamiento ritualista, envejecido, pegándole remiendos de nuevos pensamientos terminará generando un vacío más grande. La segunda frase es de un seguidor suyo: “No se conformen al sistema de valores imperante, sino transfórmense con nuevas y superiores formas de pensamiento” (Romanos 12:2). Pablo entendió que necesitamos una mente renovada, no remendada; que la mente renovada resiste las telarañas del conformismo y que es mi responsabilidad alimentar nuevos pensamientos para crecer intelectual y espiritualmente. ¿Te das cuenta? La sabiduría antigua y nuevos descubrimientos esta vez concuerdan en que existe la necesidad de renovar nuestro pensamiento, sustituyendo aquellos hábitos que nos paralizan con otros que nos aproximen a la mejor versión de nosotros mismos. Ante estas evidencias cabe preguntarme, ¿Por qué en tantas decisiones de mi vida prevalecen el conformismo y la repetitividad? Porque permito que mis viejos esquemas mentales decidan. Con razón hay tanta gente que vive fatigada y apesadumbrada, empujando una vida aburrida y desmotivada. Atrapados por pensamientos de un sistema de valores que les dicta que comer, vestir, hablar y cuándo o con quien hacer pareja. Repitiendo las mismas cosas o haciendo lo que “todos hacen” obtendré los mismos resultados o lo que “otros ya obtuvieron” pero no lo que mi individualidad está llamada a alcanzar: la mejor versión de José, una mente renovada y no una remendada. Pon atención a las personas que han marcado una huella digna de elogiar o imitar y te darás cuenta que, igual que nosotros, tuvieron carencias pero, a diferencia de la mayoría, el conformismo no fue una de ellas. Una excusa suele ser que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer…es la voz del miedo al cambio que grita desde la azotea. Alguien dijo que no temamos dejar lo bueno para aspirar a lo grandioso. Es natural y comprensible llevar una vida protegida y tranquila, es parte de nuestra salud emocional; pero recordemos que el entusiasmo por la vida se nutre de recorrer el camino que eleva mi ser hacia mayores y mejores formas de pensamiento y acción. Te animo a considerar la importancia de renovar nuestra mente, atreviéndonos a alcanzar la altura para la cual fuimos diseñados. Feliz día.

domingo, 29 de marzo de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ¿Tiempo final?

¿Tiempo final?
Por José Gil
Esa tarde fui a visitar una iglesia cuyo portal anunciaba celebrar una reunión en idioma español. Por llegar temprano pude observar a quienes preparaban la actividad: sonido, luces, decoración. Unos minutos más tarde comenzaba formalmente una música que, de inmediato, me hizo recordar la escuchada en otros lugares. Promesas de un futuro mejor y un gobierno de amor en el planeta eran base de ritmos que incitaban primero a bailar y, paulatinamente, lo emotivo. Unas semanas antes había visitado otro grupo en su tiempo para leer y orar, un ambiente sosegado, donde también se mencionaba un tiempo venidero cuando el mundo estará mejor. Al parecer es algo común, en distintas comunidades religiosas, la predica sobre “un futuro mejor” y un orden mundial establecido según principios “divinos”. ¿Orden divino? ¿Esperamos un futuro mejor? Es un tema espinoso, sobre todo porque entre religiosos de oficio que han monopolizado una versión “oficial” y las supersticiones y sandeces que Hollywood -y afines- incluyen en películas apocalípticas, han dividido la cultura occidental en dos bloques: los que esperan un gobierno eco-religioso terrenal color de rosa y, en otro extremo, los que anuncian batallas entre ángeles y demonios en un holocausto apocalíptico. Sin pretender dar respuesta al tema escatológico (estudio de los tiempos finales) quiero decirte algo con la serenidad que da la certeza: si creemos la mitad de lo leído en la Biblia sabremos que la humanidad se