Esperanza de regreso
Por: José Gil
Me encontraba en aquel estudio cerca de la Plaza Altamira, en Caracas, listo a tomar la foto que necesitaba para un trámite de trabajo. Delante de mí había otras personas esperando, me pareció que todas en sus 20 y tantos, excepto una niña de unos 2 años, a quien su padre trataba de convencer que mirara la cámara. Sus ojos se abrían mientras miraba en la dirección contraria…no pude evitar reírme. Finalmente, el fotógrafo dio paso a los más decididos, 5 personas en total, el quinto era yo. Al terminar de tomar todas las fotos, incluida las de la niña, el técnico tenía en la pantalla de su computadora las imágenes de todos para procesar fondo e imprimir. Fue cuando ocurrió lo que motiva que te comparta estas líneas. Se dirigió a los fotografiados preguntando el país al que viajarían…España, Inglaterra, fueron respuestas de quienes me antecedían. El color de fondo y tamaño de la fotografía dependía del destino. En ese momento repasé mentalmente una noticia que había leído el día anterior sobre 1.5 millones de personas que han salido del país en la llamada “estampida lenta”, durante la última década. Una mezcla de emociones rondó mi alma, por un lado pensar que gente joven vaya a explorar el mundo más allá de la esquina. Por otro lado, nostalgia de tiempos cuando Venezuela fue refugio de tantos que buscaban mejores oportunidades de vida. Españoles, italianos, portugueses, árabes de distintas regiones, llegaron a estas tierras, añorando la suya, pero entendiendo que no quedaba mucho para ellos allá en ese momento. Vinieron, algunos se quedaron, otros regresaron y, hasta ahora, hay quienes van y vienen compartiendo espacios tiempos, y entendiendo que hogar no es un pedazo de tierra que posees sino el lugar donde eres bienvenido. En fracciones de segundos recordé momentos en que he salido a trabajar, haber conocido personas y lugares en los que confirmé la compañía de lo Divino, cuidando y animando, alguna lagrima de despedida…pero sobre todo, recordé la emoción de un reencuentro, un abrazo, un bienvenido de vuelta a casa. Pensando en esas cosas encontré en mi vieja Biblia esta frase: “hay esperanza de un porvenir, dice el Dios Eterno, los hijos volverán a su propia tierra”. Inmediatamente me apropié de esa promesa. Me gusta saber que existe una tierra, un sitio, una mezcla de aromas, paisanos, calles que pueden hasta ser polvorientas y plazoletas sencillas, que hacen suspirar a quien se encuentra lejos de lo que siente “suyo”, en especial si la causa de alejarse no es la falta de aprecio sino la individualísima búsqueda que cada alma debe completar para madurar esa versión de sí mismo, sellada en su ser interior. Hay momentos cuando ver que otros se van nos hace sentir, a quienes nos quedamos, que los ganadores, los exitosos, son ellos; y los que se quedan son perdedores. Eso no necesariamente es así. Quien te escribe ha vivido ambos lados del viaje y entiende que el éxito no depende del sitio en que estés, sino de la actitud con que exploras y el entusiasmo en cuanto haces. Deséale lo mejor a quien parte en su exploración de vida, y mantén la esperanza de un reencuentro. No te creas desleal por irte, no te veas como perdedor si te quedas. Alimenta la esperanza de reencuentro. Hay algo que se apodera de mi mente en este momento: la esperanza de que los hijos volverán a su propia tierra. Pienso en las veces que por el retrovisor de mi camioneta veía a mi abuela parada a la puerta de su casita en la montaña, dirigiendo la señal de la cruz hacia mí, en su creencia que eso me protegería. Créeme que lo que me protegió y acompañó fue su sonrisa y sus ojos iluminados de….esperanza por mi regreso, y siempre regresaba, hasta que ella se fue a casa…donde por cierto también nos reencontraremos. Para algunos, ver alejarse a un ser amado abraza la esperanza de poder ir a verle, pero para otros solo hay esperanza de que vuelva a “casa”. ¿Sabes? Me parece que Dios nos permitió salir un día de “Su” casa, no porque quisiera que nos fuéramos, sino porque no es posesivo ni controlador, permitiéndonos tomar nuestro propio camino, aunque nos alejara suyo. Que interesante que sea ese mismo Dios quien haya motivado palabras de esperanza de retorno a casa, nuestra casa, donde pertenecemos. Fíjate en algo maravilloso, no existen las casualidades, mientras escribía esto recibo por mi teléfono una imagen que tiene escrito “Dios te guiará”, basada en Proverbios 3:5-6. Sin duda alguna, Dios nos guía a casa y eso alimenta mi esperanza de reencuentro. Agradezco a la vida por conservar la demente esperanza de que habrá un retorno, un regreso de quienes hoy se van…del mismo modo que un retorno a una vida en armonía con Dios, quien nos guía de vuelta, en el tiempo y al paso que cada uno de nosotros decidamos tener. Mantén la esperanza de un mejor porvenir, asegúrate que tú, igual que yo, estamos siendo guiados, pon tu mirada en Jesús…y síguele, el conoce el camino de regreso. Anhelo que, un día, regresaran los de España, los de Inglaterra, los que fueron a Colombia. Puede que no todos retornen, pues el propósito de vida de algunos les será mostrado en otra geografía lejos de la natal, otros volverán y otros compartirán afectos; pero por encima de todo, anhelo el retorno a una perfecta armonía con Dios, que es nuestra casa de origen...y destino final. Feliz día.
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