jueves, 3 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: UN INVITADO AGRADECIDO

UN INVITADO AGRADECIDO
Por José Gil
La gerencia había invitado a una celebración por el ascenso de algunos colegas del departamento. El Gerente de exploración -mi jefe- estaba allí, al igual que su jefe, quien daba unas palabras de reconocimiento a los promovidos de cargo en la estatal petrolera de Egipto. Entendiendo casi nada de lo que se decía, y con solo 4 meses en estas latitudes, decidí quedarme a la puerta del reducido salón en el que luego habría un almuerzo árabe tradicional. Me di cuenta que el Gerente hacia una seña hacia la puerta y pensé que era a otro líder a mi lado, pero era a mí, me pedía entrar y acercarme. Para un contratado, que apenas puede saludar en lengua local, y con poco tiempo, entré con una mezcla de pena y agradecimiento. No estaba preparado para una invitación a un sitio que en esta cultura es “privilegiada”. Ojos mirándome, los de quienes he podido ayudar en su trabajo y los de quienes sin saber lo que hago se mueven entre alegría y curiosidad de ver a un expatriado que colabora en una tierra donde pocos desean venir en este momento.
¿De dónde vino mi confianza? Primero déjame decirte que no vino de mi trabajo, no me entiendas mal, creo estar haciendo un buen trabajo, pero “para eso me pagan”. Tampoco de mi influencia, pues a nadie conocía antes de venir, no soy empleado, sino contratado para una tarea estrictamente técnica que no compite por posiciones de alto nivel gerencial. Mi confianza vino de la autoridad de quien me invitó a pasar, esa persona tenía el peso específico pare decidir y decidió que, por algún motivo, me quería ver al frente.
Estoy contento por ese inesperado momento que, una vez más, me hace agradecer a la vida por todos aquellos que me enseñaron lo que hoy es mi profesión. Me gusta confirmar que Dios bendice aunque me encuentre en África.
Con ese sentir recordé la enseñanza de Jesús, en Lucas 14, sobre no procurar los primeros asientos por nuestra propia iniciativa, pues somos “invitados” a una fiesta que no es nuestra, es mejor esperar a que la persona con la autoridad nos ubique. Hoy creo haber entendido un poco mejor que no es la religiosidad lo que me acerca a Dios, sino su autoridad para decidir donde me conviene estar ubicado en la vida con un buen propósito. Me ocupa más hacer aquello para lo que Dios me ha dotado en la vida, en lugar de tratar de destacar o competir con otros que tienen su propia responsabilidad y asiento. Doy gracias al Padre por los momentos en mi vida cuando me ha pedido que ocupe un sitio más atrás de donde yo me había sentado. También agradezco los momentos cuando he creído que debía guardar distancia y me ha pedido acercarme para alentarme. Creo en un Dios que levanta al alma sin exaltarle, y que le humilla sin degradarle. Es mi deseo que este sentir de agradecimiento me acompañe cada día en mi camino a casa, y ojala te ayude en tu paso que llevas en tu recorrido. Feliz día.

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