ALEGRÍA O AMARGURA
Había llegado ese día que durante años estuve deseando, estaba en la ciudad de Barcelona y esa noche iría a ver al Barza en el partido final de la supercopa. Ciertas circunstancias inusuales que permitieron aquello: un trabajo en otro continente, problemas de seguridad que obligaron a evacuarlo y tener que viajar a otro país que, para mi alegría, estaba lo suficientemente cerca como para que en menos de dos horas de vuelo yo estuviera aterrizando en España. Era temprano, así que fui a conocer la plaza Cataluña, hermosa con sus flores y fuentes de agua. Allí tuve una grata vivencia que quiero compartirte. Miles de palomas revolotean en la plaza y de inmediato supe porque: los visitantes lanzan semillas y es parte integral del encanto al turista ver la coexistencia amigable con estos preciosos animales. Ver el vuelo de tantas aves juntas que, sin temor a ser lastimadas por la muchedumbre, buscan ávidas las semillas, fue refrescante. Aquel momento me hacía sentir, aunque por razones diferentes, lo que esta escrito “Este es el día que Dios hizo, estemos alegres” Salmo 118:24. ¿Qué más podía pedir? Ir a un hermoso lugar para ver a mi equipo preferido y, como aperitivo, rodeado de una inusual belleza natural enclavada en el corazón de una metrópoli europea. Decidí comprar semillas para lanzarles y miraba las aves del cielo, que no trabajan, siendo alimentadas.
Las palomas hasta se posaban en mi pie y alentaban al niño que habita en mí. Entonces hubo problemas, tuve compañía…otro niño, de unos 5 o 6 años posiblemente, que al mirar la gran cantidad de aves cerca de mi decidió que también era un día hermoso para él, solo que su alegría consistía en algo diferente…hacer volar las palomas. Imagínate, yo queriendo disfrutar la alegría que estuvieran cerca y este competidor queriéndolas ver volar. Comencé a esperar a que el niño se alejara y entonces lanzaba las semillas y las palomas venían, pero el energizado hombrecito regresaba como una flecha a hacerlas volar, sin darse cuenta que me estaba “amargando el momento”. Algo me hizo despertar de mi escaramuza infantil, la risa contagiosa del niño mientras corría, fue extraordinario escucharle carcajear y, entonces, me di cuenta que no las estaba espantando por maldad sino para sentirse que volaban alrededor suyo, sentir su roce; yo quería verlas quietas y comer mientras él quería verlas volar, pero ambos queríamos disfrutar la compañía. Los dos niños en esa escena, el cincuentón y el párvulo, podían compartir espacio y tiempo, aunque procedentes de diferentes circunstancias, sin que cada uno viera al otro como un obstáculo a su felicidad. Entre vuelo y vuelo las palomas comían y, finalmente, mis semillas se acabaron, yo continué mi camino a ver a mi equipo y el niño fue a hacer volar palomas en otra parte de la plaza. Los dos niños en duelo hace un momento, no volvimos a vernos. He estado pensando la facilidad con que nos dejamos robar la alegría en la vida, entre miedos y perjuicios que suelen ser verdaderos asesinos de la alegría y felicidad. No exagero, la ciencia médica explica que 8 de cada 10 enfermedades tienen su origen en ansiedad, rabia, miedo y soledad, personas cuya alegría fue secuestrada. En cambio me gusta tanto un pasaje en mi biblia que dice “Un corazón alegre pone hermoso el rostro” y agrega “el alma alegre tiene un banquete continuo” Proverbios 15:13 y 15. Es mi actitud la que marca una diferencia entre disfrutar con alegría el día de vida que me ha sido dado, o amargarme por lo que no sale como deseo. Soy yo quien decide, con mi actitud. Si permito que mi alegría dependa de lo que otros hagan o dejen de hacer, digan o dejen de decir, difícilmente tendré un corazón alegre; pero si puedo saber y sentir que la alegría es una condición del alma que disfruta el día a día y deja a otros que disfruten el suyo, puede que me ahorre amarguras y daño en alma y cuerpo. Algunas personas piensan que es “el otro” quien le roba su alegría. ¿Qué tan fácil me resulta alegrarme o enojarme? ¿Soy un entusiasta o un agua fiesta? ¿Sabías que entusiasmo viene de “en-Theos”, que significa en Dios? He visto personas quienes dicen creer en Dios pero, francamente, pareciera que los demás le estorbamos. Puede que desean estar tanto en el cielo que la tierra les amarga, lo que por cierto es religiosidad no espiritualidad. Un alma alegre en este mundo de imperfecciones es un indicador de cuan agradecido estoy con la vida, muestra que no tengo que esperar morir para ser feliz, que ante lo corta que es la vida hoy es el mejor día para alegrarme y abrazar lo que la vida me ofrece HOY, especialmente si confío en Dios. Necesito alimentar mi sensibilidad para entender que sin alegría la vida es como una plaza sin sonido de risas de niños y pronto se marchitará. Este es el día que Dios me da para vivir, estaré alegre. Doy gracias por este día que me es regalado y, aunque no todas las circunstancias en mi entorno son gratas o apacibles, he decidido dejar de sabotearme a mí mismo, ser constructor de mi alegría y disfrutar la de otros. Feliz día.
Por: José Gil.