lunes, 6 de julio de 2015

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: Estrellas fugaces

Estrellas fugaces
Por Jose Gil
Me desperté cerca de la 1 de la mañana, sintiendo un calor inusual. El silencio y oscuridad circundante dejaron entender lo que pasaba…la electricidad se había ido, de nuevo, en todo el pueblo. El viejo ventilador que, además de refrescar la habitación, ayudara a mitigar el ataque de los zancudos, estaba apagado. Linterna en mano salí del cuarto, encontrando que un gato se había coleado y plácidamente dormía sobre un mueble al lado de mi morral. No estoy seguro cuál de los dos se sorprendió más por el súbito encuentro. Ante la huida del gato -y la de mi sueño- subí a la terraza, procurando la briza del espacio abierto. La delicia de su frescura alejó el fastidio del incidente eléctrico y el sobresalto de aquellos diminutos ojos en la oscuridad. Estuve unos minutos siguiendo visualmente la sombra de la montaña al sur de aquellos parajes merideños, así como  la gran cantidad de puntos de luz en el cielo, resaltantes por la oscuridad imperante. Miraba el firmamento cuando, repentinamente, un halo de luz apareció y desapareció en un parpadeo. ¿Has visto alguna estrella fugaz? Fascinante. De seguro sabes que son fragmentos de roca procedentes del espacio que entran en la atmósfera del planeta a una velocidad tan alta que la fricción los calienta y transforma de solido a gas. El leve brillo que vemos en el cielo es lo que toma esa transformación. Tan emocionante como breve. En la niñez las veía con más frecuencia y, de adulto, una de las emociones al viajar a sitios como La gran Sabana ha sido observar el paso de satélites y las estrellas fugaces en su breve y fascinante brillo. Pensaba en esto cuando la voz que dicta desde dentro susurró la analogía que me motiva a escribirte hoy. ¿Has pensado la similitud de las estrellas fugaces con la vida de algunas personas? Me refiero a quienes parecen haber vivido corto, poco, parecieran haber sido arrebatados o interrumpidos, cuyo testimonio ha sido sin embargo refulgente e inolvidable. Pensaba en niños y jóvenes masacrados por decir “no” a los viejos y modernos emperadores de la historia, en entusiastas voluntarios hostigados por enseñar a leer y escribir a mujeres en ambientes de virulento machismo, médicos asesinados por llevar medicinas a regiones donde ignorancia y superstición imperan, aquel maratonista asesinado por un vendedor de droga, el estudiante universitario abatido por uniformados corruptos, los encarcelados injustamente, los desechados del poder pervertido…vidas hermosas interrumpidas. Pensaba también en los primeros seguidores de Jesús. ¿Sabías que fueron asesinados por ser sus amigos y solo uno de ellos alcanzó la ancianidad en exilio? ¿Alguna vez leíste que durante los 378 años que duró la inquisición las víctimas preferidas fueron genuinos seguidores de Jesús? No me entiendas mal, no trato de propagar el desánimo; sino que recordemos a quienes han dado un brillo breve pero impactante al fondo oscuro de la historia de nuestra especie. Su vida y legado son como esos meteoritos en la noche, breve según nuestra forma acelerada de medir el tiempo, pero profundo en la impresión que han dado a nuestras almas. Pienso en esa maravillosa analogía y me pregunto ¿Qué motiva el deseo de continuidad en mi vida? Sobrevivir es instinto pero tener propósito es lo que le da brillo, valor, a mi existencia. Pienso en los desafíos que se plantean a nuestra vida en sociedad moderna y, figuradamente, cuantos ojos abrazan la esperanza que “algo” resplandezca para iluminar el cielo oscuro que circunda aunque sea por instantes. Ese algo…somos nosotros. No se trata de pensar en inmolarnos para propagar un estilo de vida martirizada; aunque si tener el temple y dominio propio de preferir vidas breves y encendidas antes que abrazar una longevidad en tinieblas. Cuando pensamos en los padres y abuelos que antecedieron nuestro recorrido ¿A quién recordamos con mayor fascinación? Seguramente a quienes iluminaron el cielo de nuestra vida con ejemplo de amor, valor y honor; en especial si estuvieron dispuestos a pagar el precio de vivir en la luz cuando la tiniebla acechaba. Quiero animarte en este día a meditar cuanta grandeza, emoción y alegría podemos legar si nos atrevemos a ser luz de vida. Llama mi atención que en el relato del Génesis, en el primer capítulo de mi vieja Biblia, se habla de un caos y tinieblas, entonces “Dijo Dios, sea la luz…y fue la luz”. Un amigo de Jesús escribió “la luz en las tinieblas resplandece”, posiblemente al recordar como vivió y haberle escuchado decir “que vuestra luz alumbre delante de los hombres”. Fíjate que esas expresiones ponen más énfasis en el brillo que en el tiempo que alumbre; lo que no niega el valor de una vida longeva, pero lo deja en segundo plano al compararse al asombro de iluminar la vida para disipar las tinieblas. Me despido hoy pidiéndote algo: ¿Hay tiniebla intelecto-espiritual a tu alrededor? Medita si la causa por la que la vida te ha puesto en esa circunstancia y tiempo es para que…resplandezcas. Feliz día.

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