Justicia o muerte
¿Sabías que la inacción de una sociedad ante un crimen trae como consecuencia la muerte de esa sociedad? Déjame decirlo con otras palabras, pues los hombres solemos cerrar los oídos del entendimiento cuando se toca nuestra zona de confort: La impunidad de un crimen hace que la culpa recaiga sobre los que conforman la sociedad en la que el crimen fue cometido. Debes estar pensando que algo anda mal en mi cabeza, en lo que ciertamente concuerdo contigo, o que he pasado mucho tiempo leyendo literatura Nazi o al ISIS. Nada de eso. De hecho, las dos fuentes que sustentan lo que acabas de leer son por un lado la historia de la civilización, que muestra lo que ha ocurrido a las sociedades que pisotearon la justicia y; por otro, un libro que ha sido base para las constituciones de los países en el llamado mundo occidental: La Biblia. De este libro tomo, brevemente, una cruda y extraña historia que se narra en el capítulo 19 del libro llamado “Jueces”. Además de erizar mi piel, muestra un caso particular en el que una sociedad tuvo que elegir entre hacer justicia o perecer. Sucedió que los hombres de una de las 12 familias que conformaban la nación habían violado y asesinado a una mujer. Nadie en aquella comunidad hizo ni dijo algo para protegerla o defenderla del acto criminal que sufrió, convirtiéndose en otra víctima del machismo y brutalidad de unos y del silencio cobarde de otros. Para vergüenza de nuestro género este tipo de barbarie la hemos abonado a lo largo de toda la historia. El relato se convierte en una obra de horror cuando el compañero de aquella mujer toma su cadáver, lo corta en 12 partes y envía un pedazo a cada una de las familias que integraban la nación. ¿Boquiabierto? Yo lo estuve al leer el relato. Primero un crimen brutal y luego desmembrar a la mujer agrega lo espeluznante y desconcertante; sin embargo, déjame decirte algo sobre la justicia en ese caso con el deseo que pueda ayudarnos para evaluar la nuestra. De acuerdo a la ley vigente si se cometía un asesinato en una región y por causa de no hacer justicia el crimen quedaba impune, todas las personas de esa región absorbían, por negligencia, la culpabilidad. Es lo que la ley moderna llamaría “complicidad”. De modo que lo que aquel horrendo desmembramiento buscaba era decirle a toda la nación: mi esposa fue violada y asesinada, se sabe quiénes lo hicieron, nadie dijo ni hizo nada para evitar el delito, y tampoco ahora para hacer justicia contra los criminales, este pedazo de cuerpo es un testimonio de que ahora ustedes también saben lo que paso, de modo que si no hacen nada todos son culpables y la maldad y ruina de ese crimen caerá sobre toda la nación, estoy pidiendo justicia. Los ancianos de las otras familias dictaminaron que los criminales debían pagar con su propia vida, y con dolor, incluso entre lágrimas, ejecutaron a casi todos los hombres de aquella comunidad, dejando solo unos pocos vivos, como acto de gracia, para evitar la extinción de esa familia. Sin entrar en consideración sobre el modo de la sentencia te pido que hoy, tu y yo, despojados de superficialidad veamos el alto precio que puede llegar a tener en una sociedad la injusticia. Algunos pueden pensar que eso de la Biblia es cuestionable y no necesariamente aplica a la historia en su totalidad. Les recomiendo que investiguen las causas por las que grandes civilizaciones e imperios se derrumbaron: Inca, Maya, Babilónico, Persa, Griego, Romano, son evidencia histórica de la decadencia, ruina y desaparición que trae la injusticia sazonada con crueldad y corrupción. Estamos en el 2017, pero ese principio sigue vigente, ante lo cual cabe preguntarnos ¿Sabías que en Venezuela 9 de cada 10 crímenes quedan impunes? Enriquecimiento ilícito, extorsiones, secuestros, contrabando, tráfico de influencias. Nuestra nación se menciona a nivel mundial como un narco-estado en el que miles de jóvenes, mujeres, niños y ancianos mueren violentamente. En muchos casos, se sabe quién es el responsable pero, al igual que en el relato, muchos miran a otro lado y guardan una silente complicidad por miedo o por alguna otra “buena” causa. Católicos, evangélicos, testigos de Jehová, judíos y hasta musulmanes decimos creer en Dios, mientras hacemos vista gorda cuando la injusticia asesina y atropella, impunemente, a tantos. Nos hemos hecho ingeniosos buscando en nuestra mente excusas para negarnos a actuar en rescate de la justicia, negando así la posibilidad de salir del hoyo en que nos encontramos. Para ir terminando ¿Te has dado cuenta que las almas que han dejado una huella refulgente en la historia de nuestra especie enfrentaron la injusticia al precio de su zona de confort y hasta su vida? Pensemos, ¿A quién honramos en nuestros corazones? ¿A los que se enriquecieron de la injusticia o a quienes alzaron su voz y enfrentaron la maldad? Hay una frase dicha por Jesús que me acompaña en estos días: Dichosos quienes tengan hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados. No dijo quienes buscan venganza, sino justicia. El camino a la paz es la justicia y en estos días en que la injusticia arremete para seguir imperando te animo a que con verbo, letras, presencia y firmeza seas parte de quienes tienen hambre y sed de justicia…seremos saciados.