LA ESPERANZA
“Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento que las posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Este es uno de esos días”. Son las primeras líneas de un libro que se ha constituido en inseparable compañero de mi camino. Fue el último de su autor, cercano al siglo de existencia terrenal, a los 99 años se fue a casa. Fascinante que haya mantenido una esperanza “demencial”, esperanza que desafió al cinismo, la indiferencia y un mal entendido sentido de vida practica imperantes en su entorno al momento de escribir. Es una frase cliché que “la esperanza es lo último que se pierde”; sin embargo, cuanta desesperanza parece haber en tantas almas.
Hace algunos años fui de visita a un sitio donde la esperanza escasea, la cárcel de Sabaneta en Maracaibo. Se había organizado una reunión en la que un predicador llevaría un mensaje o “palabra de Dios” como les gusta decir. Aquel día las cosas no salieron como habían sido programadas y, como postre, se había habilitado un área donde cabían más de 100 personas, que por cierto estaba lleno. Cuando me di cuenta mis dos amigos Saúl y Alfonso me habían “echado el carro” de que dijera algo…Pero ¿Qué podía decirle yo a aquellos hombres en aquel recinto de condiciones sub-humanas? No podía hablarles con experiencia sobre estar preso en una sociedad en cuyas prisiones el ser humano es convertido en entelequia. La mayoría en la audiencia aun apenas llegaría a sus 30 años y parecían haber recibido mucha religión pero poca esperanza. Yo no podía darles esperanza, pero podía compartirles la mía. Cuando terminaba mis breves pero sentidas palabras les anime a cantar una canción que aprendí cuando era niño, la última parte de esa canción dice “la vida vieja ya he dejado, no vuelvo atrás…no vuelvo atrás”. Haber visto y escuchado a más de 100 hombres entonar aquellas palabras…aun mi piel se eriza. Supe que algunos de ellos salieron de prisión y volvieron a delinquir, otros murieron en revueltas internas, otros aún no han salido…pero he sabido también que unos pocos realmente “no volvieron atrás”. ¿Valió la pena alentar la esperanza entre tantos para que solo unos pocos recuperaran la esperanza?
Parte de lo demencial de la esperanza es que no busca estadísticas, ni calculadoras emocionales. Esperanza es esa cualidad espiritual que nos permite avanzar cuando el entorno grita que nos detengamos. Si luego de años y años de compartir esperanza, en palabra y hecho, se hubiese alcanzado solo 1…habría valido la pena, pues la esperanza alienta la vida y una vida vale más que todos los tesoros de la tierra según dice en mi vieja Biblia.
Soy afortunado al saber y sentir que la esperanza es una de las tres cosas más importantes en la vida, tomando con una mano al amor y con la otra la fe. Si la ansiedad es el miedo anticipado la esperanza es la confianza anticipada. En esta madrugada, mientras te comparto estas líneas, impregnado de una “esperanza demencial”, te animo a que alimentes con acciones tu esperanza, puede que estés viviendo circunstancias que te invitan a aceptar que no hay salida…te animo a buscar en la esperanza la llave que abre las puertas que parecen selladas.
Alguien escribió que la puerta del alma se abre desde adentro, me parece que la esperanza es el mango de esa puerta. He conocido personas al borde incluso del suicidio quienes ahora comparten esperanza con otros, aun retumban aquellas palabras “tengo un sueño” que cambiaron a toda una nación, mientras algunos sienten ansiedad por zapatos nuevos hay quienes luchan con la esperanza de poder hacerlo sin pies. Hoy es un día en el que, de nuevo, como cada día, puedo alimentar mi esperanza para enfrentar los obstáculos del camino.
Más larga que las colas para conseguir harina o papel higiénico debería ser la de los buscadores de esperanza, la buena noticia es que el gran proveedor de esperanza es al amor, y cuando hay amor…la esperanza nos pondrá en acción. Me parece que por eso la biblia dice “Dios es amor”, pues espera lo mejor de nosotros sin desanimarse. Ya va aclarando, escucho algunos cantos de pajaritos en la ventana, ellas no saben muchas cosas, pero dan la bienvenida a cada día cantando, incluso antes que haya luz, fascinante, aprender a cantar cuando aún esta oscuro, porque confío en que pronto veré la luz del día. Ese canto anticipado me recuerdan que hoy es un día pare vivir con esperanza. Feliz día.