miércoles, 16 de octubre de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: VENCIENDO LA MUERTE…

VENCIENDO LA MUERTE…

Hacia unos días había estado en el llamado “valle de los reyes” cerca de la ciudad de Luxor, antigua Tebas, cuna y tumba de faraones con nombres tallados sobre roca y decorados con oro; bien por sus construcciones, batallas o riqueza. Ramsés II, Akhenatón, Tutankamón y Tutmosis son referidos como ecos del poder que en tiempos milenarios gozaron. No menos famosas algunas de las reinas como Nefertiti y Hatshepsut, de las que poco o nada sabía. 

Ahora estaba en el museo del Cairo y observaba la otra parte de la historia de esos reyes y reinas, sacerdotes y caporales de esclavos. Ahora veía sus sarcófagos, las cajas donde fueron sepultados. Destaca la decoración que rodeaba a los difuntos famosos de la época, eran los que tenían los mejores autos, la mejor vestimenta y hasta los mejores sitios en sus lugares para fiestas y reuniones religiosas. Pero todos, sin distinción, llegaron al valle por el que necesariamente grandes y pequeños, esclavos y reyes, libres y siervos, hemos de cruzar, un valle llamado muerte. Ni el oro, ni la fama, ni las proezas pueden evitar el encuentro con el enemigo llamado muerte. Un sentimiento de finitud me acompaña desde estas visitas, recordando haber leído que “la vida es como una neblina”, y que “toda la gloria del hombre es como hierba que pasa”. Me incomoda pensar en la muerte, y entiendo que no sea un tema agradable para conversar socialmente, por lo que suele ser reservado para funerales o si se trata de alguien reconocido en las noticias. Meditaba esto y recordé lo que escribió cierto joven cuidador de ovejas “aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré…”. No estoy seguro si se refería a los valles pedregosos donde la carencia de agua anuncia muerte y los cuervos rondan al peregrino, o si se trataba de sitios estrechos donde podría haber una emboscada para la manada o su cuidador; pero la frase que destaca ante mis ojos es “incluso ante la muerte no tendré miedo”. Como especie buscamos formas y maneras de postergar el encuentro, si yo mismo he sido bendecido en más de una decena de oportunidades cuando caminé los bordes del valle pero fui “inusualmente” liberado por la misma mano en cuya protección confiaba David. Algunos buscan inmortalizar su nombre con obras grandiosas o épicas batallas, pero la muerte intimida cuando el grande o pequeño deben atender –individualmente- a su llamado. ¿Cómo vencer lo inevitable? Existe la respuesta, proviene del mundo invisible y solo puede ser percibido por quienes tienen visión espiritual, quienes saben que “lo que se ve fue hecho a partir de lo que no se ve”. El salmo 23 me recuerda el secreto para vencer la muerte “no temer”, la expresión más repetida de Jesús a sus seguidores fue “no temas”, y es que vencer la muerte no consiste en evitarla sino en no temerle, en mantener una actitud de confianza y valor, incluso ante lo misterioso que envuelve el manto del valle de sombras. ¿De dónde procede esa confianza para vencer la muerte? La respuesta: “El perfecto amor echa fuera el miedo”. El perfecto amor da acceso al poder para vencer la muerte. Cuando el temor es sustituido por la condición de un alma que confía lo suficientemente en el amor de Dios como para no temer a nada, ni siquiera al valle de sombras. Se habla de amor y amar, pero la verdad es que muchos de esos amores minan la mente de miedos, angustias y esclavitud, pues no son el “amor perfecto” que procede de un alma  impregnada de Dios para dar sin pedir, para entregar sin cobrar, para ofrendar lo mejor en beneficio del prójimo, sea un hijo de sangre o un extranjero herido a quien se rescata luego que religiosos le ignoraron a la orilla del camino. Debe ser por eso que la Biblia dice “Dios es amor”, pues es la fuente de la que el alma que bebe aprende a amar la vida mientras pierde el temor a morir. Un alma que se sabe amada es capaz de cruzar el valle tomado de la mano invisible de quien le ha pastoreado en su camino a casa. Ya terminando te digo que sigue sin gustarme la idea de morir, y no creo estar contento con que uno de estos días sea mi tiempo. Sin embargo, en mis recorridos he visto y conocido lo suficiente para mirar esa poderosa mano invisible que me acompaña y guarda, con un amor que alimenta mi confianza. Estoy aprendiendo a amar a Dios sobre todas las cosas, tarea renovadora para un alma naturalmente egoísta, y expresar ese amor a mis semejantes, mi prójimo. El amor es capaz de vencer todo, absolutamente todo, hace posible lo que parecía imposible o impensable. Estoy agradecido a la vida por estar aprendiendo a ver destellos del amor de Dios para mí en cada tramo del camino, y a dar espacio en mi alma a ese amor para enfrentar al último enemigo terrenal, de pie, como un valiente, no por mis armas o poder, sino por confianza en mí cuidador. ¿Te asusta la muerte? A mí también, pero dale oportunidad al amor como Dios lo da, y encontraras el poder para vencerla con una vida libre de temor. En el cielo no habrá muerte, ni lágrimas, ni tristezas, pues no habrá temor, porque el amor allí manda; disfrutemos destellos de esa condición de este lado de la vida también. Feliz día.
Por José Gil.

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