El tiempo de cosecha llegó.
Por José Gil
Años de resentimiento y discordia predicada a diestra y siniestra ya permiten a un ex pais de esperanzados haberse tornado en una casa dividida. Pienso en la sumisa y ciega ignorancia de quienes aplauden la hoguera que extingue dignos caminos a la salud, trabajo, educación y un devenir para los hijos. Pienso en Nerón incendiando la ciudad, mi mente salta siglos a la velocidad del pensamiento y rememoro imágenes en blanco y negro de aquel 10 de mayo de 1933, el histérico cuadro de aquella quema de libros por los “nacionalistas”, hoy parte del basurero de la historia, cuyo horror tomó décadas apagar. A casi dos milenios de aquel emperador y un siglo del poderío nazi, una empoderada, pequeña pero feroz, manada de resentidos, retrógrados, ignora lo que los silentes gritos de la historia advierten. Medito si su ruindad es parto de la conveniencia que mueve a quien disfruta lo despojado a fuerza o si es su acumulada ingesta del fruto del resentimiento que robó su capacidad de detener su paso arrasador. La desolación se impuso...una tierra embriagada de celebrar la injusticia quiso regarla con venganza y su cosecha es la desolación que el odio enciende cual fuego que no se extingue hasta consumir todo. Entonces, levanto los ojos del alma, pienso en quienes han encendido la luz de esperanza en tiempos cuando auto denominados capitanes del barco social humano han encallado a quienes le confiaron el timón. Pienso en las almas valerosas cuya luz ha sido faro para otros que se habrían perdido también sin una guía en las tinieblas…y entonces veo lo que te quiero compartir hoy: No puedo vencer ni cambiar la maldad que se ha empoderado en mi entorno, pero puedo evitar que inunde mi ser. Si permito que germine el odio contra los villanos de hoy, terminare siendo el villano del próximo turno y mi cosecha sera la amargura del alma. Son dichosos los que tienen hambre y sed de justicia. Impensable vencer al odio con mayor odio. Pienso en Ghandi al expresar que con eso del ojo por ojo quedaremos todos ciegos. Pienso en las sentidas lagrimas de alegría de quienes vieron a Mandela salir de prisión para reconciliar a un país en llamas, pienso…en las almas del camino, en apariencia solitarias, aunque acompañadas de lo Divino, cuya siembra de bien no puede ser minada o quebrada por la maldad que conciben los que odian. Entiendo porque sobre esas almas se escribió “cuan hermosos son sus pies sobre los montes”, y es que portan nuevas de esperanza. En este día estoy agradeciendo a Dios por los sembradores de esperanza que brillan. Ellos me recuerdan que el rescate de la belleza que aun queda, esa que Anna Frank veía desde la ventana de su alma, solo es posible si los sembradores de esperanza, ultima linea de defensa, tal como aquellos 7000 héroes anónimos que le fueron mencionados a cierto profeta acongojado, esparcen su semilla. Es tiempo de cosechar…también de sembrar. Tu y yo decidimos que semilla llevamos para hoy.
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