Viviendo en las alturas Habacuc 3:17-19 y Marcos 11 y 14
Viviendo en las alturas
Estaba disfrutando del partido del mundial de fútbol en el que Ghana y Australia se enfrentan en búsqueda de clasificar a octavos de final y, de allí, a las alturas, a la grandeza. Hasta ahora van 1-1. Decidí hacer una pausa para agradecer a Dios por algo tan especial que me fue mostrado sobre lo que significa vivir en las alturas. ¿Qué significa vivir así? ¿Qué condiciones se requieren?
He estado meditando en el evangelio de Marcos, y al terminar su lectura completa -esta mañana- Dios me indicó que buscara el hermoso pasaje en Habacuc 3 que termina con la afirmación “…y en mis alturas me hace andar”. Vacilé por el cambio de pasaje que Dios me sugirió. ¿Sería mi propio deseo? ¿Estaba desenfocado? Dios estaba por mostrarme lo que quiero compartirte en esta reflexión: la conexión entre las palabras finales del profeta y el relato en Marcos 11 al 14: la clave para vivir en las alturas.
La decoración del camino: hemos aprendido en la cultura del mundo que la altura se alcanza con el éxito profesional o material, ganar la copa más deseada del planeta, o simplemente alcanzar una meta profundamente deseada. Tal camino debe estar decorado con éxito tras éxito y logro tras logro. Para mí ha sido un poco diferente, como creyente y por ser algo bohémico y romántico, he pensado que la altura son lugares celestiales de Dios, lleno de paisajes, y el camino hacia esas altura pleno de hermosos campos, como los que vi desde el avión llegando a la ciudad de Bogotá: una gran extensión de verdes pastos y sembrados de flores alrededor de la ciudad. La decoración del camino me decía que iba hacia un lugar hermoso. Mi mente relacionó lugares hermosos con caminos hermosos, y pensé que el camino a la grandeza debía ser siempre así, rodeado de flores y un verdor fresco. Sin embargo, estos pasajes en Habacuc 3 y Marcos 11 al 14 me han dado una visión más amplia, profunda, real, del concepto de Dios en cuanto al camino a las alturas y vivir en las alturas de la vida. Quiero compartírtela.
En Habacuc 3:17 el profeta menciona cuatro elementos que decoran el camino a la vida en las alturas: “aunque la higuera no florezca”, “las vides no den vino”, “falte el aceite de oliva”, y “las ovejas sean dispersadas”. La higuera era una provisión de alimento, el vino de celebración, el aceite de oliva era la base para encender lámparas y aderezo del alimento, y las ovejas dispersas implican un estado de indefensa, un rebaño vulnerable.
El camino: como cuando se enciende una luz en una habitación que estaba oscura, recordé lo que había leído en Marcos sobre los momentos previos al sacrificio de Jesús. La oración del profeta era una revelación anticipada de lo que sería el camino a las alturas que Jesús quiere ensenarnos. El es el camino y nos lo muestra claramente al experimentar lo que el profeta, inspirado, escribió como oración al Eterno.
De la profecía al cumplimiento:
-En Marcos 11:12-14 puedes leer que estando en Jerusalén, Jesús tuvo hambre y al buscar fruto en una higuera pero “no tenia fruto”. Frustrante que el creador del universo recibiese mezquindad de su creación.
-En Marcos 14:25 se nos dice que la noche antes de ser entregado le dijo a sus discípulos “no volveré a tomar el fruto de la vid hasta que lo tome en el reino de mi Padre con ustedes”. El vino de disfrutar cosecha se convertía en el símbolo del cruento sacrificio que estaba a punto de vivir.
-En Marcos 14:32 Jesús ora en Getsemaní, lugar donde se extraía y exprimía el fruto de las olivas (aceitunas), y experimenta la oscuridad de sentirse solo cuando incluso sus discípulos más cercanos se quedan dormidos. Imagínate, en oscuridad rodeado de la base de luz para las lámparas de la época, sería como estar a oscuras en la fábrica de bombillos.
-En Marcos 14:27 Jesús anuncia a sus discípulos que “herirán al pastor y las ovejas serán dispersadas”. Apenas unas horas más tarde uno de sus discípulos le entregaría, diez le dejarían solo, y otro le negaría.
Las carencias que el profeta menciona en Habacuc 3:17 como situaciones hipotéticas, fueron experimentadas por Jesús, pero el pasaje continúa como una orquesta que alcanza el clímax de una pieza magistral. Jesús transitó un camino decorado por situaciones que nosotros normalmente queremos eludir, pues nos hemos acostumbrado a las alturas que viven los aplaudidos por el mundo, los famosos, afortunados, hermosos, los “ganadores”. Son las alturas del mundo, no las de un hijo de Dios. Jesús sufrió una cruel e injusta humillación, y resulta que El no necesitaba subir más alto, pues siempre ha estado allí, de modo que sufrió para llevarme a mí, a nosotros, a sus alturas. Sus caminos son más altos que los nuestros, sus alturas son reales y eternas.
