El trabajo ¿Regalo o Castigo?
Si hay un día cuando se percibe un ambiente rebosante de energía y entusiasmo es el viernes, derroche que dura hasta que, el domingo por la tarde, se avizora una tragedia: “mañana es lunes”. Que delicia terminar una jornada semanal y tener una pausa. Exceptuando lo dormido, pasamos más tiempo en el trabajo que en casa. ¿Cuál es nuestra actitud al trabajar? Hoy deseo compartirte sobre el trabajo desde una perspectiva espiritual.
Enfrentamos un problema social, nuestra generación tiende a desear el disfrutar sin trabajar. No se critica el confort que ofrece la tecnología u otros inventos, sino la actitud de menosprecio por asumir responsabilidades y la mezquindad en su cumplimiento. Hace algún tiempo leí el libro “El Placer de no trabajar”, de Ernie Zelinski, que orienta, en forma amena e inteligente, a disfrutar todo cuanto se hace, incluso en tiempos de jubilación. En contraste, una vieja canción popular decía que “el trabajo lo hizo Dios como castigo”, errada y trágica sentencia. La forma en que demasiadas personas trabajan deja ver que perciben a Dios como quien disfruta viendo al hombre retorcerse en la incomodidad de un castigo llamado trabajo. Cáncer social es el combo de pereza-ocio que asume al trabajo como un castigo.
El trabajo es una bendición para el ser humano, para quien ejecuta en su forma más artesanal hasta el más sofisticado. Hoy quiero compartirte que se puede y debe disfrutar este regalo, con responsabilidad, para nuestro sustento y con entusiasmo. No es broma, estoy escribiendo sobre el trabajo.
Con responsabilidad
En Génesis 2:15 he leído que el hombre fue puesto en el Edén “para que lo cultivara y cuidara”. El hombre aún no había roto el vínculo de compañerismo perfecto con el Creador, cuando se le dio un trabajo. Se le asignó fue una misión: administrar y cuidar lo creado. El trabajo primordial dado al hombre fue fecundar y cuidar lo creación. Esto muestra un principio, que Dios antes de cualquier otra cosa le asignó al hombre un trabajo, no creó a un ser para el ocio ni la pereza. Si hay algo peligroso para una persona es la inacción, el eludir o incumplir sus responsabilidades. En Lamentaciones 3:27 dice “bueno es para el hombre asumir sus responsabilidades desde la juventud”. No puedo imaginar a la primera pareja pateando a las tortugas, tirando piedras a las aves, o amargados por recoger las hojas y frutas del piso. Nuestros primeros padres, antes de recibir una recompensa, recibieron una responsabilidad. Algunos esperan ese futuro trabajo que llegue y les enamore para hacerlo, pero puede que lo que necesiten sea ponerle cariño a lo que están haciendo ahora.
Para el sustento
Al referirse a los ociosos Pablo, el apóstol, escribió “quien no quiera trabajar que tampoco coma”, y enEclesiastés 3:13, dice “que el hombre coma, beba y disfrute el fruto de su labor”. Esas dos lecturas aclaran que el trabajo es la forma que Dios dispone para que el hombre se sustente y disfrute. Toda práctica social que menosprecia el trabajo honesto y responsable, pisotea el carácter con que fuimos forjados. Se le hace daño a una sociedad en la que se induce a sus ciudadanos a no esforzarse, a no trabajar, la parasitaria actitud del “vivo”, cuyo mérito es disfrutar lo que no ha trabajado. Quienes trabajan entendiendo que es un regalo de Dios para obtener sustento lo harán con diligencia y honestidad. Me gusta Colosenses 3:23 que dice “y cuanto hagan, háganlo con dedicación, como para Dios y no para los hombres”. Recuerdo la historia del carpintero que al momento de retirarse su jefe le pidió un último trabajo, una casa, que debía ser hecha con especial detalle y buen gusto. El carpintero estaba pensando en su retiro; de modo que hizo el trabajo con mediocridad, sin atención a los detalles. Cuando llegó el día de entregar la obra el jefe le dijo “la casa que has estado haciendo es mi regalo para ti, por tu esfuerzo”. El trabajo es un regalo del Creador para ayudar a forjar nuestro carácter, y nuestra sociedad sería distinta si más personas hicieran su trabajo con una actitud de gratitud a Dios.
Con entusiasmo
En Proverbios 22:19 dice “¿Has visto hombre entusiasmado en su trabajo? Delante de reyes estará, y no ante los mediocres”. Tres circunstancias a considerar: 1) Si mi trabajo es la base para mi sustento yo debería hacerlo con entusiasmo; entonces ¿a qué se debe tanta gente amargada que trabaja lanzando su frustración a sus semejantes? 2) Si me pidieran que entrevistara a una persona para una responsabilidad importante donde trabajo ¿Recomendaría a un ocioso que se escabulle para no trabajar o a alguien con el deseo genuino de cumplir una misión? 3) Si pudiera escoger entre un taxista grosero y amargado, y otro respetuoso y cordial ¿Cuál me llevaría a casa? Regresando de un viaje de Coro a Maracaibo, cerca de la hora “del burro”, bajo un inclemente sol de costa venezolana, había un punto de control militar. Detuve mi camioneta y baje los vidrios para una inspección de seguridad. Algo no pasó desapercibido, el guardia cantaba una alegre melodía y la reflejaba en su actitud. Su mirada recorrió el interior del auto, y los 4 pasajeros seguimos el recorrido, fue un grato e inusual encuentro con alguien que estaba disfrutando su trabajo. Oscar Wilde escribió “trabajar es procurar que una belleza ordenada nos rodee”, y son personas con esa perspectiva quienes dejan un legado laboral digno de imitar. Jesús, acosado por el ocio espiritual de los religiosos de su tiempo, dijo “hasta ahora mi Padre trabaja, y yo trabajo”. Su misión para rescatar al hombre caído fue hecha con determinación y entusiasmo, enfrentó ingratitud y odio; sin embargo, cumplió su misión porque puso amor en cuanto hizo. El trabajo más importante en la historia de la humanidad fue hecho con una actitud muy distinta de la que predomina a nuestro alrededor.
Conclusión:
Para meditar antes de empezar la jornada de hoy. ¿Cómo estoy desempeñando mi trabajo? ¿Veo este trabajo como oportunidad para servir a Dios sirviendo a mis semejantes? ¿La hago con entusiasmo? Por supuesto todos tenemos algún momento pesado, en especial un lunes por la mañana ¿Verdad? Pero en esta hora entiendo que mi actitud y forma de trabajar también muestra el Dios en quien creo.
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