enfila a tiempos en los que la degradación y violencia pondrán en estado de sitio al amor, fe, y esperanza. Muchos acontecimientos dejan ver a los jinetes apocalípticos. Focos de guerra promovidas por ambiciones de poder político, económico y religioso. Hambrunas, desplazados y refugiados que superan los 1000 millones de almas, a lo que deberemos sumar las predicciones de la ONU sobre reducción de fuentes de agua potable, a la cual 40 de cada 100 personas en el planeta no tendrán accesos en un par de décadas. Enfermedadesque amenazan con crear agresivas pandemias. El cambio climático y el surgimiento de nuevas forma de conductas anárquicas en latitudes que pensábamos se habían pacificado. La reaparición de nuevos mesías que ofrecen salvar a la especie a cambio de subvertir el poder tradicional e imponer uno nuevo, que termina siendo reciclado. En conjunto, estos elementos pronostican que ciernen tormentas sociales a escala mundial. No deja de ser interesante que la Biblia menciona tiempos finales impregnados de guerra-pandemias-hambre-muerte a escala sin precedentes, con mercaderes de esperanza auto proclamándose salvadores. ¿Te intimida? Puede que estés pensando no seguir leyendo y que José te envió hoy unas líneas “infelices” o raras. Ayer, el capitán de un vuelo en la ruta Barcelona-Dusseldorf dirigió unas sentidas palabras a sus pasajeros, no desde su cabina, sino frente a todos. Terminó compartiendo la esperanza de abrazar a su familia esa noche al terminar el viaje. Un emotivo silencio, seguido de aplausos, recordando que un colega había estrellado deliberadamente el vuelo de la misma ruta 72 horas antes, truncando la vida a 149 almas. ¿Cuál parte de la historia abrazas, la trágica o la esperanzadora? Tú decides. ¿Estamos acercándonos al tiempo final? Si es así ¿Qué parte de la idea abrazas, holocausto o esperanza? Nuestro final, bien individual o colectivo, puede no ser asunto inmediato, pero si inminente. Jesús dijo a sus seguidores “vuestro tiempo de morir es algo latente” Juan 7:6. Tal realidad no debe ser tomada como trágica sino un llamado de atención sobre la actitud con que vivimos. Muchas personas han enfrentado realidades con ingredientes apocalípticos; sin embargo, han abrazado la esperanza. ¿Su secreto? Han creído ser hijos de Dios, luz y sal de la tierra. Las religiones no han podido someterles, el fanatismo no ha logrado invadirles, filosofías no pudieron confundirles, partidos políticos no pudieron manipularles, ejércitos no han podido apagar sus voces, tragedias no han vencido su esperanza. Han sido almas libres enfrentando al mal con bondad, su fuerza no ha sido fiera sino sabia, su voluntad no ha sido la de imponerse a otros sino resistir la adversidad, se han mantenido erguidos en lo que debieron parecerles tiempos finales…y para muchos lo fue, de hecho. La violencia jamás les arrastró a la venganza, el hambre no fue excusa para robar o matar, sus enfermedades fueron enfrentadas con dignidad de almas en conexión con Dios, y la muerte misma llegó a encontrarles entonando cantos de esperanza y victoria. La naturaleza de algunos de nuestros con-generes muestra una asombrosa capacidad para pervertir logros alcanzados con gran esfuerzo (basta recordar que los mismos postulados de Dalton que llevaron a algunos a concebir la llamada “medicina nuclear” hayan sido usados por otros para crear la “bomba nuclear”). A pesar de eso, siempre han existido aquellos cuya naturaleza les hace ser luz cuando la tiniebla ha tratado de invadirles. Almas que nos recuerdan que, aunque no pueda evitar que el sistema de valores imperante esté llevando al planeta a una calle ciega, puedo evitar ser invadido puertas adentro del ser. ¿Has considerado lo que enfrentó Jesús? El poder religioso, político y social se confabularon para deshacerse de aquel molesto libertador