UNA CAMINATA SOBRE NUBES
Aquella tarde debía tomar, nuevamente, el vuelo desde Miami hasta Houston, volando sobre la zona Norte del Golfo de México. Era temporada de huracanes, de modo que los vuelos salían en la medida que las condiciones climáticas lo permitían. Había realizado aquel vuelo tantas veces que ya era prácticamente una rutina, pero ese día me seria mostrada una importante e inusual lección de vida. Aun en tierra el piloto anunció que las condiciones en el destino final eran claras pero tendríamos algo de turbulencia en el camino. Así se inició un tranquilo vuelo, algunos pasajeros pusieron sus audífonos para su música o la TV, otros a dormir y yo a disfrutar mi lectura. Habría pasado cerca de una hora cuando el piloto, con voz calmada ratificó que nos acercábamos a “un poco de turbulencia”, indicando que todos tuviéramos cinturones de seguridad ajustados y la tripulación estuviese en sus asientos. Las nubes que, hasta hacia unos minutos lucían blancas sobre un fondo azul, se tornaron gris oscuro…el avión entraba en la tormenta. La TV seguía encendida y a mi alrededor parecía que los pasajeros seguíamos haciendo lo mismo, pero el silencio se hizo, por lo que las sacudidas del avión parecían sentirse más fuertes. ¿Crees que me asusté? No lo dudes. A cada sacudida tomaba el pasamano con fuerza y contraía mis músculos, como si eso fuera a aferrarme a lo poco valiente dentro de mí. Algunas expresiones de sorpresa -o susto- se dejaron escuchar, afortunadamente ninguna de histeria…creo que la mía fue silenciosa. Sin embargo, además de respirar hondo, hubo algo que me permitió mantener la compostura: el hecho de que ya el capitán había advertido que ese momento llegaría y que él también estaba en el avión. Con eso en mente, incluso durante los eternos minutos que duró la sacudida, logré hasta leer un poco, confesando que debí repetir algunas líneas pues la concentración me costaba más que lo usual. Minutos más tarde el avión parecía salir de su epilepsia y creo que hubieras podido grabar suspiros a coro entre los pasajeros. Una voz se dejaría escuchar, era la voz de la autoridad máxima del vuelo, el capitán, que anunciaba “damas y caballeros nos aproximamos al aeropuerto internacional George W. Bush en Houston, gracias por escogernos para volar y por acompañarme en esta caminata sobre las nubes”. ¿Cómo que una caminata? Debió decir una lavadora sobre las nubes…pero el alivio de haber superado la tormenta me hicieron reflexionar que, efectivamente, siempre estuvimos sobre las nubes, blancas o grises, pero eran nubes, y estábamos culminando la caminata. Menos de una hora más tarde ya yo estaba en mi destino final, equipaje en mano. He estado pensando en esa vivencia de miedo momentáneo, comparándolo a cuando Jesús caminaba sobre aguas tormentosas hacia la barca donde estaban sus amigos y ellos estaban tan asustados por la tormenta que creyeron era un fantasma. En lugar de ver a quien venía a ayudarles pensaron algo como “bueno, lo que nos faltaba, un fantasma, estamos fritos”. ¿Sabes lo que Jesús les dijo? “No teman, soy yo”. Las tormentas en la vida son inevitables y, suele ocurrir, que algunas cobran vidas, pero nuestro valor al momento de enfrentarla, y cruzarla, depende de la confianza que tengamos en las manos de quien hayamos puesto nuestra alma. En este vuelo que llamamos vida nos ha sido anunciado, previamente, que se cruzarán tormentas, pero el capitán de la nave promete que llegaremos a puerto seguro. Nuestras emociones y convicciones serán puestas a prueba en más de una oportunidad, y en ese momento se sabrá de que está hecha nuestra fe, mantén el valor, mantén la confianza en quien prometió estar contigo hasta el final. Si pretendes llevar una vida sin sacudidas emocionales o espirituales…no vueles, quédate en tierra. Cuando comenzaba a escribir estas líneas están informando sobre un joven de 19 años, Stephen Sutton, cuyo vuelo personal está siendo sacudido por la tormenta de un cáncer terminal. En su tormenta ha estado concentrado no en quejas ni amargura, sino en recoger fondos y compartir su experiencia para motivar a otras personas con cáncer. Leyendo lo que este pasajero de la vida está haciendo, en el umbral de aterrizar en su destino final, y una sensación de admiración y respeto inunda mi ser. Valor en la tormenta como quien entiende que la vida es una caminata sobre nubes…aunque algunas sean grises y la vida se sacude fuerte. Puede que tu vuelo apenas esté comenzando…pon atención a la voz del capitán. Puede que estés entrando en la zona de turbulencia…recuerda que ya sabias que ese momento llegaría…no tengas miedo. Puede que tu llegada a puerto final se acerque…pronto estarás en casa…confía en quien te acompaña y guía. Es mi deseo y oración que, a su tiempo, culminemos con entusiasmo esta caminata sobre nubes que llamamos vida, habiendo dejado testimonio que anime a otros a levantar vuelo. Feliz día.
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