sábado, 21 de febrero de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: EL JEFE

El jefe
Por José Gil
A través de la ventana del autobús miraba a algunos transeúntes caminando a paso acelerado, el frio y la lluvia hacían que el vidrio dejara correr gotas de agua que, acompañadas del silencio en la unidad me hacían pensar en el tipo de jefe que mis semejantes de esa mañana se encontrarían al llegar a sus trabajos. ¿Tienes jefe? En una escala del 1 al 10, donde 1 es invitarlo a almorzar el día de su cumpleaños y 10 un deseo de patearle el trasero ¿En qué escala colocarías a tu jefe? De repente vino a mi mente una historia relatada por Jesús, que había leído en mi vieja Biblia, en Mateo 21:28-31, y entendí que allí tengo una buena idea del tipo de “jefe” que Dios es. Un hombre tenía dos hijos, y le pidió a uno de ellos que fuera a trabajar en el sembrado, a lo cual respondió “no quiero”, pero luego, “arrepentido” fue. El padre también se acercó a su otro hijo y le pidió lo mismo, a lo cual respondió “si señor” pero no fue. Recordar esa historia hizo que la gratitud me abrazara al entender que lo invisible me estaba hablando al oído, una vez más. Fíjate en estas tres cosas que muestran el carácter del padre en esa historia: a) ofreció oportunidad a ambos hijos, b) aunque el primero se negó no la amenazó, manipuló ni sermoneó, c) Esperaba un trabajo voluntario. Debes tener algo en cuenta, el contexto histórico y cultural de esa historia permitía al padre imponer su voluntad, incluso por la fuerza, so pena de castigo moral o expulsión y hasta la muerte. El padre de esta historia me recuerda al de la parábola del hijo prodigo, y es aquí donde necesito decirte algo muy importante: Jesús está haciendo una analogía de ese padre con Dios mismo. Fascinante. Los religiosos de la época, igual que los de hoy, procuran imponer un Dios que, según ellos, hasta les puede pedir matar a quienes no se sometan, o mandar alguna centella sobre quienes no hagan caso, o puede que amenacen con alguna peste o maldición si alguien osa hacer algo distinto a “la voluntad de Dios”. No es ese el tipo de “jefe” que se nos presenta aquí, por el contrario, se nos presenta a un padre. Este es un tiempo en que tantas personas piensan en Dios como un amo tirano o castigador, lo que puede ser producto de una crianza sin amor o un ambiente de mucha superstición, dobles discursos morales y falsa religiosidad. La imagen del hombre suele influir profundamente en el concepto que los hijos tienen de Dios. Buenas noticias, aquí tenemos al hijo del hombre, Jesús, mostrándonos el verdadero carácter de quien le envió a recordarnos que la obediencia que se espera de nosotros es voluntaria, no por coacción ni por terror. Por otro lado, hay un lado de esta historia que debo meditar, ya no en cuanto al tipo de jefe que Dios es, sino en el tipo de “hijo” que yo sea. Tantas veces se me ha pedido que, voluntariamente, haga algo que sea de bendición a otros, obedecer a Dios atendiendo algo conforme a su propósito y carácter, y me he negado a hacerlo. También en muchas otras oportunidades en las que he recibido un pedido y he respondido “claro que lo haré”…y no lo hice. ¿Sabes? Jesús menciona a los que, luego, arrepentidos, obedecen, como los que a pesar de tener lo que llamaríamos un vergonzoso prontuario de desobediencia, llegan a tener una vida emocional y espiritual en armonía con la vida, consigo mismos, con Dios. ¿Los otros? Son considerados hipócritas que saben la respuesta teórica pero jamás actúan en armonía al amor, al servicio a otros, al propósito Divino. Alguien dijo que “cínico es quien conoce el precio de todo, pero no conoce el valor de nada”. He escuchado decir que “Dios tiene todo bajo control”, y no estoy seguro a que se refiere, pero mi Padre no es un controlador por fuerza, ni un manipulador de oficio, sino que me ofrece un lugar, un tiempo, y un espacio, para que sea colaborador suyo en la obra para armonizar nuestras almas con el propósito original con el que fuimos diseñados: compartir en servicio voluntario. Un último pensamiento que vale la pena meditar puertas adentro de mí ser ¿Las cosas que hago en la vida son expresión de un entusiasmo voluntario por ser colaborador de Dios? Estoy agradecido porque bajo la lluvia, camino a mi lugar de trabajo, esta historia me recuerda que mis actividades terrenales puedo cumplirlas con la actitud de quien ayuda a un Dios en su cuidadoso trabajo para cultivar el huerto de las almas, empezando por la mía. Feliz día.

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