Alegrarse en Dios: luego de mostrar la decoración del camino, el profeta nos dice “con todo yo me alegrare en Dios”. Yo digo amen con mis labios, pero Jesús lo hizo con su vida misma, con sus acciones, con su sufrimiento y su determinación a no permitir que nadie robara su gozo y hasta prometer a sus discípulos que “nos volveremos a ver, y nadie les robara su gozo”. Vivir en las alturas me da un contentamiento que rejuvenece al alma, producto de una confianza plena en Dios, no en las circunstancias del camino.
Fortalecerse en Dios: el profeta continúa diciendo “Dios es mi fortaleza”. Jesús se sostuvo en la hora dura porque su fuerza provenía del Padre, y se mantuvo fortalecido hasta que encomendó su Espíritu en sus manos, y resucitó, eso sí que es fortaleza. Vivir en las alturas me da una actitud de fortaleza, de saberme protegido, poderoso, confiado en Dios.
¿Recuerdas la frase final? EN MIS ALTURAS ME HACE CAMINAR, se refiere a las zonas altas de las montañas donde hay caminos angostos pero las ciervas, las cabras de montañas, caminan con seguridad, alegría y fortaleza, porque es su territorio. Allí es donde pertenecemos, a una vida en las alturas, gracias a Dios.
Terminó el partido de futbol, quedaron empatados, de modo que ninguno pareció haber alcanzado la altura buscada…yo, por alguna razón, siento que Jesús, hoy, me ha llevado a una caminata por las alturas.
Padre, te alabo por mostrarme que Jesús vivió lo que yo solo he conocido intelectualmente, porque El es el más grande, el mayor, el mejor, y porque hizo camino a las alturas para que también yo la alcance. Deseo llegar, y quedarme a vivir en las alturas contigo, alegrándome en Ti, y fortaleciéndome en Ti, dame la alegría y la fortaleza de una vida en las alturas. Amén.
Habacuc 3:17-19 y Marcos 11 y 14
José Gil
José Gil
Estaba disfrutando del partido del mundial de fútbol en el que Ghana y Australia se enfrentan en búsqueda de clasificar a octavos de final y, de allí, a las alturas, a la grandeza. Hasta ahora van 1-1. Decidí hacer una pausa para agradecer a Dios por algo tan especial que me fue mostrado sobre lo que significa vivir en las alturas. ¿Qué significa vivir así? ¿Qué condiciones se requieren?
He estado meditando en el evangelio de Marcos, y al terminar su lectura completa -esta mañana- Dios me indicó que buscara el hermoso pasaje en Habacuc 3 que termina con la afirmación “…y en mis alturas me hace andar”. Vacilé por el cambio de pasaje que Dios me sugirió. ¿Sería mi propio deseo? ¿Estaba desenfocado? Dios estaba por mostrarme lo que quiero compartirte en esta reflexión: la conexión entre las palabras finales del profeta y el relato en Marcos 11 al 14: la clave para vivir en las alturas.
La decoración del camino: hemos aprendido en la cultura del mundo que la altura se alcanza con el éxito profesional o material, ganar la copa más deseada del planeta, o simplemente alcanzar una meta profundamente deseada. Tal camino debe estar decorado con éxito tras éxito y logro tras logro. Para mí ha sido un poco diferente, como creyente y por ser algo bohémico y romántico, he pensado que la altura son lugares celestiales de Dios, lleno de paisajes, y el camino hacia esas altura pleno de hermosos campos, como los que vi desde el avión llegando a la ciudad de Bogotá: una gran extensión de verdes pastos y sembrados de flores alrededor de la ciudad. La decoración del camino me decía que iba hacia un lugar hermoso. Mi mente relacionó lugares hermosos con caminos hermosos, y pensé que el camino a la grandeza debía ser siempre así, rodeado de flores y un verdor fresco. Sin embargo, estos pasajes en Habacuc 3 y Marcos 11 al 14 me han dado una visión más amplia, profunda, real, del concepto de Dios en cuanto al camino a las alturas y vivir en las alturas de la vida. Quiero compartírtela.
