Lo inservible
Por José Gil.
La madre y hermana quisieron regalarle algo especial,
para lo que hicieron lo que forma parte de una historia contada por TV. Su
viejo auto, un Volkswagen de los 60, había estado abandonado en un viejo garaje
durante 10 años. En varias oportunidades el joven había dicho, con nostalgia,
que tenía el sueño de algún día manejar aquel auto. El deterioro era profundo, un
motor trabado, su interior enmohecido y la pintura deslucida. Luego de un plan concertado,
las dos damas llamaron a un especialista en recuperar autos que otros diagnosticaban
inservibles. Te haré esta historia corta, por si eres impaciente como yo. En 21
días ellas llamaron al joven por teléfono, pidiéndole que fuera a verlas de
inmediato por un asunto que tenía que ver con su viejo auto y requería urgente atención.
Al ver su viejo escarabajo, restaurado y preciosamente acabado, el joven tuvo un
emotivo y entusiasta agradecimiento con su madre y hermana…le habían devuelto
lo que parecía inservible. ¿Te gustó la historia? Es real, a mí me encantó. Quiero
ahora contarte, brevemente, otra, que representa millones de historias. Me
refiero a las vidas de tantas almas, diagnosticadas inservibles por otros y que,
en este mismo momento, están esperando que alguien tenga más que buenos deseos
y tomen la iniciativa para brindarles una oportunidad de recuperar su brillo, su
frescura, su razón de ser. Son demasiadas las almas abandonadas en chiveras
espirituales, desgastadas, secas, zombis caminantes. Sobre ellos hay quienes hablan,
sin acercárseles por supuesto, para luego etiquetarles como…inservibles. Aprendimos
a ver a otras personas en función de su utilidad para nosotros, pero no como
almas que pueden necesitar de nosotros. Para aderezar el asunto tenemos a tanto
religioso que pasa al lado de los caídos del camino sin tomar el tiempo de
atenderles, aunque en sus discusiones teóricas son capaces de partir un pelo de
religión en varias partes. ¿Conoces a alguien cuya vida sea “inservible”? Son
muchos los lisiados y caídos al lado del sendero que las almas caminan, muchos
hasta sonriendo por fuera, pero su mundo interior paralizado. Déjame decirte,
sin lugar a dudas, alguien ama profundamente a esa alma, una tía, un padre solitario,
un excompañero de estudio, y puede que no sepan cómo o que hacer mientras miran
que el deterioro continúa. Incluso si no queda nadie que resista amar o desear
algo por tal persona, Dios le ama. ¿Conoces a alguien en esa condición? ¿Podría
ser que una parte de nosotros se halle así? Viene a mi mente Simón, fascinante
personaje en “El milagro más grande del
mundo”, un trapero que recogía lo desechado, cuya vida y mensaje permitió
recuperar al autor del libro mismo. Me pregunto ¿Qué nos ha pasado? Si estamos
tan enredados en una vida “útil” en lo monetario, intelectual y religioso, pero
poco o nada hacemos para ayudar a quienes hasta hace poco caminaban a nuestro
lado y, por cosas de la vida, están en la lista de inservibles de una sociedad
que se evalúa según tiene, sabe o produce. ¿Te gustaría ayudar? Es tan fácil, aunque
lo hemos enredado mucho. No se trata de irte a vivir a un jardín y comer
flores, tampoco de iniciar una campaña internacional o unirte a una organización.
Se trata de que compartas esperanza llamando al especialista en dar esperanza y
recuperar lo “inservible”. Se llama Jesús, aunque tiene otros nombres en otros
idiomas y culturas. Pero ten cuidado, no es el que tienen por allí cautelosamente
clavado en una cruz, pienso que por temor a que se baje, ni al que pintan como recién salido de un salón de
belleza en películas, tampoco al que
venden los mercaderes de fe para llenar sus bolsillos y manipularte. Es quien
dice “he aquí yo hago nueva todas las
cosas” y “abriré camino en el
desierto, y ríos en la soledad”. Creo que existe un Dios que ha señalado a Jesús
para mostrarnos al experto indiscutible de recuperar las almas enmohecidas. Es
el especialista en recuperar las almas en sus emociones, convicciones,
pensamientos y afectos. Quien te escribe
agradece las llamadas que almas amigas han hecho en forma de oración, solidaridad,
exhortaciones y consejos; apelando sencillamente al maestro de las emociones, al
especialista para restaurar. Estoy agradecido por haber entendido que en la
vida vamos siendo salvados de tantas formas y maneras, pero es el rescate del
alma el más importante, y en eso la verdadera autoridad es mi amigo Jesús. ¿Lo
conoces? Es fácil, solo debo buscar sus palabras en mi vieja biblia, meditarlas,
confiar en sus promesas y vivir conforme a su armonía con el Dios Eterno, llegar
a pensar, hablar y actuar como él. Haciendo esto podemos esperar ver algo
maravilloso: la renovación del ser. En la primera historia que te conté el
joven termina manejando, feliz, su auto, junto a su madre y hermana. Quiero
terminar la segunda recordando lo que el padre dijo a su hijo mayor en la parábola
del hijo prodigo: “es necesario hacer
fiesta porque este hijo mío se había perdido…y ha sido encontrado”. Me
gusta pensar en un Dios que celebra ver restaurado lo que había sido
diagnosticado causa perdida, un amor que no se cansa de esperar lo mejor de
nosotros, pues contamos con su especialista. Feliz día