viernes, 29 de julio de 2016

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ¿Tiempo final?

¿Tiempo final?
Por José Gil
Esa tarde fui a visitar una iglesia cuyo portal anunciaba celebrar una reunión en idioma español. Por llegar temprano pude observar a quienes preparaban la actividad: sonido, luces, decoración. Unos minutos más tarde comenzaba formalmente una música que, de inmediato, me hizo recordar la escuchada en otros lugares. Promesas de un futuro mejor y un gobierno de amor en el planeta eran base de ritmos que incitaban primero a bailar y, paulatinamente, lo emotivo. Unas semanas antes había visitado otro grupo en su tiempo para leer y orar, un ambiente sosegado, donde también se mencionaba un tiempo venidero cuando el mundo estará mejor. Al parecer es algo común, en distintas comunidades religiosas, la predica sobre “un futuro mejor” y un orden mundial establecido según principios “divinos”. ¿Orden divino? ¿Esperamos un futuro mejor? Es un tema espinoso, sobre todo porque entre religiosos de oficio que han monopolizado una versión “oficial” y las supersticiones y sandeces que Hollywood -y afines- incluyen en películas apocalípticas, han dividido la cultura occidental en dos bloques: los que esperan un gobierno eco-religioso terrenal color de rosa y, en otro extremo, los que anuncian batallas entre ángeles y demonios en un holocausto apocalíptico. Sin pretender dar respuesta al tema escatológico (estudio de los tiempos finales) quiero decirte algo con la serenidad que da la certeza: si creemos la mitad de lo leído en la Biblia sabremos que la humanidad se enfila a tiempos en los que la degradación y violencia pondrán en estado de sitio al amor, fe, y esperanza. Muchos acontecimientos dejan ver a los jinetes apocalípticos. Focos de guerra promovidas por ambiciones de poder político, económico y religioso. Hambrunas, desplazados y refugiados que superan los 1000 millones de almas, a lo que deberemos sumar las predicciones de la ONU sobre reducción de fuentes de agua potable, a la cual 40 de cada 100 personas en el planeta no tendrán accesos en un par de décadas. Enfermedades que amenazan con crear agresivas pandemias. El cambio climático y el surgimiento de nuevas forma de conductas anárquicas en latitudes que pensábamos se habían pacificado. La reaparición de nuevos mesías que ofrecen salvar a la especie a cambio de subvertir el poder tradicional e imponer uno nuevo, que termina siendo reciclado. En conjunto, estos elementos pronostican que ciernen tormentas sociales a escala mundial. No deja de ser interesante que la Biblia menciona tiempos finales impregnados de guerra-pandemias-hambre-muerte a escala sin precedentes, con mercaderes de esperanza auto proclamándose salvadores. ¿Te intimida? Puede que estés pensando no seguir leyendo y que José te envió hoy unas líneas “infelices” o raras. Ayer, el capitán de un vuelo en la ruta Barcelona-Dusseldorf dirigió unas sentidas palabras a sus pasajeros, no desde su cabina, sino frente a todos. Terminó compartiendo la esperanza de abrazar a su familia esa noche al terminar el viaje. Un emotivo silencio, seguido de aplausos, recordando que un colega había estrellado deliberadamente el vuelo de la misma ruta 72 horas antes, truncando la vida a 149 almas. ¿Cuál parte de la historia abrazas, la trágica o la esperanzadora? Tú decides. ¿Estamos acercándonos al tiempo final? Si es así ¿Qué parte de la idea abrazas, holocausto o esperanza? Nuestro final, bien individual o colectivo, puede no ser asunto inmediato, pero si inminente. Jesús dijo a sus seguidores “vuestro tiempo de morir es algo latente” Juan 7:6. Tal realidad no debe ser tomada como trágica sino un llamado de atención sobre la actitud con que vivimos. Muchas personas han enfrentado realidades con ingredientes apocalípticos; sin embargo, han abrazado la esperanza. ¿Su secreto? Han creído ser hijos de Dios, luz y sal de la tierra. Las religiones no han podido someterles, el fanatismo no ha logrado invadirles, filosofías no pudieron confundirles, partidos políticos no pudieron manipularles, ejércitos no han podido apagar sus voces, tragedias no han vencido su esperanza. Han sido almas libres enfrentando al mal con bondad, su fuerza no ha sido fiera sino sabia, su voluntad no ha sido la de imponerse a otros sino resistir la adversidad, se han mantenido erguidos en lo que debieron parecerles tiempos finales…y para muchos lo fue, de hecho. La violencia jamás les arrastró a la venganza, el hambre no fue excusa para robar o matar, sus enfermedades fueron enfrentadas con dignidad de almas en conexión con Dios, y la muerte misma llegó a encontrarles entonando cantos de esperanza y victoria. La naturaleza de algunos de nuestros con-generes muestra una asombrosa capacidad para pervertir logros alcanzados con gran esfuerzo (basta recordar que los mismos postulados de Dalton que llevaron a algunos a concebir la llamada “medicina nuclear” hayan sido usados por otros para crear la “bomba nuclear”). A pesar de eso, siempre han existido aquellos cuya naturaleza les hace ser luz cuando la tiniebla ha tratado de invadirles. Almas que nos recuerdan que, aunque no pueda evitar que el sistema de valores imperante esté llevando al planeta a una calle ciega, puedo evitar ser invadido puertas adentro del ser. ¿Has considerado lo que enfrentó Jesús? El poder religioso, político y social se confabularon para deshacerse de aquel molesto libertador de almas. ¿Lo lograron? En mi caso fracasaron, en el tuyo….tú decides. Nombres como Nerón, Domiciano, Atila, Bonaparte, Hitler; destacan entre los artífices de anarquía y crueldad; pero la historia también se ilumina por nombres refulgentes: Jesús, Pablo, Juan, Fanny, Teresa, sin contar tantos “anónimos” cuya luz se mantuvo encendida cuando la oscuridad parecía haber ahogado las que había afuera. ¿Tiempo final? ¿Te asusta? Creo que estamos escribiendo las primeras páginas del epilogo, pero eso no debe sorprenderme ni asustarme, pues ya había sido alertado al respecto. Puede que uno de estos días se acelere la historia hacia profundos conflictos mundiales, finales…puede que no. En todo caso, la idea de un futuro mejor se alimenta porque mi alma está conectada con lo Divino, no porque piense que las condiciones de vida del planeta van a mejorar. El mensaje central para los tiempos finales es que el conflicto más cruento entre el bien y el mal se está librando por la conquista de mi alma, y en eso yo tengo la decisión final. Aunque llegue el tiempo cuando, afuera, la maldad se imponga; mi alma está destinada a triunfar. Los tiempos parecen acortarse, pero la luz de mi alma sigue encendida…soy un vencedor y llamado a vivir sin temor. Feliz día.

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