de almas. ¿Lo lograron? En mi caso fracasaron, en el tuyo….tú decides. Nombres como Nerón, Domiciano, Atila, Bonaparte, Hitler; destacan entre los artífices de anarquía y crueldad; pero la historia también se ilumina por nombres refulgentes: Jesús, Pablo, Juan, Fanny, Teresa, sin contar tantos “anónimos” cuya luz se mantuvo encendida cuando la oscuridad parecía haber ahogado las que había afuera. ¿Tiempo final? ¿Te asusta? Creo que estamos escribiendo las primeras páginas del epilogo, pero eso no debe sorprenderme ni asustarme, pues ya había sido alertado al respecto. Puede que uno de estos días se acelere la historia hacia profundos conflictos mundiales, finales…puede que no. En todo caso, la idea de un futuro mejor se alimenta porque mi alma está conectada con lo Divino, no porque piense que las condiciones de vida del planeta van a mejorar. El mensaje central para los tiempos finales es que el conflicto más cruento entre el bien y el mal se está librando por la conquista de mi alma, y en eso yo tengo la decisión final. Aunque llegue el tiempo cuando, afuera, la maldad se imponga; mi alma está destinada a triunfar. Los tiempos parecen acortarse, pero la luz de mi alma sigue encendida…soy un vencedor y llamado a vivir sin temor. Feliz día.

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Los del camino

Los del camino
Por José Gil
Ir a la farmacia a buscar remedio para el malestar de gripe y una despensa casi vacía fueron excusas perfectas a mi desgano de cocinar esa mañana, decidiendo salir a desayunar y pasar por la farmacia. Abrigado de arriba abajo me dirigí al centro del pueblo, pensando en un par de sitios que sirven “especiales” matutinos dominicales. Sin prisa, para evitar alterar la tos, y a la vez tratando de no exponerme prolongadamente al frio, salía de una de las calles angostas cercanas a la estación del tren cuando vi aquella pareja, preguntando a otro caminante con morral en espalda, a quien pude escuchar decirles que no podía ayudarles; respuesta común en una cultura de “hágalo usted mismo”. En aquella hora y día de la semana muy pocas personas salen a caminar por el centro, en especial cuando el clima invita a seguir en cama. Al alejarse el otro caminante observé la sonrisa como saludo y que los ojos del anciano se pusieron sobre la única alma que se acercaba. Me detuve ante el par de visitantes, quienes lucían como viajeros de la tercera edad en un pueblo desconocido. Deseaba ayudarles, aunque siendo visitante, dudaba poder darle direcciones; pero algo podía hacer: saludar y decirles donde preguntar. Sabía dónde estaba la oficina de información al visitante…porque había estado allí. La gentil pareja había viajado desde Suiza y con la cordialidad de quien pide ayuda sin desear incomodar, esperanzado en recibirla, su primera pregunta fue sobre el idioma. En Suiza hablan oficialmente cuatro idiomas, pero ninguno corresponde al de la nación que estaban visitando. La buena noticia para ambos fue que estaban preguntando a un visitante con quien podían hablar en inglés. ¿Te das cuenta? Pudimos comunicarnos, no en nuestra lengua original sino en una común a ambos. Buscaban la dirección del museo de artes, y me alegré, en eso podía ayudarles pues yo lo había visitado unos días antes. Mi forma de pronunciar el nombre del museo y la calle (Maurithuis, Plein) me delataba extranjero, pero podía guiarles pues había estado allí. Empecé a explicarle que estaban en un sector del centro donde no había buenas señales, y aunque las hubiese eran difíciles de entender (todos reímos) pero que debían tomar primero una cuadra al Oeste y…entonces, algo me detuvo de seguir dándoles un mapa hablado y movió a sugerirles: Si aceptan caminaré con ustedes hasta donde puedan ver el museo. La expresión del rostro del hombre me hizo recordar esa mezcla de alegría y alivio que