Viajando en el tiempo
¿Alguna vez has deseado poder viajar en el tiempo? ¿Desearías ir a algún momento específico de tu existencia? Me parece que todos, en mayor o menor frecuencia, hemos deseado volver a algún momento pasado; bien para recrear aquella vivencia que refresca al alma, o para enmendar lo que consideramos fue un cruce equivocado en nuestro camino. Una forma particular de viajar en el tiempo es mirando fotografías, en lo personal me fascina mirar las que, en blanco y negro, me llevan a un tiempo en el que la nostalgia parece susurrarme al oído que “antes era mejor”. Estudiosos de la mente humana sugieren que hay un deseo implícito del ser humano por volver a “algo”, a lo que deberíamos agregar que no todos logran decodificar y en su búsqueda se define nuestro sentido de la vida misma. A ese algo me gusta llamarlo hogar y tengo la convicción que fuimos diseñados para encontrarlo; sin embargo, no lo hallaremos como viajeros furtivos al pasado y mucho menos si recordamos para atormentarnos a nosotros mismos. Que interesante que en la Biblia hay un llamado para que “hagamos memoria de las maravillas que Dios ha hecho” (1 Crónicas 16:12). Somos invitados, alentados, a que nuestros viajes al mundo de los pensamientos sirvan para afirmar que nuestra existencia ha estado rodeada de la obra maravillosa de Dios y que eso nos nutra de confianza y optimismo para seguir andando. Una epidemia que azota a tantas alma es la de revivir, con demasiada frecuencia, viejos pesares que arrastran, agobiando y robando su presente. Anclados en una vieja herida, una pérdida o una despedida abrupta, son presa de dolor, rencor, tristeza y desgano por la vida presente. Me parece que, precisamente porque sabe que tendemos a pensar en la tragicomedia pasada es que Dios nos invita a recordar sus maravillas, disponibles para nosotros. En este punto alguien que entienda su vida como un océano de sufrimiento puede preguntar ¿Cuáles maravillas porque yo no recuerdo ninguna? Mira el cielo en una noche estrellada, observa el fondo azul tras nubes blancas, siente la brisa del mar mientras escuchas las olas besando la costa, el canto de las aves, la risa de un niño, la luz en la mirada de la abuela ante las flores que trajo su nieto, y tantas otras cosas para las cuales nos hemos hecho miopes. Existe una música universal que es renovada diariamente y, si nos pasamos añorando ir al pasado para escucharla de nuevo, es porque no estamos entendiendo que la orquesta no ha terminado de tocar. El viaje en el tiempo es posible solo en una dirección…hacia adelante, asunto afirmado por los profetas y confirmado por la ciencia post-Einstein. ¿Quieres viajar en el tiempo? Mira fotografías, observa la luz de estrellas en el cielo, emitida hace miles de días y años, que recorrieron el cosmos para llegar a tus ojos…hoy. Si tu mente está viajando al pasado te animo a no dejarla allá, tráela de regreso, al presente, al hoy, no te pierdas la armonizada melodía que la vida sigue tocando para ti, afina el oído del alma, la melodía Divina se renueva cada día; incluso cuando repite algunos acordes. Hay muchas cosas espantosas ocurriendo en el mundo, pero la armonía maravillosa de Dios no se interrumpe, al contrario, eleva sus notas para que quien se aproxime las escuche fuerte y claramente. Todos recordamos personas, momentos y lugares que siempre tendrán un sitio atesorado en nuestra memoria, ellos nos ayudaron, de una forma u otra, a llegar donde estamos y a ser quienes somos…pero sigamos nuestro andar sin anclar la mente. Me preguntas ¿La meta de ese andar? Llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos, como expresa Wayne Dyer en “El cambio”, cuyo video te recomiendo mirar en la red. Me atrevo a decirte que hay una fuerza en ti que está luchando para quitar la camisa de fuerza que le hemos puesto con tantos clichés, ansiedades y mal entendida vida social. Es tiempo de comenzar a recuperar en el presente lo que nos hemos estado robando a nosotros mismos por algunas cosas de nuestro pasado. Me gusta tanto saber que incluso Dios prometió no recordar nuestras perversiones, cuando nos dice “yo hago todo nuevo, y de lo primero na habrá más memoria” en Isaías 65:17. Una afirmación contundente de que, incluso lo Divino, nos anima a vivir hacia adelante, no trayendo a nuestra memoria los asuntos que han sido borradas de la de un Dios renovador. Me anima este pensar, me anima saber que aunque ya estoy en el atardecer de mi vida, la vida sigue estando en el hoy y ahora, la luz sigue iluminando para que explore cada día el tramo de camino adelante, hasta llegar a casa. Feliz día.
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