domingo, 15 de marzo de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: SIN PÁNICO

Sin pánico
Por José Gil
Salí del apartamento para ir a mi sitio de trabajo y al entrar al ascensor saludé a una vecina quien bajaba con su hija. Apenas se hubo cerrado la puerta se produjo un ruido fuerte y en fracciones de segundo percibí lo que acababa de pasar…la guaya se había roto. El cajón inicio un descenso que no debe haber durado 2 segundos, pero fueron decisivos para las tres almas allí congregadas. La dama emitió un grito instintivo al que se hizo eco su hija, y por mi mente cruzó la idea de que la caída iba a ser dura. Una frase fue emitida “sin pánico, sin miedo”. Hubo un silencio, no sé si fue más el resultado de las palabras que acababan de salir de un hombre enfrentando su propio miedo, o porque el ascensor se había detenido en seco, como halado desde arriba. Luego supe lo que había pasado….el freno de seguridad nos había salvado de lesiones o algo peor. ¿Alguna vez sentiste pánico? Es un miedo magnificado a niveles que generan alta presión física y mental, normalmente resultado de percibir peligro en forma súbita. Dos cosas importantes que han concluido los estudiosos de la conducta: el pánico paraliza y, segundo, su aparición tiene más que ver con la condición del alma que con la amenaza externa. ¿Sabías que la palabra pánico tiene su origen en una deidad llamada “pan” cuyo objetivo era asustar a las almas sorprendiéndolas? De modo que, tradicionalmente, el pánico es…un enemigo espiritual. Pensaba en esto cuando recordé la historia de cierto hombre que se acercó a Jesús para pedirle fuera a ver a su hija de 12 años, quien estaba gravemente enferma. No sé cuánto tiempo le habrá tomado encontrarle, pero cuando ya venía a su casa con la persona en quien estaba su esperanza, llegaron sus conocidos con la noticia “tu hija murió, ya no molestes al Maestro”. ¿Alguien dijo “pánico”? Una cosa es teorizar o narrar una historia sobre un susto mayor en un elevador defectuoso, pero… “tu hija murió” ha de ser un paralizante para cualquier alma. Trato de imaginar aquel padre paralizado, con un tornado de pensamientos, sin poder moverse posiblemente, mirando a su ayudador pero sin poder pronunciar palabras. Es entonces cuando el hijo del hombre expresa lo que considero la fuente de la que brota el triunfo sobre el pánico: “no tengas miedo, sigue creyendo”. Marcos 5:36. No dejes que el miedo te paralice, sigue caminando a casa, no dejes que el dolor ni la muerte minen tu corazón de desesperanza….me buscaste y hallaste, me invitaste a acompañarte y aquí voy contigo…no te dejes vencer….yo voy a tu lado….sigue aunque parezca que vas a enfrentar la realidad aparentemente más dolorosa que hayas alguna vez atravesado…sigue caminando que yo voy contigo. Ante la tragedia inesperada el alma quiere paralizarse por el miedo hecho pánico. ¿Sabes cuál es la expresión más repetida por Jesús a sus seguidores? “No tengas miedo”. Ahora te pregunto, ¿Sientes que te asalta el pánico? ¿Llegas a la esquina de tu casa y ves tendido el cuerpo de un ser amado, víctima del hampa? ¿Tu medico acaba de notificarte que tu vida camina la cuerda floja? ¿Perdiste tu trabajo en medio de una crisis económica? ¿Tu matrimonio termina? ¿Te acusan injustamente de cometer un crimen? ¿El ascensor de la vida parece irse abajo porque su guaya principal se desprendió? Conozco personas que han vivido algunas de esas vivencias y han enfrentado el miedo con una armadura de confianza en que Jesús camina a su lado, alentándoles a seguir caminando también. Déjame decirte algo: las palabras de la vida para ti -y para mí- siguen siendo las mismas: no tengas miedo, sigue creyendo, sigue confiando, sigue avanzando y vence al miedo. Jairo llegó a su casa, en la que todos lamentaban y lloraban la tragedia. Ese día una niña de 12 años fue restaurada a la vida y me pregunto cual habría sido el resultado si aquel hombre, vencido por la desesperanza, hubiera dicho a Jesús que ya no importaba, que lo dejara así, que quería llorar a solas, que no tenía esperanza. Nosotros decidimos si escuchamos las palabras del Maestro de la vida. Si puedes mantener tu confianza en que la vida exige avanzar, combinando la voluntad propia y la compañía Divina verás milagros. No me refiero necesariamente a resurrecciones físicas, pero si al milagro del alma que alcanza la conquista más importante de la vida, la de su propio miedo. Hoy es un día para seguir caminando, a pesar de que muchos puedan estar diciéndonos “ya no vale la pena”. Sigue caminando, el dador de vida te acompaña. Feliz día. 

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