viernes, 21 de junio de 2013

TU REFRIGERIO ESPIRITUAL DE HOY: ¿Qué tipo de siervo soy? Lucas 17:7-10

¿Qué tipo de siervo soy?
Lucas 17:7-10
José Gil y Alfonso Estrada

Hace algún tiempo me encontraba en Maturín tomando la pausa de mi trabajo para almorzar y, en lugar de comer, me dirigí a la oficina del banco para atender un problema que tenía con mi cuenta. Luego de una larga cola llegó mi turno, y al ser atendido tuve la sensación que el agente del banco parecía estar haciendo un favor, de no muy buena gana por cierto, y no atendiéndome como un cliente. Me molesté, mi hora de almuerzo y yo lidiando con un empleado desatento. En 48 horas estaría todo resuelto. Pasado el tiempo, el problema no fue resuelto y, frustrado, regresé al banco. Me atendió otro agente, quien con una excelente disposición me hizo ver que por alguna causa mi reclamo anterior ni siquiera la mostraba el sistema. Esta vez fue resuelto. Una necesidad, dos agentes, dos actitudes: negligencia y servicio.

Al leer en Lucas 17:7-10 me preguntaba cuál es mi actitud cuando Dios me pide que atienda a su voz. Te confieso que este pasaje me había sido incomodo de asimilar, hasta que me di cuenta que vivo en una sociedad donde la actitud predominante es la negligencia y no el servicio. Empleados públicos, trabajadores en tiendas, choferes, vendedores y hasta bancos que mueven nuestro dinero, nos atienden como una molestia o por obligación. Entonces oigo la voz de mi Padre preguntándome “José, ahora que has notado eso a tu alrededor en la forma que otros te sirven, te pregunto ¿Qué clase de siervo eres cuando te pido que me atiendas?” Le respondí, y quiero compartirte la forma en que el pasaje me ayudó a hacerlo.

El trabajo del siervo: en 17:7a Jesús hace algo inusual, pone a quienes le escuchan, no en el papel de siervo sino de señor de un criado. El hecho que haya dicho “un siervo” implica que el amo era alguien de clase media, sin recursos suficientes para tener un ejército de siervos, pero con holgura para tener uno. Jesús desea que sus seguidores primeramente se autoevalúen en su trato a un servidor. El trabajo del siervo era “arar o apacentar ganado”, lo que producía la base del alimento de las personas a quienes servía, y la suya.  El campo es hermoso desde lejos con su verdor y riachuelos y sembradíos, pero si nos acercamos nos daremos cuenta que el trabajo de mantenerlo de esa forma es…duro. El trabajo del siervo en esta enseñanza era duro, y se presenta como su responsabilidad, su realidad. Pero el mensaje de Jesús no era de corte social sino moral y espiritual, y ahora mueve sus palabas apuntándolas al corazón de sus seguidores.

El tiempo de trabajo: Desde las 6am aquel siervo trabajaba para su amo. La biblia nos dice en Eclesiastés que “es una bendición que el hombre coma y beba y disfrute el fruto de su labor”. En Génesis Dios dijo “seis días trabajaras…”. Sin embargo, en 17:7b y 8 Jesús habla del siervo regresando de un día de trabajo, ahora son las 6pm y el siervo busca su lugar de descanso. Cuando posiblemente estaba listo para sentarse a tomar y comer algo para luego dormir, el amo le dice “sírveme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tu”. ¿Quién había trabajado duro? ¿Quién estaba más cansado? ¿Quién parecía tener más derecho a comer primero? ¿Te parece injusta esta petición a un hombre que acaba de regresar de un día duro? Pero la clave a recordar es ¿Recuerdas quién es el amo? Eres tú, soy yo. Jesús nos recuerda como somos en cuanto a lo que esperamos de quienes nos sirven. ¿Cómo tratamos a nuestros empleados o subalternos? En el verso 9 se pone la fresa al tope del helado, pues el amo ni siquiera da las gracias, siente que no tiene por qué hacerlo, el siervo… siervo es. Ahora déjame terminar mostrándote lo que pasa cuando Dios vuelve a poner las cosas en su lugar.

La actitud del siervo: te pregunto algo ¿Cómo crees que se sentiría el siervo del pasaje? ¿Amargado o feliz? ¿Molesto o complacido? ¿Frustrado o entusiasmado? La respuesta es: depende del corazón del siervo, de su actitud. Intencionalmente no se dice nada de la actitud del siervo pues lo que Dios quiere es que cada uno de nosotros demos esa respuesta. En 17:10 Jesús vuelve a poner a sus seguidores en el lugar de siervos, pero siervos de Dios, “así también ustedes cuando hayan hecho lo que les fue ordenado, digan que son siervos inútiles, pues lo que tenían que hacer eso hicieron”.  Un siervo inútil es alguien que hace solo lo que se le manda, cumple su obligación, obedece porque no tiene opción. Un siervo útil es aquel que hace lo que tenía que hacer, con entusiasmo, con alegría, como “sirviendo al Señor y no a los hombres”, es esencialmente “un dador alegre”. Recuerdo un viejo himno que cantábamos en la iglesia en mi niñez “soy feliz en el servicio del Señor, muy alegre, tan alegre…cuan alegre yo me siento al servir a mi Señor”.

Nosotros no tenemos por qué sentirnos siervos inútiles, pues servimos libremente a Dios. Si hay algún sentimiento de amargura, desgano o frustración, la raíz del problema puede estar en nuestra actitud como siervos.  Recordando las dos actitudes tan distintas de aquellos dos agentes del mismo banco, he venido entendiendo que tengo tanto por aprender en mi servicio como hijo de Dios. Muchas veces he sido como el primero, ahora estoy disfrutando ser como el segundo.

Conclusión: de Jesús se dice que “estando en la condición de siervo se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte en la cruz”. ¿Sabes que Jesús fue con gozo a la cruz? No fue pateando o protestando la injusticia de llegar a ese punto de humillación.  No fue justo, pero lo hizo. Jesús sacó lo mejor de su corazón para servir hasta que dolió, claro que dolió, y su actitud de siervo frente al dolor partió la historia entre antes, y después.

Padre, he sido siervo inútil en muchas oportunidades en mi vida, Tú me has hecho libre al mostrarme a Jesús como el siervo útil que pudo rescatar mi egoísta y negligente pensamiento. Concédeme el gozo de servirte con entusiasmo, cuando sea de día, e incluso cuando sea de noche, cuando me toca, y cuando pensaba tomar un descanso, a tiempo y fuera de tiempo. Alabo el nombre de quien vino a servir y no a ser servido, a El quiero servir por amor y voluntariamente, el nombre sobre todo nombre…Jesús. Amen.

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