jueves, 25 de febrero de 2016

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Bajo lluvia

Bajo lluvia
Por José Gil
Venia del taller, luego de una breve espera para que repararan una falla en mi camioneta. Mientras conducía meditaba en la aparente rapidez con que pasan los días decembrinos. Pensaba en mis dos hijos, partiendo a diferentes latitudes, en búsqueda de oportunidades para alcanzar sus sueños personales y profesionales. Una mezcla de emociones fluía del alma, entre el quehacer cotidiano, el entusiasmo por la vida y, a la vez, nostalgia de mirar a los “muchachos” extendiendo sus alas. Comenzaba a llover y el candente sol marabino quedaba, momentáneamente, cubierto por densas nubes. Fue al girar a la izquierda para tomar la avenida universitaria cuando le vi. Allí estaba, con pantalones que llegaban hasta las rodillas, una franelita de cuyo color naranja apenas quedaban destellos; tez, cabello y estatura similar a la de mi nieto; solo que este niño no estaba jugando bajo la lluvia…trabajaba. Con ambas manos se esforzaba por levantar a la vista de los conductores un palo del que colgaban bolsas de limones. Con la velocidad que solo los pensamientos alcanzan, recordé a un muchacho caminando por calles polvorientas en Santa Bárbara del Zulia, viviendo rigores que, algunas veces, obligaban a buscar lombrices mientras los primos habilidosos con el anzuelo pescaban el pan de ese día. Recordé al adolescente vendiendo ropa a domicilio y juguetes en la esquina de 5 de julio con Santa Rita en Maracaibo; al joven despertando aquella madrugada cuando la lluvia derribó parte del techo de la vieja casa alquilada en que vivía, obligando una mudanza sin tiempo, ni dinero, para plazos de espera. Dando saltos en mis pensamientos vi, en aquel niño, a los muchos que había visto durante el tiempo vivido en el norte de África. Mis ojos se nublaron al recordar que nos ha sido dado un mundo maravilloso, pero la administración que hemos hecho ha castigado furiosamente a tantos, en especial a los niños. Sin embargo, también recordé risas y alegrías en aquellos tiempos de pesca, la bondad de quienes compartieron afecto y hasta algún almuerzo improvisado con el joven vendedor; los desconocidos que ofrecieron albergue al desposeído, llegando a ser su familia del camino. Esas almas sembraron esperanza en su corazón, permitiendo que, hoy, comparta agradecimiento por sus salvadores en aquellas horas menguadas. Fue escrito que “la luz en las tinieblas resplandece” y, ciertamente, aquellas almas fueron luz enviada del cielo para iluminar momentos de densa penumbra en un alma que, ahora, entiende que mientras existan quienes tiendan su mano a los que soportan tiempo bajo lluvia…el mundo tendrá luz. Tendemos a dejarnos obnubilar, distraer, desanimar, cuando las noticias o el entorno sugieren que nada se puede hacer. Kevin Carter recibió un reconocido premio en 1994, mismo año en que se suicidó, derribado y destruido porque sus vivencias como reportero gráfico secuestraron su esperanza. Un alma abatida puede llegar a pensar que se perdió la causa para vivir. Sin embargo, es justamente en momentos de penumbra cuando la luz debe mantenerse encendida, la luz del compartir por y con amor hacia otros, sin esperar nuestra foto en una revista o el aplauso de mercaderías que, calculadora en mano, promocionan la necesidad para hacer ganancia de quienes procuran ayudar. Mis pensamientos aún se pasean por hechos como que la camioneta sigue produciendo algunos ruidos raros (ya hubo necesidad de remolcarla hace días) y mis hijos partieron tras su legítimo derecho a seguir sus sueños. Pero ¿sabes? El hecho que a nuestro alrededor existen tantas almas que están, como aquel niño, bajo lluvia, intentando levantar lo que su circunstancia le ha puesto a mano, me permite entender que aspirar a la grandeza de nuestras almas implica esencialmente sentir, pensar y actuar a favor de los que están en la tormenta. Un alma triunfadora siente la fuerza de la vida, la poderosa mano de Dios tocando su hombro y abrazándole, aunque los tiempos sean duros, para animarle y para que sea fuente de vida para otros. Jesús dijo “correrán ríos de agua vida de quien crea en mi”, y eso no lo dijo a reporteros ni financistas enchufados de su tiempo. Lo dijo a quienes estuvieran sensibilizados a dar y compartir del amor que sabían haber recibido de Dios. ¿Has entendido que Dios te ama muchísimo? Si, aunque las noticias anuncian tiempos difíciles, tiempos de tormenta ¿Puedes sentir su amor hasta en las horas de penumbra? Quien llega a sentir la poderosa, santa y amorosa presencia en su ser vivirá inspirado e inspirará a otras almas. Quien armoniza con lo Divino y confía que su mirada le acompaña, puede llegar a ser cualquier cosa...menos un fracaso; aunque su circunstancia de vida le tenga bajo lluvia y solo posea limones para levantar. Estoy recordando a ese niño, y a todos quienes, como tú y yo, estuvimos -o estamos- bajo lluvia, con la convicción que, cuento haga por y con amor, por mi prójimo, tocará, de alguna forma, a todos. No puedo cambiar al mundo pero me han sido dadas las herramientas intelectuales y espirituales para cambiar yo, y cambiando yo…el mundo cambiará. Feliz día. 

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