Los guardaespaldas
Por José Gil
Salía de aquel restaurante y observé dos hombres sentados a la puerta, traje y corbata, uno de ellos llevaba colgando de su cuello lo que parecía una placa de identificación policial. Eran escoltas, guardaespaldas. Apresuré el paso para alejarme de su entorno, presumiendo que portaban armas para el resguardo de quien paga sus servicios. Mientras me alejaba mis pensamientos recordaron la inseguridad y violencia imperante en Venezuela. Las cifras de muertes violentas son, prácticamente, un parte de guerra, y algunas personas han decidido contratar servicios de guardaespaldas. Recordé aquel viaje de trabajo a Perú, a finales de los años 90, cuando grupos paramilitares aun secuestraban y asesinaban. La sorpresa cuando, a pesar de mis rasgos y acento indiscutiblemente hispanoamericanos, la empresa había asignado 2 escoltas que, desde mi arribo y hasta la partida, me acompañaron. Aun sonrío al rememorar aquella mañana cuando, visitando un templo, uno de ellos vino para pedirme que nos fuéramos porque habían visto un auto sospechoso entorno. Medito esas vivencias pasadas y presentes, que parecen no tener espacio ni tiempo entre su ocurrencia, y la voz que dicta desde el ser interior susurra para hablarte sobre otro tipo de guardaespaldas, dos para ser especifico. Sobre ellos escribió un rey y, en sus propias palabras, le seguían continuamente. Interesante que él vivió bajo amenaza de muerte por enemigos externos y en su misma familia; sin embargo, en lo que muchos consideran su escrito más destacado, se refirió a los que eran dos guardaespaldas a tiempo completo. David escribió “…ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida…”. La expresión “seguirán” implica la idea de custodiar, acompañar como protectores a tiempo completo, 24x7 como suele decirse. Un joven pastor de ovejas que se convirtió en rey, acumulando en su camino profundos amores y terribles enemigos. Al momento de escribir la joya espiritual que legó en el Salmo 23 menciona, por su nombre, a los que consideró sus dos más cercanos y fieles guardaespaldas: el bien, la misericordia. A juzgar por la biografía que se dispone de David, vivió muchos días de aislamiento, menosprecio, traiciones y persecuciones. Sin embargo, aquí tenemos a alguien haciendo balance de su vida y proclamando que la vida le ha rodeado de bondad y misericordia. ¿Te das cuenta? Hay una poderosa lección de vida para ti y para mí en esta expresión del salmista: con nuestra actitud y percepción de la vida escogemos que tipo de guardaespaldas emocional y espiritual nos acompaña. David tenía una especie de amnesia selectiva para olvidar malos tiempos. Algunas almas suelen ver la mitad vacía del vaso, otras aprecian el valor de la mitad que contiene el fluido que sustenta la vida. Cuando el miedo cierne la sociedad ha convertido casas en celdas, blindado sus autos y hasta contratado guardaespaldas. No los culpo, sus vidas caminan sobre cuerdas flojas, lo mismo que sus emociones. Permíteme preguntarte algo: en el plano intelecto-espiritual ¿Quiénes son los guardaespaldas de tu vida? Cuándo haces el balance de lo vivido y lo compartes a propios o extraños ¿Te refieres al bien y la misericordia que has presenciado y disfrutado o al miedo de la violencia imperante? Yo decido, tú decides, quienes te escoltan puertas adentro del ser. La presencia Divina para el escritor del Salmo 23 fue algo muy superior a rituales o cliché religiosos, era un asunto de compañerismo cotidiano…”todos los días”. Incluso los días cuando fue poco apreciado en su seno familiar, días cuando se escondía en una cueva asquerosa, días de burla de su primera esposa, días de traición de su hijo, desobediencia del comandante de sus tropas, odio de vecinos al norte y sur, hasta días de dolor y llanto por sus hechos vergonzosos. Su testamento emocional y espiritual es el de un alma que proclama la supremacía del bien y la misericordia; recibida de lo Divino y compartida con sus semejantes, que le dieron victoria sobre la oscuridad del miedo, el odio y la ignorancia. En días como estos, donde tantos parecen necesitar guardaespaldas, cuyas razones de contratar tal cuidado puede que ni queramos conocer, vale la pena preguntarnos ¿Quiénes escoltan mi alma en este recorrido que llamo vida? Te invito a que permitas a estos dos guardaespaldas del cielo acompañarte, disfruta su presencia, llena tus pensamientos y emociones con ellos, me gusta saber que el mundo invisible tiene estos poderosos aliados a mi servicio…si es que aprendo a disfrutar su compañía. Es mi deseo y oración que el bien y la misericordia te escolten hasta la llegada a casa. Feliz día.
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