he sentido cuando, en tantas oportunidades, algún alma del camino me ha ayudado a encontrar el mío. Las cuadras que caminamos, a paso de quien va sin prisa, fueron escenario para compartir sobre nuestros orígenes y razones para estar allí, además de algunas risas…cual niños que se encuentran –momentáneamente- en un parque en el que esperan haya espacio y diversión para todos. Unos minutos más tarde la plaza del centro dejaba ver aquella edificación, casa de algún notable en 1641, llegando a ser museo e icono de Holanda y referencia mundial. Al momento de despedirnos la dama sonreía y el anciano puso su mirada sobre mí para pronunciar unas palabras que procuraré recordar siempre “que la vida le permita alcanzar todos sus sueños”. Música que inundó mi alma y empañó mis ojos, al recordar que hemos sido diseñados para dar de gracia lo que de gracia recibimos, y entender que cada encuentro tiene su historia y propósito para quien mantiene abiertos los ojos del alma. Les vi encaminarse a su destino, y yo miré hacia un lugar cercano donde empezaban a disponer mesas para desayunar. Momentáneamente había olvidado aquella molesta gripe, química entre estados emocionales y el cambio de estación. Quise compartirte esta cotidianidad como recordatorio que la vida asemeja un camino, a cuyo paso tenemos la oportunidad de compartir; algunas veces para dar y otras para recibir, recordatorio que en asuntos aparentemente pequeños percibimos un sentido de propósito de vida, que somos privilegiados cuando podemos apoyar a otros en el camino, recordatorio que podemos mostrar nuestra relación personal con Dios en la forma en que nos relacionamos con las otras almas del camino. ¿Sabes cómo llamaron a los primeros seguidores de Jesús? Antes de acuñar el término “cristianos”, antes que Constantino hiciera su conveniente declaración de fe, antes que las oraciones fueran tarifadas, antes de trucadas apariciones para someter a nuestros antepasados, antes de matar a otros en nombre de Dios, antes de las cruzadas, la inquisición y tantos otros aderezos con los que mercaderes de fe han sazonado; los primeros seguidores de Jesús fueron llamados “Los del camino”. ¿Sabes? Los estudiosos no mencionan alguna causa única para que los llamasen así, pero lo cierto es que se les encontraba por los caminos cotidianamente, y cualquiera que se cruzaba con ellos no se iría sin una palabra de vida, un testimonio edificante, un trozo de pan, una cobija para calentarse, una sonrisa, o un abrazo fraterno. Sus vidas habían entrado en contacto con lo Divino, nunca volvieron a ser las mismas. Puede que no supieran mucho sobre teología ancestral ni leer la escritura antigua de la ley…pero los del camino conocían “el camino”, y en su cotidianidad mostraron la forma en que Jesús vivió así como el impacto que produjo en sus vidas. Su forma de hablar ya no era la que originalmente aprendieron y su forma de vivir tampoco volvió a ser la misma. Hoy, y para cerrar estas líneas, te animo a considerar que hay almas a tu alrededor buscando camino en su vida, y la modernidad parece ofrecerle tantos que de lejos parecen “buenos”…pero el alma sigue buscando la armonía y paz para la que un hombre llamado Jesús vino a mostrar la dirección de encuentro. A esas almas que buscan puedes enviarles a algún otro sitio u organización o hasta religión, quizás decirle que no puedes ayudarles, pero te animo a que camines con ellos mostrándoles el Jesús en tu vida, comparte, disfruta el recorrido, déjales ver que eres un visitante igual a ellos que desconoce tanto sobre la vida pero conoces el camino porque lo has transitado. Hoy, tú y yo, podemos libre y gratuitamente ser los del camino para quienes buscan camino en este tiempo de tantas preguntas y propuestas a las almas. Piénsalo, decide…y actúa, las arenas del tiempo van menguando. Feliz día.