En Habacuc 3:17 el profeta menciona cuatro elementos que decoran el camino a la vida en las alturas: “aunque la higuera no florezca”, “las vides no den vino”, “falte el aceite de oliva”, y “las ovejas sean dispersadas”. La higuera era una provisión de alimento, el vino de celebración, el aceite de oliva era la base para encender lámparas y aderezo del alimento, y las ovejas dispersas implican un estado de indefensa, un rebaño vulnerable.
El camino: como cuando se enciende una luz en una habitación que estaba oscura, recordé lo que había leído en Marcos sobre los momentos previos al sacrificio de Jesús. La oración del profeta era una revelación anticipada de lo que sería el camino a las alturas que Jesús quiere ensenarnos. El es el camino y nos lo muestra claramente al experimentar lo que el profeta, inspirado, escribió como oración al Eterno.
De la profecía al cumplimiento:
-En Marcos 11:12-14 puedes leer que estando en Jerusalén, Jesús tuvo hambre y al buscar fruto en una higuera pero “no tenia fruto”. Frustrante que el creador del universo recibiese mezquindad de su creación.
-En Marcos 14:25 se nos dice que la noche antes de ser entregado le dijo a sus discípulos “no volveré a tomar el fruto de la vid hasta que lo tome en el reino de mi Padre con ustedes”. El vino de disfrutar cosecha se convertía en el símbolo del cruento sacrificio que estaba a punto de vivir.
-En Marcos 14:32 Jesús ora en Getsemaní, lugar donde se extraía y exprimía el fruto de las olivas (aceitunas), y experimenta la oscuridad de sentirse solo cuando incluso sus discípulos más cercanos se quedan dormidos. Imagínate, en oscuridad rodeado de la base de luz para las lámparas de la época, sería como estar a oscuras en la fábrica de bombillos.
-En Marcos 14:27 Jesús anuncia a sus discípulos que “herirán al pastor y las ovejas serán dispersadas”. Apenas unas horas más tarde uno de sus discípulos le entregaría, diez le dejarían solo, y otro le negaría.
Las carencias que el profeta menciona en Habacuc 3:17 como situaciones hipotéticas, fueron experimentadas por Jesús, pero el pasaje continúa como una orquesta que alcanza el clímax de una pieza magistral. Jesús transitó un camino decorado por situaciones que nosotros normalmente queremos eludir, pues nos hemos acostumbrado a las alturas que viven los aplaudidos por el mundo, los famosos, afortunados, hermosos, los “ganadores”. Son las alturas del mundo, no las de un hijo de Dios. Jesús sufrió una cruel e injusta humillación, y resulta que El no necesitaba subir más alto, pues siempre ha estado allí, de modo que sufrió para llevarme a mí, a nosotros, a sus alturas. Sus caminos son más altos que los nuestros, sus alturas son reales y eternas.
Alegrarse en Dios: luego de mostrar la decoración del camino, el profeta nos dice “con todo yo me alegrare en Dios”. Yo digo amen con mis labios, pero Jesús lo hizo con su vida misma, con sus acciones, con su sufrimiento y su determinación a no permitir que nadie robara su gozo y hasta prometer a sus discípulos que “nos volveremos a ver, y nadie les robara su gozo”. Vivir en las alturas me da un contentamiento que rejuvenece al alma, producto de una confianza plena en Dios, no en las circunstancias del camino.
Fortalecerse en Dios: el profeta continúa diciendo “Dios es mi fortaleza”. Jesús se sostuvo en la hora dura porque su fuerza provenía del Padre, y se mantuvo fortalecido hasta que encomendó su Espíritu en sus manos, y resucitó, eso sí que es fortaleza. Vivir en las alturas me da una actitud de fortaleza, de saberme protegido, poderoso, confiado en Dios.
¿Recuerdas la frase final? EN MIS ALTURAS ME HACE CAMINAR, se refiere a las zonas altas de las montañas donde hay caminos angostos pero las ciervas, las cabras de montañas, caminan con seguridad, alegría y fortaleza, porque es su territorio. Allí es donde pertenecemos, a una vida en las alturas, gracias a Dios.
Terminó el partido de futbol, quedaron empatados, de modo que ninguno pareció haber alcanzado la altura buscada…yo, por alguna razón, siento que Jesús, hoy, me ha llevado a una caminata por las alturas.
Padre, te alabo por mostrarme que Jesús vivió lo que yo solo he conocido intelectualmente, porque El es el más grande, el mayor, el mejor, y porque hizo camino a las alturas para que también yo la alcance. Deseo llegar, y quedarme a vivir en las alturas contigo, alegrándome en Ti, y fortaleciéndome en Ti, dame la alegría y la fortaleza de una vida en las alturas. Amén.
Hermosa revelación. Dios sea alabado. Ese versículo se lee mucho y poco se entiende.
ResponderEliminarDios te de dirección siempre.